Marta Bonet de la Cruz supo que iba a ser musicóloga cuando escuchó al maestro Argeliers León en el Conservatorio Amadeo Roldán. Desde niña, su abuela la motivó a tocar el piano y luego soñó con investigar en el ISA los fenómenos relacionados con la música. Lo que nunca sospechó aquella joven es que se convertiría en la primera mujer en presidir la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
“En todas las tareas que he acometido siempre digo: soy una musicóloga que dirige procesos culturales. La Uneac ha sido casa y cuna de los más grandes intelectuales cubanos. Estar al frente de esa vanguardia artística, con una historia hermosa de acción, de pensamiento y saberse heredero de todas esas tradiciones culturales es una gran responsabilidad y un gran reto”.
Afirma que la musicología le permitió entender los procesos culturales. ¿Por qué escoger esta carrera precisamente?
La musicología me abrió las puertas no solo al universo musical cubano, sino también a una concepción más abarcadora de la cultura. Tuve la dicha de ser hija de una generación de grandes músicos y musicólogos cubanos; asistí a las aulas de Harold Gramatges, Roberto Valera, María Teresa Linares, Carlos Fariñas, Argeliers León, Alfredo Diez Nieto y Jesús Gómez Cairo, entre otros. La carrera, como ciencia que estudia el pensamiento de la música y los procesos musicales, me abrió un abanico muy amplio de posibilidades.
Su avidez de conocimiento la encaminó hacia el sector discográfico, la radio, la crítica y la investigación. ¿Cómo posicionar la cultura autóctona cubana en el contexto actual?
Es importante el papel que juega nuestra organización en el entendimiento de los valores más autóctonos de la cultura cubana. Hay que estar en las escuelas de enseñanza general, con nuestros niños y adolescentes. Hay que acercarse a las universidades, los barrios y las comunidades más intrincadas.
Recuerdo siempre una anécdota del maestro Danilo Orozco sobre su investigación acerca del son cubano y su conceptualización a nivel nacional. En el aula nos dijo: Me fui a las montañas de la Sierra Maestra, a un lugar intrincado donde no había prácticamente comunicación. Los habitantes de ese pueblito solo tenían radio y la única emisora que llegaba era CMBF, especializada en música de concierto y clásica. El musicólogo se sorprendió cuando le preguntó a los vecinos de la comunidad qué música les gustaba. Aquellas personas mencionaron la Sinfonía No. 9 de Beethoven y el Concierto No. 2 de Rachmaninov. Esto demuestra que nosotros debemos tener la capacidad de transmitir toda esa cultura, aunque implique un trabajo difícil y complejo.
¿Por qué la programación cultural ocupa un lugar protagónico en esa labor descolonizadora?
Un excelente ejemplo es la cruzada teatral Guantánamo-Baracoa, guiada por el actor Ury Rodríguez, recién electo presidente del comité provincial de Guantánamo. Armando Hart aseguraba que la política cultural se concreta en la programación cultural. En eso la Uneac tiene un papel decisivo, porque las sedes en todo el país deben ser referentes de la más alta jerarquía de la cultura y de los valores más autóctonos de cada territorio. Precisamente en el recién encuentro de la presidencia de la organización —acontecida entre el 3 y el 6 de septiembre pasados— esta labor suscitó un intenso debate sobre cómo renovar espacios y promover el arte de mayor calidad y a sus creadores.
Aunque la Uneac no ha sido presidida históricamente por mujeres, las artistas e intelectuales han protagonizado su desarrollo ¿Qué importancia le concede a su rol dentro de la organización?
Creo que el papel de la mujer siempre ha sido protagónico dentro de la organización. En el comité fundacional de la Uneac estaban nuestra Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso y la poetisa Fina García Marruz, por decir dos nombres insignes de la cultura cubana. La historia de la Uneac cuenta con figuras emblemáticas, mujeres decidiendo procesos dentro de la organización.
En muchos congresos estuvo Vilma Espín, paradigma de la mujer cubana. De hecho, hace poco tiempo se fundó el espacio Mirada de Mujer, encabezado por Laidi Fernández de Juan y Lourdes de Armas. Ambas escritoras han invitado a mujeres tabacaleras, médicas, representantes de la cultura en su sentido más amplio. No podría dejar de agradecer a tres creadoras que me han acompañado en la presidencia de la Uneac: la Premio Nacional de Artes Plásticas Lesbia Vent Dumois, la periodista Magda Resik y la Premio Nacional de Teatro Corina Mestre, que tristemente falleció el pasado mes de junio. Por tanto, aunque la historia de la Uneac no ha estado presidida por mujeres precisamente, sí ha tenido la impronta de la mujer cubana en su desarrollo cultural, social, ideológico y político.
¿Qué problemáticas se estarán debatiendo en el X Congreso de la Uneac?
El proceso que tuvo lugar en los comités provinciales, las asambleas de filiales y las asambleas de secciones aquí en La Habana ha sido revolucionario. Nuestros creadores han manifestado sus inquietudes. Hoy estamos transitando por un escenario de múltiples complejidades económicas —agudizadas por el Bloqueo Económico y Financiero del gobierno de los Estados Unidos junto a la inclusión de nuestro país en la lista de supuestos patrocinadores del terrorismo— pero el diálogo fluido con todos los organismos de la administración central del Estado, del sistema institucional de la cultura y el Partido Comunista de Cuba (PCC) nos ha permitido lograr una alta sensibilidad en torno al papel de los escritores y artistas en una nación como la nuestra para contribuir a resolver esos problemas.
Se están evaluando soluciones relacionadas con las fuentes de empleo, la bancarización, la participación de los artistas y escritores en los consejos técnicos artísticos y su relación con los medios de comunicación, entre otras. Desde la Uneac se han dado pasos para la construcción de soluciones comunes que permitan al movimiento artístico e intelectual vincularse y aportar a los procesos culturales. Pretendemos llegar al Congreso con una organización fortalecida y con respuestas concretas. En noviembre reafirmaremos una vez más que la cultura es la Patria y haremos propuestas sobre cómo enfrentar los procesos de colonización cultural, que afectan la autenticidad de la cultura cubana. Sin dudas el X Congreso servirá como plataforma de debate, propositiva y de búsqueda de soluciones.
El X Congreso de la Uneac honrará esa unidad dentro de la diversidad que promovió el Apóstol José Martí. ¿Qué relación existe entre Patria y Cultura, ese vínculo planteado por el etnólogo Fernando Ortiz?
Escoger esa frase de Don Fernando Ortiz para presidir nuestro X Congreso tiene que ver con la defensa de la cultura en el escenario actual. Fidel lo tuvo claro desde el triunfo de la Revolución, entendió que los movimientos artísticos y culturales definían los procesos históricos de cada país. En el caso de la Uneac, la cultura artística y literaria está enraizada profundamente en los conceptos fundacionales de la nación, Carlos Manuel de Céspedes, Martí, Fidel además de ser inmensos patriotas, también fueron extraordinarios intelectuales.
¿Qué haríamos si la cultura no estuviera profundamente marcada por toda la esencia de la identidad cubana? Esa herencia viene desde nuestros mambises, que a partir de un conocimiento profundo defendieron la independencia de Cuba y construyeron los cimientos de los postulados más importantes de la nacionalidad.
Por tanto, el X Congreso revelará el hondo compromiso de nuestros creadores por defender lo más genuino, autóctono de nuestra identidad cultural, que se enraíza también con los procesos más importantes de la historia cubana. Insisto en que será un escenario para el debate, pero sobre todo propositivo, aportador en función de Cuba. Resulta meridiana la participación de los escritores y artistas en la batalla contra la colonización cultural; es determinante legar a las nuevas generaciones los valores, la espiritualidad y las esencias que nos han sostenido hasta nuestros días.
La presidenta de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba añora volver al estudio de grabación. Aunque ahora ha pausado las labores de investigación propias de su profesión, sí opina sobre música de concierto cubana en la emisora Habana Radio. Su vocación de radialista terminó combinándose con la musicología. Desde su oficina ubicada en las calles 17 y H del Vedado, imagina estar ante las consolas, los micrófonos y los espectros de sonido. “Nunca he dejado de soñar con la música”, confiesa. “Eso es lo que me mantiene viva: ser una creadora” (Texto y fotos: Uneac).