Sagacidad y valentía, objetivos claros y voluntad de alcanzarlos, visión unitaria y calibre de argumentos, precisión en
lenguaje y cifras, intencionalidad a prueba de coyunturas, defensa de principios y oído atento al pulso de todos los tiempos. Esas son,
entre otras muchas, enseñanzas de Fidel a los periodistas honestos, de Cuba y el mundo, para ahora y siempre.
Tarea casi imposible resumir su impronta en una profesión de
profesiones, esta que ejercemos unos miles en su terruño y que tiene como misión abordar lo que hacen las demás, y expandir la mirada hacia lo divino y humano que sucede en el entorno, con la misión de darlo a conocer a todos, ayudar a comprenderlo y aportar al análisis y las soluciones.
Esa tarea originaria del periodismo no se circunscribe a lo dicho
porque –incluso cada vez mas con la aplicación de las nuevas
tecnologías- tiende a diluirse la frontera entre lo tradicional (léase
entrevista, crónica, reportaje o la nota informativa) y lo novedoso
(el twit o el msm que hoy inunda el ciberespacio). Los peligros de que la velocidad de la comunicación de masas lleve a la simplificación del mensaje, y que éste de pie a la banalidad y la superficialidad para conformar factores del pensamiento contemporáneo podrán ser conjurados en la medida que prevalezcan lecciones como las dadas por el Comandante.
En el ya lejano 17 de junio de 1955, en su artículo “Aquí ya no se
puede vivir”, publicado en el periódico La Calle, Fidel indicaba que
la suya sería una voz con “la verdad de los que defienden a los
humildes…la del hombre digno y honrado…” Desde entonces, ese “hereje incorregible” se batió “como un Quijote contra todos los farsantes” en cuanto medio de prensa estuvo a su alcance y tuviera el coraje de publicar su pensamiento y sus denuncias. Mostraba ya las características de su periodismo que luego se reproduciría en ejemplos como los que encontrará en esta edición, algunos de ellos escrito con la tinta invisible del jugo de limón con los que elaboraba artículos en prisión.
Nuestra publicación tuvo el privilegio de estar entre los dos primeros medios cubanos “que atravesaron las líneas enemigas y penetraron en la zona rebelde. Ellos son testigos de lo que aquí se ha hecho con el tesón y el sacrificio de humildes luchadores…” como él lo consignara el 2 de mayo de 1958 en un mensaje autógrafo desde la Sierra Maestra.
Y en ese papel de dar testimonio hemos pretendido ser consecuentes con los tiempos y sus enseñanzas.
A sólo cuatro días del triunfo de 1959, en el periódico La Tarde
resaltaba su criterio “de constituir la prensa escrita un servicio
público de extraordinario valor para orientar al pueblo y mantenerlo debidamente informado de los acontecimientos”. Similar consideración ha tenido, a lo largo de su activa vida como revolucionario, la radio –por algo Radio Rebelde fue el órgano de los insurrectos cubanos- y la televisión, a partir de que la rebelión victoriosa se convirtiera en Revolución.
Son legendarias sus prolongadas comparecencias de los primeros años -televisadas y radiadas- en momentos críticos para llevar la verdad a la mayor cantidad de pueblo posible. y así esclarecer y refutar, educar e impulsar la compleja y gigantesca obra transformadora que se emprendía.
De aquellos primeros días fue un mensaje que nos enorgullece y
compromete a todos los que hoy trabajamos en ella: A la Revista
Bohemia, mi primer saludo después de la victoria porque fue nuestro más firme baluarte. Espero que nos ayude en la paz como nos ayudó en estos largos años de lucha, porque ahora comienza nuestra tarea más difícil y dura.- Fidel Castro
De aquellas fechas son válidas sus afirmaciones: “el periodista
trabaja para el pueblo, el periodista informa al pueblo. El pueblo
solo necesita que le informen los hechos, las conclusiones las saca
él, porque para eso es lo suficientemente inteligente…”
Una de sus mayores enseñanzas la proclamó tan temprano como el 8 de enero de 1959, cuando en el campamento militar de Colombia, el día de su llegada a La Habana, reflexionaba: ¿Cómo ganó la guerra el Ejército Rebelde? Diciendo la verdad. ¿Cómo perdió la guerra la tiranía? Engañando a los soldados” Poco después advertía que “Nos parece como que el mundo se hunde cuando una verdad se dice, ¡como si no valiera más la pena de que el mundo se hundiera, antes de que vivir en la mentira!”.
Esos eran días en que denunciaba las campañas de mentiras y calumnias que desde el extranjero, con apoyo de la reacción interna, pretendían desestabilizar el proceso revolucionario. Entonces, con la habitual visión estratégica de sus decisiones, organizó la. Operación Verdad, hito en el combate por la soberanía informativa, no sólo de Cuba, que entonces hizo nacer la Agencia Latinoamericana de Noticias, Prensa Latina (en junio de ese 1959) y que constituye enseñanza válida de movilización para procesos progresistas hoy sometidos a similares –y peores- maniobras antipopulares.
Años después fui testigo de sus propuestas y análisis en el Encuentro Latinoamericano y Caribeño de Periodistas en La Habana y recordaba sus palabras de entonces: “La prensa de América Latina debiera estar en posesión de medios que le permitan conocer la verdad y no ser víctimas de la mentira”. De esa visión actualizada nacieron iniciativas de diversa índole y magnitud, desde la modesta Argenpress, en Argentina, hasta la multinacional televisiva Telesur, en Venezuela.
Cuando el 7 de junio se celebraba un Día Mundial de la Libertad de
Prensa, en 1959, Fidel exponía otro de los pilares de su concepción
sobre el periodismo, el cual “no quiere decir empresa… porque empresa quiere decir negocio y periodismo quiere decir esfuerzo intelectual, quiere decir pensamiento.
Tanto habría que decir sobre esta faceta de Fidel que un estudioso
como nuestro querido colega Juan Marrero, historiador de la prensa cubana a la que el mismo aportó historia, realizó una recopilación que alcanzo casi 350 cuartillas de expresiones, citas y consideraciones al respecto. Ellas me han ayudado a eslabonar este texto, en particular porque soy de una generación posterior a esos pasajes fundacionales, aunque abrevé de experiencias como las suyas, las de Ernesto Vera, Elio Constantín, Enrique de la Osa, Baldomero Álvarez, Luis Báez, Julio García Luis y otros grandes del periodismo contemporáneo cubano que fueron colaboradores y discípulos directos suyos.
Mi primer contacto directo con él como periodista fue durante la
celebración del aniversario 70 de la Revolución de Octubre, en 1987. A partir de entonces, durante casi una década, di cobertura de
acontecimientos internacionales a los que estuvo vinculado. Como ya hice constar “Fue un privilegio multiplicador de mi profesión.
Enseñanza permanente para tratar de no ser de esos que, cuando el
hombre sabio señala a la luna, se quedan mirándole el dedo”.
Luego, desde el colectivo de la Presidencia de la Unión de Periodistas de Cuba, bajo la dirección de Tubal Páez, aprecié de primera mano la maduración de ideas y métodos en una nueva etapa, la del Período Especial, la desintegración del Campo Socialista y la ofensiva neoliberal global que pretendió acabar con la historia, tal y como ahora alguno quiere hacérnosla olvidar.
El advertía, en la década de los 90, “…una computadora conectada a la red de Internet es ya una posibilidad para hacer llegar… un
pensamiento a millones de personas en el mundo”. Fue momentos en que naciera la Mesa Redonda como nueva fórmula comunicativa y se iniciara la creación de nuestras páginas digitales y blogs.
En el VII Congreso de la UPEC, en 1999, dio un nuevo mensaje
trascendente al sector: “Necesitamos periodistas cada vez más
preparados, maduros, con experiencia y vocación, de sólidos principios revolucionarios para enfrentar esta lucha en que estamos envueltos. Los periodistas son soldados de primera línea en esta batalla.” Y como tales seguiremos sus enseñanzas.