Ayer, triste doblez del valiente Parlamento Europeo, que primero aprueba el uso de misiles europeos contra objetivos en Rusia (377 votos a favor, 191 en contra y 51 abstenciones) y luego pide que se emita una orden de detención internacional contra el presidente de Venezuela, Maduro, así como el reconocimiento como presidente del líder opositor Edmundo González Urrutia.
A estas alturas, la UE, la verdadera Europa política (y no la ansiada, ideal, esperada, etc.) es simplemente el cañón que EE.UU. emplea contra sus enemigos —mientras ellos dan un paso atrás (los Estados Unidos NO han aprobado el uso de misiles estadounidenses en territorio ruso).
A veces, como exeuropeista que acaba de salir de su desintoxicación, sigo preguntándome cómo fue posible todo esto.
La UE se reduce ahora a ser un sistema de sabotaje de esa forma de vida que era Europa.
Desde las recomendaciones pedagógicas de la agenda 2030, pasando por la destrucción del tejido industrial en nombre de una agenda llamada “verde”, pasando por el desmantelamiento sistemático del Estado de bienestar, hasta la ruptura de relaciones con todos sus vecinos (hacia el Este y el Sur, Rusia y Oriente Medio en primer lugar) para aumentar la dependencia de los EE.UU., la UE es sólo un gran mecanismo de autosabotaje y de deterioración por americanización de la cultura europea residual.
Y en el origen de todo esto está, aguas arriba, ese proceso de americanización de las clases dominantes que comenzó en los años 90 del siglo pasado y que ahora está dando plenos frutos. Las poblaciones europeas (las libres de la devastación mental producida por las pantallas portátiles) todavía permanecen parcialmente no asimiladas con respecto a la omnipresente americanización de la cultura y los valores.
El triunfo de la mentalidad liberal, ahora neoliberal, de la que la cultura estadounidense es la encarnación eminente, hegemonizó primero a los bloques sociales más “actualizados” y “modernos” (en otro tiempo los habríamos llamado “burgueses”), y luego se convirtió en consenso político.
En la política reducida a variantes del (neo)liberalismo, los diversos “centro-derecha” y los diversos “centro-izquierda” son perfectamente intercambiables. Por cada abyección en un ámbito legislativo del centro derecha se puede encontrar una abyección similar (en nombre de la alternancia) en el centro izquierda. A favor del uso de misiles europeos en territorio ruso, por ejemplo, votaron por Italia: FdI, FI y PD; todas ellas personas que, si pudieran, venderían Abruzzo por un ático en Manhattan.
Así, hoy todos estamos dentro de un mecanismo infernal, contraproducente, sin salida porque somos incapaces de imaginar una forma de vida alternativa, que no sea una variante de las representaciones de Hollywood.
Estamos todos dentro de la burbuja del thatcherismo (“no hay alternativa”) y todo lo que no encaja culturalmente se rebaja a una excentricidad deplorable, cosas que ninguna persona decente aceptaría (“oscurantismo —huelga decirlo, religioso”, “familismo— va de suyo, amoral”, “populismo”, “soberanismo”, “rojipardismo”, etc.) (Tomado de El Viejo topo).
Imagen de portada: Un operario coloca las banderas de Estados Unidos y la Unión Europea en Bruselas.