JOSÉ MARTÍ PERIODISTA

América se hizo hombre y fue Bolívar, Martí, Fidel…

En Patria, el 31 de octubre de 1893, publicó José Martí un breve artículo titulado “La fiesta de Bolívar en la Sociedad Literaria Hispanoamericana”, en el cual, una vez más expresaba su profunda admiración por Simón Bolívar Palacios, el Libertador. El 28 de octubre, la Sociedad Literaria Hispanoamericana de Nueva York había convidado a una fiesta en honor de Bolívar, la cual contó con nutrida asistencia de “[…] altivos argentinos, cultos colombianos, venezolanos valientes, cubanos silenciosos, todos, de toda nuestra América, se saludaban como una nación sola”.

En su texto explica el Apóstol, el estado en que se hallaba la América en tiempos de Bolívar, incapaz de continuar soportando la opresión hispana y cómo, creada la situación revolucionaria y las circunstancias que favorecieron el estallido redentor, entre todos los hombres-cumbres que lo encabezaron, destacó Simón Bolívar: “La América toda hervía: venía hirviendo de siglos: chorreaba sangre de todas las grietas, como un enorme cadalso, hasta que de pronto, como si de debajo de la tierra los muertos se sacudieran el peso odioso, comenzaron a bambolear las montañas, a asomarse los ejércitos por las cuchillas, a coronarse los volcanes de banderas. De entre las sierras sale un monte por sobre los demás, que brilla eterno: por entre todos los capitanes americanos, resplandece Bolívar”.

Con emotivas y hermosas palabras describe que nada podría cambiar las páginas de gloria que vendrían, porque “[…] la naturaleza del hombre, como la de América en su tiempo, era el centelleo y el combate: andar, hasta vencer: el que anda, vence”.

Destaca el Maestro, acerca de la figura de Bolívar, que “Su gloria, más que en ganar las batallas de la América, estuvo en componer para ellas sus elementos desemejantes u hostiles, y en fundirlos a tal calor de gloria, que la unión cimentada en él ha podido más, al fin, que sus elementos de desigualdad y discordia” y expresa que quizás en los momentos iniciales no pudo ver Bolívar más allá de lo que su propio origen de clase le permitía: “[…] su error estuvo, acaso, en contar más para la seguridad de los pueblos con el ejército ambicioso y los letrados comadreros que con la moderación y defensa de la masa agradecida y natural […]”, lo que no opaca para nada su grandeza.

Señala cómo es recordado “por sus hazañas vistosas y pasmosas” y destaca como “[…] todos le ven desensillando el caballo en la agonía de San Mateo, pasando los torrentes y el páramo para ir a redimir a Nueva Granada, envolviendo con las llamas de sus ojos y con sus escuadrones a los realistas de Carabobo, hablando con la inmortalidad en el ápice del Chimborazo, abrazándose en Guayaquil con San Martin entristecido, presidiendo en Junín, desde las sombras de la noche, la última batalla al arma blanca, entrando de lujo al Potosí, a la cabeza de su ejército conquistador, mientras los pueblos y montes le saludan, y en la cumbre del cerro de Plata ondean las banderas nuevas de sus cinco repúblicas”.

De igual modo, especifica la gratitud de los hijos de esta tierra para con el héroe inmortal: “[…] ¡los cubanos lo veremos siempre arreglando con Sucre la expedición, que no llegó jamás, para libertar a Cuba!” y no olvida referirse al pabellón venezolano: “Presidía, con la faja del mar entre el amarillo y el rojo, y con las siete estrellas blancas sobre el azul, la enseña de Venezuela. ¿Qué tiene, que todos los americanos la ven como la bandera madre?”

Menciona el Maestro a los diferentes oradores y para cada uno tiene una palabra elogiosa; pero por modestia —“la cercanía de Patria a José Marti prohíbe decir más”— apenas menciona su propio discurso emotivo y fervoroso, escuchado con “ternura visible” por los presentes. De su magnífica pieza oratoria “[…] sólo recuerda Patria estas palabras: ‘Quien tenga patria, que la honre: y quien no tenga patria, que la conquiste: ésos son los únicos homenajes dignos de Bolívar’”.

Por su extraordinario sentido, al reseñar este breve trabajo periodístico martiano, he dejado para el final las palabras iniciales del texto y ¡bien vale la pena hacerlo!

En ellas, Martí generaliza su concepción acerca del significado de las grandes figuras en el devenir histórico: “La América, al estremecerse al principio de siglo desde las entrañas hasta las cumbres, se hizo hombre, y fue Bolívar. No es que los hombres hacen los pueblos, sino que los pueblos, con su hora de génesis, suelen ponerse, vibrantes y triunfantes, en un hombre. A veces está el hombre listo y no lo está su pueblo. A veces está listo el pueblo y no aparece el hombre”.

Esta definición martiana responde con precisión a los postulados marxistas acerca de las personalidades y su lugar en los procesos históricos; pero, además explica por sí sola como algunos hombres llegan a ser la representación exacta, el símbolo de sus pueblos: fue el caso de Bolívar (América se hizo hombre y fue Bolívar); pero fue también el del propio Martí en su tiempo y, sin lugar a duda, el de Fidel. Los tres constituyen símbolos de esta América nuestra, porque los tres estuvieron listos cuando sus pueblos lo estuvieron y en esos tres momentos históricos, pueblo y hombre se fundieron en uno solo. Por ello, sin que pierdan americanía o universalidad, Bolívar es Venezuela, Colombia, Bolivia… Martí y Fidel son Cuba.

 

Notas

Todas las citas corresponden a José Martí: “La fiesta de Bolívar en la Sociedad Literaria Hispanoamericana”, Patria, 31 de octubre de 1893, en Obras completas, t. 8, Centro de Estudios Martianos, Colección digital, La Habana, 2007, pp. 251-253.

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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