«Con este homenaje sencillo como él, que fue un hombre destacado que sin embargo nunca quiso sobresalir, cumplimos el deber de recordar su apego y compromiso de toda la vida con el periodismo y la Revolución», dijo de Amado Andux Couso el vicepresidente de la UPEC Juan Carlos Ramírez Heras en la conclusión de la velada póstuma que se hizo en la sede central de la organización por el reciente fallecimiento del colega.
El vicepresidente refirió los tiempos en que, muy joven, se incorporó a la plantilla del periódico El Habanero, que tenía a Andux como subdirector y puntal organizativo. Juan Carlos agregó el paso de este pilar periodístico por la directiva nacional de la UPEC, en tiempos del recordado Ernesto Vera, y terminó su repaso con el profesor ya jubilado que no dejaba de visitar el poligráfico ni la editora para ofrecer opiniones y consejos.
«Tenemos que recordarlo por todo lo que hizo por la UPEC, el periodismo cubano, el Partido y la Revolución», señaló Ramírez Heras.
Delante de su familia, otros colegas aportaron trazos de la imagen múltiple de Andux. Tubal Páez, Presidente de Honor de la UPEC, relató anécdotas sobre los días en que él mismo dirigía El Habanero y conoció a Andux como un pilar en su equipo editorial: «Éramos invitados a recorridos, reuniones, chequeos de obras… y él siempre aportaba cultura, preparación y experiencia política para aquella vorágine que nos exigía heroísmo cotidiano», dijo.
El periódico seguía hasta los ciclones, que a menudo significaba seguir a Fidel Castro, y para hacerlo contaba con Amado Andux como organizador de los recorridos de cobertura. Esa disposición permanente no excluía de su personalidad un perfil «duro en determinado momento, porque defendía sus criterios en el plano que fuera necesario», acotó Tubal.
Es inusual en estos homenajes: Leonel Nodal, destacado reportero de Prensa Latina ya jubilado, no conoció a Amado en los largos años de ambos en la carrera, sino en un núcleo de militantes de barrio donde apreció enseguida, entre otras estampas colectivas que «ilustran allí la Historia de la Revolución», la intransigencia del amigo para defender los valores del proceso y preocuparse porque incluso en la estructura más alta se conozca los problemas de la gente común.
«Amado ejercía la autoridad con su conducta», recordó Leonel con una de las frases que mejor enmarcaron este retrato de prensa.
Otro colega de respeto, sobre todo en temas económicos, habló sobre Andux: a la hora de recordar al amigo, Fidel Vascós se quedó con la primera imagen, en los años ’60 del siglo pasado, cuando ambos defendían a Cuba con más que palabras desde las Milicias Nacionales Revolucionarias, la Lucha Contra Bandidos y el desarrollo de la nación: «Siempre —dijo— fue muy abierto a conversar sobre cualquier tema, con cualquier enfoque. Su obra merece una biografía seria para conservar su legado».
La importancia de los legados ya había sido defendida por Leonel Nodal, quien convocó a la UPEC a encontrar los caminos para promover su historia —que es la de sus miembros— entre los jóvenes del gremio.
Es la línea de homenaje que defendió igualmente Raimundo Gómez, quien dijo mucho, en breve frase, apelando solo a los contrastes: si Barack Obama, como cara del imperialismo, nos invitó un día a olvidar la Historia, es seña de que debemos hacer todo para recordarla. Y ella pasa, por supuesto, por los periodistas.
El grupo asesor de la UPEC perdió a otro de sus miembros. Este homenaje, organizado por la presidencia y Pedro Rioseco como presidente de esa delegación memoriosa, fue un acto de intensidad más que de masividad. Tal vez los soles de agosto menguaron la asistencia, pero allí estuvo gente que le quiso y eso es lo que más cuenta.
Su hijo —Amado como él, también en ese rato en la Casa Central— agradeció a la UPEC el homenaje y el acompañamiento en los ratos más duros e hizo a los compañeros de Andux un repaso apenas audible (¿realmente sería el audio o sería la emoción?) de la obra del viejo.
Del amasijo de nervios, Cubaperiodistas pudo pescar una frase: «Fue un ejemplo». No hacía falta escuchar más. Un rato antes, Ángela Oramas había dicho del amigo: «¡Dio tanto por la Revolución…!».
