Como un talismán, en mis estancias de trabajo en otros países, llevé siempre conmigo mi fotografía con Fidel. Era como cargar con Cuba, o sea, con mi familia, mis amigos, mi hogar, mi calle, mi barrio, con mi Manzanillo, con mi Habana…
Significaba mi carta de presentación ante quienes traspasaban la puerta de la oficina o del lugar de residencia temporal. Recuerdo que los colegas de la Agencia rumana de prensa (Agerpres) se brindaron solícitos a hacerme una ampliación que, años después, yo colgué con orgullo en la pared de mi hogar, a la manera que hacen los creyentes con la imagen de Cristo.
En mi casa moscovita, los amigos argentinos bromeaban al decirme: “Con su mano, Fidel te estás indicando que vos debés permanecer al menos dos años alejada del calorcito de la Isla bajo el frío de Moscú”, haciendo alusión a mi pánico por las nevadas, por las heladas noches blancas… tan abundantes en aquella inmensa ciudad.
Cuando los duros años de inicios de la crisis económica de los 90 en Cuba, llamada por el eufemismo de “Período especial”, en mi apartamento del barrio habanero de Lawton la foto ampliada flanqueaba mi comedor.
Entonces, algunos conocidos de muy buena fe me insinuaron la conveniencia de retirarla a un lugar más discreto por aquello de que quizás “las cosas en el país tomaran otro rumbo” y yo y mi familia corriéramos peligro.
Aparte de responder como siempre lo he hecho ante tales supuestos, la foto siguió siendo el tema de conversación de quienes me visitaban por vez primera y se extasiaban al yo narrarle las condiciones bajo las cuales fuera realizada la instantánea en la década de los años 80 del siglo XX.
Hasta hoy ha sido parte de mi orgullo y mi permanente homenaje de gratitud al líder de la Revolución que hizo posible que yo, hija de un obrero de la construcción y de una ama de casa, llegara a convertirme en la profesional de la prensa y la docencia que soy.
Por eso, ante su partida anoche 25 de noviembre, de frente a la foto y como en aquella ocasión mirándole a los ojos le digo entre sollozos: Fidel tú siempre estarás conmigo, con los cubanos revolucionarios, porque tú, Fidel, eres y eternamente serás, Cuba.