Noticia de los últimos días que llamó poderosamente la atención por su extensión y magnitud, el indulto del hasta entonces presidente Barak Obama a una cifra récord de presos en cárceles estadounidenses trae sobre el tapete una vieja disyuntiva al hablar sobre esas personas privadas de libertad.
En despachos cablegráficos se utilizo, indistintamente, los términos preso y prisionero para referirse a los indultados (cuyas penas fueron conmutadas), una cifra récord que sobrepasó a la suma de todas las decisiones similares de los nueve presidentes anteriores.
Más allá de las causas por las que estaban en las cárceles, los beneficiados, algunos cuyas casos han tenido fuerte raíz política como ha sido el del independentista boricua Oscar López Rivera, todos entran en la categoría de preso, cuya definición reza: “es aquel que se encuentra en una prisión… es una persona que está privada de su libertad y que es obligada a permanecer en un lugar de encierro”.
Por extensión, también puede aplicarse a un Prisionero, lo único que éste es “Militar u otra persona que en guerra cae en poder del enemigo”. Otra acepción es “Persona privada de libertad por causas que no son delitos”.
Por tanto, si todo prisionero puede calificar como preso si está en una cárcel, no todos los presos pueden ser identificados como prisioneros. Parece un trabalenguas pero el uso indiscriminado de los términos por lo general refleja ignorancia de su real significado.