Hace 25 años nuestro Fidel, en plena faena creativa, concibió un espacio de televisión para abordar la problemática internacional y nacional, como parte de su concepción sobre la educación y la formación de nuestro pueblo, apoyándose no en dogmas ni caprichos, sino en análisis propios y convicciones apegadas siempre a la verdad.
Fidel era el indiscutible ejemplo de líder que se comunicaba con su pueblo, y que, además, concebía medios y formas para hacerlo, de manera que la información llegara a todos y pudieran ser parte de ella.
Así, y por esos años de gran empeño comunicacional, también ideó y llevó adelante el proyecto de la televisión en los municipios.
Nuestro Comandante en Jefe abordó todas sus ideas y objetivos de comunicación en los plenos y congresos de los periodistas, donde “nos provocaba” a opinar, aportar, y también ejercía él mismo el periodismo, con un conocimiento que iba más allá de las preguntas que nos hacía, y se adentraba en la profundización de cada tema, que en su opinión, no estaba lo suficientemente esclarecido.
Muchos somos testigos de cómo seguía las problemáticas abordadas en la Mesa Redonda, y debatía con los panelistas, de tú a tú, cuando quería conocer algo más o alguna arista distinta del tema en cuestión.
Una vez, terminado el programa que trataba el tema del Oriente Medio, nos esperó en la puerta del ascensor que conducía al estudio desde donde se transmitía la Mesa Redonda. Nos saludó a los panelistas, en este caso a Randy, Dimas, Dufflar y yo, nos puso la mano en el hombro y a cada uno, nos “evaluó” y estableció un debate referido principalmente a lo que sucedía en Libia, como parte de la arremetida de Estados Unidos contra naciones progresistas de esa región. Allí, de pie, y en animado diálogo participamos durante algo más de una hora, en una clase magistral sobre una problemática que hoy, casi dos décadas después, se ha mantenido como entonces, o más bien, se ha deteriorado hasta llegar al genocidio israelí contra Gaza o a la complaciente irrupción de grupos militares extremistas en una especie de paseo por el suelo sirio, la toma de Damasco, la capital, y el abandono del poder por el presidente de esa nación árabe.
Del genio de Fidel, como educador y comunicador, nació la Mesa Redonda, con temas como “el regreso del niño Elián González”, literalmente secuestrado en Miami por la mafia cubano-americana, mientras su padre, en Cuba, lo reclamaba tras la muerte de su mamá en el peligroso tránsito marítimo, estimulado desde los Estados Unidos.
La Mesa Redonda, como las tribunas abiertas también concebidas por Fidel, donde el pueblo marchaba y exigía el regreso el niño, se convirtieron de inmediato en poderosas armas de combate y de desafío al imperio feroz que nos odia, y a quienes un día, o nacieron en Cuba o tuvieron algún parentesco en la Isla, y luego se convirtieron en odiadores enfermizos que por unos dólares hasta han llegado a llamar a que se produzca una intervención armada yanqui contra la isla de la dignidad.
Cómo no destacar el papel, no solo comunicativo, sino de participación popular, jugado por la Mesa Redonda durante los años en que nuestros Cinco Héroes estuvieron injustamente presos en Estados Unidos.
La Mesa Redonda, en mi opinión, ha sido el medio por excelencia que, bajo la orientación de Fidel, formó parte de la gran batalla comunicacional para lograr, primero el regreso del niño Elián González y luego, la liberación y llegada a la Patria, de Gerardo, René, Tony, Ramón y Fernando, nuestros héroes o simplemente Los Cinco, como el pueblo y el mundo los conoció por su conducta, firmeza y apego a la Revolución que estaban protegiendo.
La Mesa Redonda que hoy cumple 25 años, tuvo, en cada asiento, a especialistas en medicina, prestigiosos psiquiatras y psicólogos, maestros, intelectuales, periodistas, economistas, historiadores, deportistas, militares, y, de manera muy especial, a hombres del pueblo, a héroes del trabajo y de misiones internacionalistas, cuadros de la juventud…, y a los máximos dirigentes de la Revolución encabezados por Fidel.
Recuerdo las frecuentes visitas de nuestro Comandante en Jefe al lugar donde nos preparábamos para la participación, unas horas después, en el espacio televisivo.
Estoy seguro que, recordando hoy esas dos décadas y media de Mesa Redonda, estamos recordando a Fidel y autoevaluándonos cada uno de sus participantes, para saber más que todo, cuánta deuda tenemos con el Comandante en Jefe, con quien nos comprometimos a hacerla bien, asequible a todo nuestro pueblo, profunda y sencilla en sus análisis, sin que hubiese tema alguno, que no se sometiera al debate y la crítica oportuna.