Regla algún día fue un pueblo como otro cualquiera, en cuestiones de transporte particular, porque el precio difería con el horario…
Le subieron el precio como al granizado, de la noche a la mañana y sin explicaciones previas. Adoptaron la misma actitud desafiante de estos comerciantes, convencidos de que su oferta era equivalente a vender agua, a precios estratosféricos, en el desierto.
Por tales razones, decir que Regla algún día fue un pueblo como otro cualquiera, en cuestiones de transporte particular, sería mentir dada mi corta experiencia, pues siempre recuerdo las carreras de mi mamá para llegar a la piquera antes del mediodía, porque el precio difería con el horario.
No, no leyeron mal: “el precio difiere con el horario”. Me explicaron hace meses, quienes montaban un carro de alquiler en el Parque de la Fraternidad con destino al pesquero municipio. Antes del mediodía, debían pagar 15 pesos y, pasadas las 12 m., el impuesto crecía cinco unidades.
Esto pudiera considerarse como una especie de oferta-demanda, si no fuera porque, además de influir el horario, lo hace la posición de los meridianos terrestres (no encuentro otra explicación razonable), ya que el mismo recorrido, pero en sentido contrario (Regla-Habana), costaba solo 10 CUP, en cualquier momento del día.
Por inverosímil o descabellada que resulte la situación, la cosa se complica. Ahora, desde el parque El Curita (nueva ubicación de la piquera) hasta Regla, tiene un valor de 20 CUP tanto en la mañana como en la tarde, pero a la inversa cuesta 15 durante el día, 20 en la noche y 1 CUC, en la madrugada.
Sin embargo, el misterio de la diferencia (de precio) continúa para convertirse en experiencias amargas y malos tratos, pues ellos, dueños del mundo atrás de su timón, cobran la misma tarifa a quien recorra un kilómetro o seis.
Así, la muchacha que subió en la parada del cementerio y se bajó a la salida del pueblo, se negó razonablemente a pagar el monto de la carrera completa, entonces solo recibió un para nada amistoso: “si no tienes dinero no cojas carro”, acompañado de algún que otro improperio.
Ahora bien, ¿no poseen todos los recorridos delimitados su mitad, de manera que los viajeros conozcan el dinero justo del pasaje? Por ejemplo, del Parque de la Fraternidad hasta Boyeros, quienes se bajan antes del puente de 100 deben pagar 10 CUP, si no la tarifa asciende al doble, igualmente sucede en el tramo de Playa a La Habana: hasta el túnel de Línea es un costo y el resto del recorrido duplica el interés.
Pudiera preguntarme: ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿No es Regla la mitad del recorrido Habana-Guanabacoa? ¿Quién controla la tarifa del transporte particular? ¿Acaso, como son propietarios de sus vehículos, pueden imponer precios incoherentes?
…Y allá van los reglanos a pagar el impuesto que el chofer estime conveniente, pues subirse en los “chevrolets” híbridos de cuatro puertas y nueve asientos es preferible a colgarse del segundo escalón del siempre abarrotado P15.
Fuente: Chelsea Del Sol – Tribuna de La Habana