Es un privilegio para un profesional de la prensa deportiva que lo sitúen en la cobertura del máximo evento atlético mundial, los Juegos Olímpicos. Y aquí sentimos ese sano orgullo. Sin embargo, me decía mi compañero de mil batallas de coberturas periodísticas, Ricardo López Hevia, que se estaba perdiendo los Juegos.
Y no le falta razón al fotorreportero. No podemos tener el don de la ubicuidad, de estar en varios sitios a la misma vez, pero luego al terminar la jornada, tampoco contamos con la posibilidad de una televisora mediante la cual ver lo que pasa o lo que ha pasado en cada jornada, a menos que paguemos una señal.
Una visita al Centro Internacional de Transmisiones (IBC, por sus siglas en inglés) aquí, nos puso delante de Danilo Sirio, presidente del ICRT, quien nos aseguró que Tele Rebelde estaba transmitiendo 24 horas diarias junto al HD1. “Además, de manera experimental, porque no todos cuentan con el equipo requerido para esto, pasamos de 12 a 14 horas por el HD2”. Sirio agregó que las transmisiones del boxeo son realizadas íntegramente por Cuba.
Expresó que está seguro de que nuestro país es uno donde más se están viendo los Juegos y lo hace sin abonar nada. “El pueblo disfruta de cada competencia mediante televisión abierta”. Afirmó que “se ha seguido y se seguirá a cada deportista cubano amén de sus resultados o posibilidades, aunque también se ofrece lo más destacado del programa competitivo y resúmenes diarios”. Es así, argumentó, que hemos podido entrar a cada hogar con hazañas como las del nadador Michael Phelps.
Por cierto, si esa leyenda olímpica de la natación, el súper héroe de las citas bajo los cinco aros desde que comenzaron en Atenas 1896, el hombre de quien se dice desciende del delfín, fuera un país, esa nación se ubicaría en el lugar 39 de 206, en el medallero histórico de estas justas multideportivas.
Aquí ya ha sacado de la piscina del estadio acuático tres medallas de oro, con lo cual sus alforjas se llenan con 25 preseas, de ellas 21 de oro. Pero se imaginan qué hubiera sido de los Juegos Olímpicos sin él.
Reseña ESPN que el tritón de Baltimore, en septiembre del 2014 llegó a pensar en el suicidio. Consumo de drogas, sumido en el alcohol, detenciones por conducir en estado de embriaguez, amenazaron con acabar con su existencia. “Yo era un tren fuera de control, una bomba de tiempo a punto de estallar. Tal vez el mundo sería mejor sin mí”, dijo. Por suerte, su amigo Ray Lewis, estrella del fútbol americano, y un libro, Una vida con propósito, del pastor Rick Warren, y la clínica de rehabilitación Meadows, lo pusieron en el camino de Río de Janeiro.
De historias así están hechos los atletas olímpicos, porque no son dioses, son de carne y hueso. Justamente esa cualidad que los hace mortales, son las que ponen el termómetro de las emociones a punto de estallar en las instalaciones de los XXXI Juegos Olímpicos.
Otra historia que ensombrece los Juegos fue la que vivieron varios periodistas la noche del martes, cuando el ómnibus que los trasladaba del rugby al centro de prensa cayó en medio de un tiroteo (hay fuentes que dicen que fueron pedradas) al cruzar por las inmediaciones de la favela Ciudad de Dios, donde nació la hasta ahora única campeona brasileña aquí, la judoca Rafaela Silva. Solo hubo un herido.
Por Oscar Sánchez Serra / Periódico Granma