De acuerdo con el ritmo vertiginoso que ha caracterizado la vida durante la segunda mitad del siglo xx y lo que llevamos del xxi, se hace necesario economizar tiempo. Esa tendencia a la economía se manifiesta en las diversas ramas del saber y, en particular, en lo que a la lengua se refiere. De ahí, que prolifere el empleo de recursos del idioma, que permitan hacer más ágil el mensaje. Con ese fin se emplean abreviaturas, símbolos, siglas y acrónimos, que aunque tienen un propósito común, no son lo mismo. Algunas de estas herramientas son viejas y bien conocidas; los acrónimos, mucho más nuevos.
Las abreviaturas son la representación gráfica reducida de una palabra mediante la supresión de letras y se cierran con punto; por ejemplo, la palabra número cuenta con dos abreviaturas diferentes: no. y núm., también suele escribirse la primera variante con mayúsculas, aunque no es necesario.
Para formar una abreviatura en plural, se doblan las letras; por ejemplo, la abreviatura de página es p., la de páginas, pp.; por eso la abreviatura de Estados Unidos es EE. UU., a diferencia de la sigla que es EUA. Debe observarse que en este último caso, entre uno y otro elemento se mantiene un espacio.
En Lingüística, se conoce como símbolo la abreviación de carácter científico o técnico, constituida por signos no alfabetizables o por letras, y que difiere de la abreviatura en carecer de punto; por ejemplo, la abreviación de los nombres de las unidades de medida que integran el Sistema Internacional de Unidades de Medidas (SI) —cuyas unidades básicas y símbolos son: metro (m), kilogramo (kg), segundo (s), amperio (A), kelvin (K), mol y candela (cd)—; los de los elementos químicos, por ejemplo, el oxígeno (O) y el hidrógeno (H), y los de los puntos cardinales: norte (N), sureste (SE).
Se llama sigla la palabra formada por el conjunto de letras iniciales de una expresión compleja; por ejemplo: Feu (Federación de Estudiantes Universitarios), CDR (Comité de Defensa de la Revolución), Onu (Organización de Naciones Unidas) y tantas otras que conocemos y usamos a diario, —incluso, a veces, hablamos en siglas, lo cual no es correcto—. Las siglas se escriben sin punto y la primera vez que se emplean en un texto debe aparecer el nombre completo de lo nombrado con la sigla entre paréntesis; aunque, en lo sucesivo se debe sustituir por esta.
Las siglas que se pronuncian deletreando (CDR, FMC, UJC) se escriben con mayúsculas, mientras que las que se leen como se escriben (Otan, Unesco, Onu y muchas otras), denominadas más específicamente acrónimos, pasan a convertirse en palabras plenas, es decir, se lexicalizan, bien como nombres propios, caso en el que mantienen la inicial mayúscula (Mercosur, Unesco, Mined), bien como nombres comunes, caso en el que pasan a escribirse enteramente en minúsculas (ovni, sida, radar, láser).
Con respecto a uci, vale aclarar que viene en la Ortografía académica como acrónimo de unidad de cuidados intensivos. Para nosotros, es también la Universidad de las Ciencias Informáticas (Uci).
Resulta curioso que en Cuba hemos creado sustantivos derivados de siglas —cederista, anapista (de Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, Anap), anirista (de Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (Anir), un procedimiento bien novedoso.
Por definición, los acrónimos son el tipo de sigla que se pronuncia como una palabra o el vocablo formado por la unión de elementos de dos o más palabras, constituido por el principio de la primera y el final de la última, u otras combinaciones. Son ejemplos de acrónimos láser (light amplificationby stimulated emission ofradiation), ovni (objeto volante no identificado), sónar (sound navigationan dranging), sida (síndrome de inmuno deficiencia adquirida), Minfar (Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias), Pabexpo (Pabellón de Exposiciones). Se escriben con inicial mayúscula, solo cuando son un sustantivo propio.
No constituye un error emplear estas u otras formas de abreviación. Precisamente para eso existen: para hacer más ágil y dinámica la comunicación.