En el marco de una brutal guerra contrainsurgente contra el gobierno de Venezuela, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, dice apoyar el diálogo con mediación del Vaticano entre el oficialismo y la oposición.
Sin embargo, envía mensajes pidiendo a un país bajo permanente golpismo digitado por Washington, que ‘restituya la separación de poderes, los derechos electorales del pueblo y el respeto a la Constitución’.
Más aún, sostiene que confía en que el enviado del papa Francisco ‘ayude a la liberación de los presos políticos, la agilización de los procesos electorales y la apertura de un canal humanitario’.
Almagro, quien ha desconocido las permanentes acciones golpistas de la oposición venezolana a la que ayudó durante todo este tiempo, señala al gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro como una ‘dictadura’ y le endilga además ‘ilegitimidad política’.
Esto resulta insólito cuando hace silencio ante la ilegitimidad que significa por ejemplo la presidencia de Michel Temer en Brasil, surgida de un golpe mediático-parlamentario y judicial como el que sufrió la presidenta Dilma Rousseff en ese país.
Adjudica además al gobierno venezolano -al que Estados Unidos intenta derrocar desde el golpe de abril de 2002 contra el entonces presidente Hugo Chávez Frías-, graves violaciones a los derechos humanos y convierte en víctimas a los detenidos por intentos golpistas, que dejaron muerte, tragedia y destrucción.
Su ‘preocupación’ por los derechos humanos, supuestamente violentados por el gobierno, es de una asombrosa falsedad, mientras silencia el genocidio cometido en México donde desde la firma de la iniciativa Mérida (similar o parte del Plan Colombia) entre Washington y el ultraderechista presidente Felipe Calderón (2006), han sido asesinados más de 130 mil mexicanos.
También existen más de 30 mil desaparecidos y por cierto también desaparecieron a una cantidad de inmigrantes centroamericanos que intentaban llegar a Estados Unidos, pasando por territorio mexicano, atrapados por la mal llamada ‘guerra contra el narcotráfico’.
En ese mismo escenario se produce el secuestro y desaparición forzada de los 43 estudiantes en Ayotzinapa, en septiembre de 2014 y otros crímenes de lesa humanidad que continúan en ese país, como en Honduras, donde los asesinatos de dirigentes sociales y de derechos humanos, campesinos, periodistas y otras víctimas no han cesado desde el golpe de Estado de junio de 2009.
Lo mismo sucede en Guatemala y en Paraguay, ocupado además por tropas de EE.UU, con la continuidad de un partido dictatorial después del golpe de estado de 2012. Mucho más podríamos agregar de los crímenes del hambre y la injusticia, todo lo cual parece invisible a los ojos del titular de la OEA.
El gobierno ‘democrático’ de la derechista Alianza Cambiemos en Argentina, que utilizó los decretos ‘de necesidad y urgencia’ para lograr por ‘los votos lo que las dictaduras lograban con las botas’, lleva adelante desde diciembre de 2015 un verdadero guión de neoliberalismo rampante.
Este se hace acompañar con elementos de colonización activa, persecución política encubierta, entrega del país y trazos típicos que ‘sugiere’ Washington a los gobiernos adictos en este período geoestratégico de recolonización continental. Esto no preocupa a Almagro.
Las nuevas disposiciones en Argentina o Brasil están destinadas a acabar con todas las conquistas alcanzadas, con una política exterior independiente y solidaria, volviendo atrás los reconocidos logros de los gobiernos progresistas de la última década en la región.
Por supuesto también tienen como objetivo destruir la integración emancipatoria y única en la historia regional, para asegurar la dominación y el control, sin fisuras, de América Latina.
El guión impuesto a Argentina es el mismo que comenzó a aplicar el presidente Temer en Brasil al día siguiente de que asumiera la presidencia interinamente, mientras estaba suspendida la mandataria, lo que a todas luces es ilegal.
Ambos gobiernos están conformados por funcionarios que pertenecen a fundaciones y Organizaciones No Gubernamentales dependientes de las Fundaciones ‘madres’ de Estados Unidos, que no son sino la ‘cara social’ de la CIA por donde llegan los dineros para los golpes y desestabilizaciones de gobiernos ‘no sumisos’.
El mandato imperial es implantar un proyecto geoestratégico de recolonización regional para lo cual necesita acabar con toda posibilidad de resistencia.
La misma guerra Contrainsurgente de Baja Intensidad (GBI) se libra contra los gobiernos de Ecuador, Bolivia, Nicaragua, El Salvador y donde registren cualquier síntoma de resistencia al modelo colonizador que quieren implantar a sangre y fuego en toda la región.
Nada de esto advierte el excanciller uruguayo, que llegó a la OEA desde un movimiento de izquierda como el Frente Amplio, surgido en su momento de la lucha de los pueblos del Cono Sur por la liberación definitiva.
El intento de juicio político contra Maduro es no sólo imposible, porque no existe una norma constitucional que lo permita, sino que es una imitación mediocre de lo sucedido en Brasil. También ahora lo intentan en El Salvador contra el presidente Salvador Sánchez Cerén en maniobras claramente golpistas.
Además de inconstitucional, el juicio político propuesto por la Asamblea Nacional fue planteado en base a un supuesto ‘abandono del cargo’, cuando Maduro viajó cuatro días al exterior en busca de una solución para el tema del petróleo, cuyo precio se bajó al mínimo precisamente dentro del esquema de la guerra económica contra ese país. Por ese corto tiempo no necesita autorización del Congreso.
En la desesperada carrera por cumplir los mandatos de Washington hasta inventaron que Maduro era colombiano, mentira con la cual se retroalimentan, como sucede con la aplicación de la ‘guerra psicológica’ en los países que están en la mira imperial.
La campaña de prensa nacional e internacional de los medios del poder hegemónico contra Venezuela utiliza la mentira descarnada como información. Han recurrido a mostrar fotografías de otros conflictos como si fueran de Venezuela.
Muestran a niños recién nacidos entregados en caja de cartón, fotografía que corresponde a un país nórdico. Es apabullante la diversidad de mentiras que funcionan como un arma de guerra para confundir y paralizar a nuestros pueblos. ¿Está ciego y sordo el secretario general de la OEA?
¿No recordará el señor Almagro la guerra económica, mediática, las mentiras, los actos terroristas, el paro de los camioneros, el desabastecimiento y otras acciones desestabilizadoras contra el gobierno del presidente Salvador Allende, en los preparativos para el golpe militar del dictador Augusto Pinochet, aquel siniestro 11 de septiembre de 1973? Es imposible que en los sucesos de Venezuela, Almagro no vea la similitud asombrosa de las acciones contrainsurgentes, con lo realizado por la CIA estadunidense para derrocar a Allende.
Más aún, ¿acaso no sabe de dónde vino la mano para el golpe cívico- militar en Uruguay en 1973 que instaló la dictadura en su país, el mismo de Eduardo Galeano, multiplicador de memorias y dignidades?
Por cualquier duda debería buscar el Informe de la enmienda Hinchey en Estados Unidos, las investigaciones de la Comisión congresional Church sobre las actividades de la CIA en los años 60 y 70 en Chile y especialmente en lo que fue la preparación del golpe de 1973 en ese país. Puede ver y comparar.
Nada dice Almagro sobre la inconstitucionalidad de una Asamblea Nacional, que por tener mayoría opositora decide que el gobierno de Maduro debe irse. El mismo día de su juramento como presidente de la AN, Henry Ramos Allup advirtió que antes de terminar este año 2016, Maduro ya debía estar fuera del gobierno.
Pero cuando el gobierno de Maduro toma decisiones de Estado en defensa de las instituciones y la Constitución o para proteger a la población como corresponde ante las permanentes acciones golpistas y violentas, Almagro la califica de administración dictatorial.
¿Qué sucedería en Estados Unidos si la oposición es mayoría en el Congreso y decidiera que por esta razón el presidente de ese país debe irse? ¿Qué haría el gobierno si un grupo saliera a la calle a realizar actos violentos, quema de edificios, provocando muertes, anunciando que no se cejarán hasta derrocar al presidente? De eso se trata, señor Almagro
LA FALACIA HUMANITARIA
En el caso del presunto ‘preso político’ emblemático de la oposición venezolana, Leopoldo López, es una historia del mundo al revés. Debería recordar Almagro que López encabezó el plan golpista La Salida al comienzo de 2014, lo que confesó abiertamente ante los medios televisivos y escritos, cuando advirtió que iban a tomar las calles con ‘los estudiantes’ y que sólo las abandonarían cuando hubieran ‘derrocado’ al gobierno de Maduro.
Después de esto vinieron las acciones violentas, la quema de edificios públicos, los francotiradores -que como se comprobó- eran paramilitares colombianos en su mayoría o recibían órdenes desde las cuevas paramilitares en territorio colombiano. La acción golpista dejó 43 muertos, centenares de heridos y millonarios daños.
López ‘el democrático’ participó en el golpe de abril de 2002 contra el presidente Hugo Chávez Frías. En este caso fue reconocido entre los autores del arresto violento (en realidad secuestro) del entonces ministro del Interior y Justicia venezolano Ramón Rodríguez Chacín.
Ello entre otras acciones, como la encabezada por el excandidato presidencial opositor Henrique Capriles, quien fue fotografiado saltando un cerco con una pistola en la mano cuando atacaron la embajada de Cuba y la cercaron impidiendo que llegara comida, cortando el agua y electricidad.
Es la misma metodología contrainsurgente con nuevas tecnologías y un infinitamente mayor poder mediático y militar, que el gobierno de Estados Unidos ha decidido aplicar contra varios países de América Latina por el ‘crimen’ de intentar un proyecto liberador independiente y justo, dejando atrás la triste historia de ser este continente el patio trasero de la potencia imperial, lo que se continúa en este siglo XXI.
La oposición, es decir Estados Unidos, no quiere un diálogo. Quiere derrocar al gobierno bolivariano. Los constantes llamados al diálogo del presidente Maduro se estrellan contra el muro conformado por la OEA -en función de cumplir con Washington-, por la oposición y las derechas regionales e internacionales. Estas apuestan no sólo a la desaparición del gobierno de Maduro, sino a la demolición de todo lo que pueda quedar en pie.
Necesitan poner en el poder a su virrey de la colonia para ‘cumplir el guión’ trazado por Washington que sin duda alguna, irá contra el pueblo venezolano, como es la historia de la dependencia, agravada por el proyecto recolonizador para asegurarse recursos y territorios.
‘Buenos Muchachos’ estos ‘demócratas’ venezolanos que ampara Almagro y varios expresidentes y que dicen apoyar el diálogo, pero donde uno advierte que al final sólo están dispuestos a la capitulación del gobierno que más hizo por el pueblo, por la soberanía y la dignidad en la historia venezolana. Y latinoamericana.
Fuente: Prensa Latina