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SOS Venezuela: ¿otro capítulo intervencionista?

La injerencia siempre ha sido mala consejera, y ahora está alimentando a los elementos fascistoides que perviven en Venezuela, cuya acción depredadora era predecible porque su mentora, la derecha servil a los intereses foráneos, había dejado ver hace semanas que trancaría el juego si su candidato de pacotilla, Edmundo González, no era proclamado  ganador de los comicios presidenciales del 28 de julio.

La negativa a comprometerse con respetar los resultados que arrojara el Consejo Nacional Electoral fue el primer aviso que dio la Plataforma de la Unidad Democrática —donde se agrupan esos partidos virulentos, nucleados finalmente y luego de muchas escaramuzas en torno a la inhabilitada María Corina Machado—, de que una vez más recurrirían a la desestabilización.

Luego de una jornada de votación ejemplar el domingo, los primeros amagos de guarimbas empezaron a verse 24 horas después, de manera coincidente con las irrespetuosas opiniones de políticos de la región que cuestionan los resultados de las elecciones y se niegan a reconocerlos… como si la institucionalidad de Venezuela tuviese que depender de que lo hicieran.

Sin embargo, intentar levantar nuevamente, como tras las presidenciales de 2018, una cortina de aislamiento diplomático y de ilegitimidad en torno a Nicolás Maduro y al Gobierno bolivariano, constituye una nota grave que allana el camino para cualquier otra acción artera contra la nación venezolana, más allá de las 900 y tantas medidas coercitivas aplicadas unilateralmente por Estados Unidos contra ese país para ahogarlo económicamente, y los intentos de sabotaje y de magnicidio que han tenido en vilo durante los años recientes a la vida nacional.

Conspiran quienes afuera, con sus actos, buscan catapultar a aquella derecha; y pecan de incautos quienes cuestionan «de buena fe», porque están contribuyendo a poner en peligro la paz venezolana, y abriendo espacio a una nueva entrada de la mano del imperio en Latinoamérica.

Luego de contemplar la reiteración el lunes de algunas de las dantescas escenas de persecución y golpeaduras en plena calle y con saña a ciudadanos agredidos porque «parecían chavistas», el sentimiento de indignación crece entre quienes observamos desde fuera.

Con esa visión por delante, una pudiera detenerse a pensar si ese «respaldo» a la derecha violenta de parte de representantes gubernamentales de Argentina, Costa Rica, Chile, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay apenas alienta a las pequeñas hordas que en 2017 quemaron a personas vivas en las calles al señalárseles por ser bolivarianas, o si unos y otros están confabulados y todo forma parte de un plan para provocar la desestabilización. Ojo, porque ello podría justificar cualquier otra acción ilegítima, de mayor calado, desde el exterior.

Desde el Gobierno bolivariano se ha denunciado que el propósito es una reedición del fallido Grupo de Lima, cuyo quehacer fue instrumento para el propósito de hacer valer la supuesta presidencia interina de Juan Guaidó, seguida en ese momento por 50 naciones que lo reconocieron.

Edmundo González, el anodino candidato de la Plataforma que María Corina maneja como su ventrílocuo, es la figura decorativa que asumiría la nueva versión del personaje, solo que mucho más viejo, insulso y gastado.

El de ahora es, pues, un modus operandi reiterado que ya se implementó, y ¡fue derrotado! por un pueblo mayormente amante de la paz, y un Gobierno que brega por ella.

Pero esos pronunciamientos externos contra la nación bolivariana constituyen un acto injerencista inadmisible.

Todos quienes se sumen o permanezcan en silencio serán cómplices del nuevo ataque contra el Estado de Venezuela: su institucionalidad debe ser respetada. La democracia no admite revisionismos, sea del signo y el modelo que sea.

(Imagen de portada: El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, destacó que están haciendo frente de manera contundente al intento de golpe de Estado. Foto: Tomada de Telesur).

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Marina Menéndez Quintero
Analista internacional del diario Juventud Rebelde. Ha colaborado con distintos medios radiales y actualmente tiene un espacio en la emisora Habana Radio. Invitada habitual del espacio televisivo cubano Mesa Redonda. Ha dado cobertura a procesos electorales en Nicaragua y Venezuela, así como a otros eventos en la región y distintos lugares del mundo. Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí de Prensa Latina, y Premio Nacional José Martí por la Obra de la Vida (2023).

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