Jean-Guy Allard, oriundo de Shawinigan, Quebec, falleció en La Habana, amada ciudad que adoptó como suya, el 16 de agosto, a la edad de 68 años, a raíz de una enfermedad.
Yo, al igual que sus demás amigos y colegas de Quebec, lo visité en varias ocasiones, tanto a él como a su hijo, en su modesto hogar de La Habana. De hecho, no se trataba de meras visitas informales, sino de una especie de peregrinaje secular. Se enorgullecía en particular del objeto enmarcado en su pared: uno de los escritos de Fidel Castro, en el que el líder cubano resaltaba la obra de Jean-Guy. Espero que Jean-Guy haya tenido la oportunidad de ver en la televisión las actividades organizadas en Cuba en ocasión del 90 aniversario del natalicio de Fidel el 13 de agosto.
Nuestras visitas a la casa de Jean-Guy siempre eran ocasiones solemnes para nosotros, tal era el impacto que nos causaba su integridad ante la supuesta libertad de prensa en Quebecor. Este último, como es bien sabido de todo habitante de Quebec, es un monopolio enorme que controla el periódico Journal de Québec para el cual Jean-Guy trabajaba.
Jean-Guy no escondía, como se desprende de las entrevistas, el control férreo que ejercía la prensa capitalista sobre sus puntos de vista políticos y sus valores periodísticos. Por supuesto que él se resistía a tal presión en la medida de sus posibilidades. No es de sorprenderse que haya decidido dedicar su jubilación y su pensión de jubilado a la causa de Cuba y América Latina. Por lo tanto es un ejemplo para los periodistas que viven y laboran dentro del sistema capitalista. Nos muestra que los principios siempre deben primar sobre la carrera.
Además de esta cualidad que nos ha legado, hay otra que quisiera mencionar. Jean-Guy fue un opositor acérrimo del imperialismo estadounidense y sobre todo de su injerencia desenfrenada y terrorismo en Cuba y América Latina. No se hacía ilusiones para nada sobre los círculos dirigentes estadounidenses y sus intenciones a largo plazo. Parecía vivir y escribir en función de este rechazo intransigente. Lo animaba y nos sigue animando. La oposición al imperialismo estadounidense en el mundo, que se puede ver en lugares tales como Quebec o Canadá, a menudo es algo que no se comprende muy bien en el Sur. La vida y la obra de Jean-Guy son testimonio de esta tradición que muchos de nosotros honramos.
Tanto sus principios periodísticos como su aversión al imperialismo estadounidense constituyen un ejemplo que perdurará para siempre.