Quizás lo más cercano a la realidad es el convencimiento de que nunca es tarde para aprender. Eso lo he corroborado al participar durante cinco años en el Jurado del Premio Nacional de Periodismo José Martí y el Juan Gualberto Gómez por la obra del año, ambos auspiciados por la Unión de Periodistas de Cuba.
Convencido estoy que 53 años como periodista no pueden ser obstáculos a la hora de aprender de lo que hacen muchos colegas jóvenes. Pueden llamarse Katia Siberia, con sus atinados reportajes sobre el comportamiento de los suministros agropecuarios al polo hotelero de Ciego de Ávila o con su entrevista al héroe Gerardo Hernández; o en televisión con Wilmer Rodríguez y su periodismo a “todo terreno”, como lo calificó el propio jurado.
Por estos días cercanos al 14 de marzo —nacimiento del periódico Patria fundado por Martí—he perdido las pestañas leyendo decenas o quizás cientos de cuartillas, donde el periodismo se identifica con la realidad cubana de nuestros días. No hay edulcoraciones ni “compromisos” con funcionarios, que no sea el de hacer el periodismo que necesita el país, el verdadero.
Y no se trata de traspolar épocas ni hacer comparaciones. Cuando empecé y me desarrollé en estos menesteres, solo se escribía en máquina, no había computadoras y las nuevas tecnologías de hoy ni se asomaban a mi mente.
Eran tiempos de olor a plomo en las imprentas de cada uno de nuestros periódicos. Del cliché de zinc pasado por ácidos que convertía la foto en plancha que luego aparecía impresa en el papel.
Eran tiempos de cajistas, linotipistas y otros oficios que —en mi opinión— contribuían a hacer de cada colectivo de redactores y trabajadores del taller, una verdadera familia, que lamentablemente hoy el desarrollo de la comunicación, lejos de aglutinarla, la hace más distante.
Esa puede ser todavía una batalla por ganar y donde también los jóvenes periodistas deben convertirse en sus defensores. Formamos parte de un conjunto laboral de obreros, técnicos y otros. Solo así la academia, que tanto aporta al desarrollo de estos profesionales, se involucraría más con los hacedores de que lo que escribimos llegue al lector. Recordar que esos jóvenes de hoy fuimos los nosotros de hace algunas décadas y juntos tenemos que corregir cualquier rumbo, para construir juntos el proyecto que defendemos.
Otros ejemplos de lo que he leído en esta última edición del citado Jurado para determinar el Premio Juan Gualberto Gómez por la obra del año, pueden ser reportajes, crónicas, entrevistas y artículos que no solo sacan a la luz deficiencias y quistes como la burocracia impregnados en nuestra sociedad como si tuviésemos la patente de los mismos; sino que propician el debate, abren las páginas a los que discrepan y de esa forma pueden proponer soluciones colectivas extraídas de lo mejor de cada tema abordado.
Por ejemplo, cuando decidimos en el jurado otorgar el premio a Enrique Santiago Ojito Linares, del periódico Escambray, de Sancti Spíritus, se tuvo en cuenta la argumentación del Consejo de Dirección de ese medio que certifica: “Su quehacer periodístico se caracterizó por la osadía en el tratamiento de temas problemáticos y de impacto social”. O, “Se reconoce en el compañero Ojito el ejercicio del llamado periodismo incómodo, comprometido con la agenda pública y distante del espíritu complaciente hacia los mediadores externos (políticos, gubernamentales e institucionales)”.
Eso es lo que constatamos en el serial de varios trabajos relacionados con los exámenes de ingreso en la enseñanza superior en Sancti Spíritus, tema candente que se analiza, tanto con la opinión de maestros, padres y de los directivos del Ministerio de Educación en esa provincia, no siempre coincidentes las opiniones vertidas en la investigación periodística con lo que explican los directivos del citado organismo.
El premiado periodista también abordó desde diversas aristas un tema que, aunque parezca lejano geográficamente, tiene una actualidad no siempre presente en la prensa nacional: las aventuras de unos 7 000 migrantes cubanos varados en tierra centroamericana en espera de continuar su viaje a Estados Unidos.
La “travesía incierta”, como tituló el autor, recoge una buena cantidad de opiniones de esos migrantes, donde se expone crudamente cómo esas personas han sido presas de la trata por parte de elementos capaces de hasta matar cuando no existe el dinero para pagar el viaje.
Otra joven que me sorprendió por su agudeza y valentía cuando aborda los asuntos más variados, es Darilys Idalmis Reyes, del periódico 5 de Septiembre, de Cienfuegos. “La labor profesional de la compañera durante el año 2016 sobresale en la cantidad, calidad y variedad de géneros periodísticos”, avala la UPEC de la provincia.
Aborda temas de los ausentes en nuestra prensa como el que titula “La bola escondida”, con esclarecedores y valientes criterios relacionados con la deserción de los hermanos Gurriel, peloteros de gran calidad que abandonaron a sus compañeros de equipo para ir a donde más le pagan.
Pero no solo de deportes fueron los atinados análisis de Darilys Idalmis Reyes, publicados en el 5 de septiembre. También, junto a otros colegas, escudriñó sobre “bolas” que causan incertidumbre en la población, como es el caso de supuestas fluctuaciones hacia la baja en el valor del CUC respecto al CUP. Es decir, en Cienfuegos alguien dijo que el cambio sería a 18 pesos por CUC, lo que motivó largas colas en las casas de cambio y otros lugares, con la demorada explicación de parte de quienes deben esclarecer esas mal intencionadas mentiras, que solo provocan incertidumbre.
Tomé estos pocos botones de muestra que, además, nos dicen cuán importante es el aporte de los jóvenes periodistas, fundamentalmente en la prensa provincial, en el ejercicio de una profesión que, les confieso, no por difícil y luego hasta subestimada, deja de tener el encanto de la impronta social que nos aporta a quienes la hemos practicado con pasión y compromiso durante décadas y también a esos jóvenes que hoy nos enseñan que su paso por el periodismo no es ficción, sino realidad de que pueden y deben llevarlo adelante, perfeccionándolo y aportándole lo que luego lamentamos estar perdiendo, frescura.
Gracias, jóvenes periodistas por brindarme sus reportajes y sus crónicas, por poder leerlas y por aprender de ustedes. Todavía estoy a tiempo de hacerlo.
Recomendación: lean mucho a Martí, lean Patria, estudien al periodista Fidel Castro, que todavía estamos en combate y tenemos el compromiso de salir victoriosos.