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Comunicación y machete en la Finca de los Monos

Apenas unos días después de su proclamación en Gaceta Oficial camino a su pronta entrada en vigor, la interpelación práctica de la Ley de Comunicación Social nos remite, en su ámbito, a la frase de Fidel del 8 de enero de 1959, en el todavía campamento militar de Columbia: “No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil. Decir la verdad es el primer deber de todo revolucionario”.

Si bien el lanzamiento público de la Ley coronó décadas de aspiraciones del periodismo y de otros campos de la comunicación, ella quedaría en mera letra impresa, o ingravidez digital, si no es plantada como herramienta cotidiana al centro mismo de la trinchera de disputas que rodea a Cuba. Tiene que estar en boca, y en manos, de todos.

El penoso incidente —convertido en “excedente” en redes sociales— en el centro recreativo habanero Finca de los Monos nos puso a todos en cuestionamiento. “¿Para qué quieren la Ley de Comunicación?”, preguntaba con sorna un colega al servicio del régimen que nos adversa y no sé por qué recordé en seguida aquellos versos con los que el gran Indio Naborí daba voz a un mercenario de Girón: “¿Quién ha visto carboneros con zapatos?”.

Hay que concederle que la pregunta es buena; a tal punto que, mientras ellos cuentan las horas que demoramos en exponer abiertamente un hecho —¡y de veras nos demoramos, señores!—, todos los comunicadores de la Revolución debíamos hacerla compañera de ruta para desentrañar los desafíos de un país en guerra, y no solo en su economía. ¿Qué vamos a hacer con la Ley después de tanto lucharla?

Sin Ley y con ella; más con ella, por supuesto, la prensa debe ser velocidad, compromiso, responsabilidad, pero sobre todo audacia, ese atributo que escapa a la más sobria voluntad legislativa para verificarse en el muy personal aliento reporteril. Mientras algunos no se enteran aún, conozco a periodistas que trabajaron toda la vida con espíritu de Ley.

Desde el gremio debemos sacar cuentas propias. Con razón o sin ella, muchos cubanos de otras esferas lamentan que la zona de la Finca de los Monos no mostrara, el día del infausto suceso, una cantidad de agentes del orden a la altura del desorden; lo que se me ocurre lamentar a mí es que no estuviera por allí alguna “patrulla” de reporteros profesionales que, sin esperar una cascada de permisos y orientaciones, trazara oportunamente los perfiles de la noticia y amortiguara con ellos lo que vendría después.

Los cubanos suelen pedir “mano dura” a las autoridades alrededor del delito, pero a los periodistas nos corresponde poner mano ágil. La sociedad nos exige lucidez y aplomo para estar en nuestro sitio y cumplir nuestra tarea, incluso si algún “Galileo” al frente de un medio puntual dude de que, entre “sin embargos” y otros temores, el asunto se mueva o no en el interés real del público.

La Ley de Comunicación Social deja muy claro que los medios son responsables de actuar con inmediatez, oportunidad y previsión. Y por si algún editor jefe pasa por desentendido, le hace ver que debe ponerse su armadura de combate porque él es el máximo responsable del cumplimiento de la política editorial, con el aporte de sus profesionales.

Hace tiempo dejó de ser noticia que el perro mordió al cartero; también, que el cartero mordió al perro, pero ya tampoco es noticia que los grandes polos mediáticos y su archipiélago en redes sociales “muerdan” al sistema de prensa cubano. Lo hacen porque hasta nuestros enemigos mayores saben que tenemos más cosas que defenderle que manchas atacarle a la Revolución. De cualquier modo, esa certeza tampoco puede hacernos olvidar que el ataque quirúrgico a sus lunares es uno de los mejores modos que tenemos de defender la limpieza de su luz.

Ello pasa, por supuesto, por una de las más delicadas omisiones en nuestra práctica: la no asunción de las diferencias entre los discursos y los tiempos de la política y la comunicación pública, esferas que están siempre llamadas a encontrarse en el punto medio que exigen las audiencias que levantan el país.

Los periodistas tenemos el derecho de obtener información veraz, objetiva y oportuna y el deber de comunicarla con inmediatez, coherencia y precisión. Así de simple… y de complejo. No hay que pedir el permiso que nos dio la vocación, la carrera, la práctica y ahora la Ley.

El periodismo, que las publica en sus espacios, no está para acomodarse a las notas oficiales incompletas por naturaleza, sino para producir las propias, con toda profundidad. La información no es de nadie y es de todos: el funcionario tiene que darla al periodista, el periodista tiene que darla al ciudadano, el ciudadano la invierte, como recurso, en la transformación social. Todos ganamos, aunque, inevitablemente, alguien se sienta  “tocado” por el camino.

No, no será un tránsito apacible porque comunicar es riesgo. Aunque a raíz de los sucesos en la Finca de los Monos más de un optimista extremo negó que hubiera violencia en Cuba; ella sí existe, a menudo en estampas “inofensivas” que no hacen más que certificar su preocupante extensión; sin embargo, tanto como esa preocupa sobremanera la agresividad en redes, erigida literalmente de desayuno a cena de miles de compatriotas y “carta de cubanía” para los mismos camajanes que públicamente se refocilan ante cualquier dolor de esta tierra.

A los reporteros no hay que tenernos lástima; contamos con yelmo y escudo que paran lanzas, pero debe recordarse que el periodismo cubano que opta por Cuba tiene del otro lado de esta tiradera no solo noticias falsas, sino hasta una falsa prensa que se camufla entre medios auténticos y nubladas publicaciones, y contrata lo mismo a corsarios de redes de poca monta que a reconocidas firmas de la derecha, pasando por corresponsales —”corresponsables” del daño, podría decirse— locales que luchan a honor partido por romper cada día una teja al techo de la nación.

Por todo eso, el periodismo no basta. La Ley de Comunicación Social da forma a una gestión integral que contempla el fomento de la cultura comunicacional en la sociedad, un punto donde ahora mismo, con perdón de las excepciones, estamos mal. Tanto o más que el daño de la verborrea infestada de algunos influencers, nos lastima la candidez con que una cifra no despreciable de compatriotas asume como cierto todo cuanto ellos dicen.

Dejando claro la responsabilidad primera de los medios y los comunicadores, hay que asumir que falta mucho trabajo de masas y hacer casi la alfabetización comunicacional que reencienda las luces en torno a quién ataca la patria, quién la defiende —y “la quiere más”— así como qué ha de hacerse para preservarla.

El mes pasado, el destacado comunicólogo franco español Ignacio Ramonet comentaba en una charla el formidable ejército en redes que conformarían todos los militantes políticos cubanos. ¿Se imaginan?

Es sencillo coincidir con que ellos tienen Causa para encontrar el efecto necesario; ahora bien, así como el cambio en la correlación de importación/exportación de la canasta básica cubana, hay que voltear esa tendencia de consumo acrítico de mensajes en redes por el aporte en ellas. Esto es; dejar contenidos propios, más que cargar los ajenos. Naturalmente, el grueso del calibre comunicacional debe quedar en los medios.

¿Qué más enseñanza sobre la Finca… y las “monerías” recurrentes de la comunicación anticubana? Que no tenemos que esperar que una mentira se haga viral para alistar jeringuillas. Viral viene de virus, y un virus puede matar.

Esa falsa “masacre” que unos cuantos refirieron, incluso citando supuestos testigos presenciales, es la masacre que el odio quiere tornar verdadera. Necesitan la masacre de individuos para matar el país.

No podemos ser ingenuos y, en periodismo, lentitud es ingenuidad. Como en los tristes accidentes de hace un tiempo, esto es también comunicación de crisis porque es un evento inesperado en un pueblo donde todavía —y ojalá hagamos perdurable esa cualidad— la violencia extrema es fenómeno esporádico y repentino que debe, sin embargo, hallarnos organizados.

Olvidando a esos informadores que en realidad solo quieren comunicar el epitafio de nuestro pueblo hay que admitir aquí adentro que sí, el 7 de junio éramos nosotros quienes debimos sacar a tiempo el machete… del periodismo. Somos los hijos y nietos de aquellos carboneros con zapatos, así que de ningún modo podemos permitir que en un disturbio de redes fallezca nuestra credibilidad.

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Enrique Milanés León
Forma partede la redacción de Cubaperiodistas. Recibió el Premio Patria en reconocimiento a sus virtudes y prestigio profesional otorgado por la Sociedad Cultural José Martí. También ha obtenido el Premio Juan Gualberto Gómez, de la UPEC, por la obra del año.

4 thoughts on “Comunicación y machete en la Finca de los Monos

  1. Espero que todos los periodistas del país hayan visto e interiorisado las palabras de María Teresa Bedia en el evento recién concluido de periodismo donde estaba presente nuestro presidente muy atento a ellas.

  2. Que esta ley de comunicación y la participación de los medios cubanos, cubanísimos, sirvan para que todas las instituciones de este país se preocupen por planificar y hacer las cosas MUY BIEN, porque saben que la prensa va a estar ahí, para evaluar, para la verdad, para opinar. Estoy segura de que puede ser una forma para reeducarnos en todos los aspectos de la vida cotidiana, en todo lo que no funciona en este país. Que sirva la prensa para mejorarnos como sociedad y hacer que se mejore. Con la verdad y la información inmediata. Nadie mejor que los cubanos que viven en Cuba para contar su verdad, sus defectos, sus problemas. Creo que sí.

  3. Formidable trabajo periodístico, de sabia, esperimentada advertencia. Ciertos Divulgadores,Especialistas en Comunicación Institucional, Jefes de Información, de Páginas, Editores, con los recursos de que disponen , y no son pocos, tienen que tener las pilas siempre puestas y bien recargadas para otear, saber, planificar, indicar las coberturas , afrontar las que inesperadamente surjan, temáticas que no deben faltar en el adecuado balance de las publicaciones, y sobre todo como Enrique lo plantea , sin tener que estar esperando por ”orientaciones” acudir, indagar, profundizar, aclarar, orientar, con el personal realizador, colegas, a disposición así como los Estados de Opinión que llegan a Medios, Organismos, Organizaciones, Instituciones, y que en la base sea difunden rápidamente…

  4. Excelente crónica!!!… Siempre me ha gustado saber algo partiendo de que: Las leyes se dictan para todos, de modo general, ese el concepto. Yo recordando a Martí en su libro “NUESTRA AMÉRICA “, bibliografía digna de releer hasta memorizar, por su asombrosa vigencia; algo asi dijo, que para diseñar leyes se precisa conocer al pueblo con sus particularidades para el cuál se diseña.. Muchas veces hacemos leyes para que se cumplan y respeten por ejemplo en Groenlandia…algo asi cómo…”nada que ver con Cuba ” o Haz lo que yo digo, y no lo que yo hago”…Es por general para TODOS. Pero para nadie es un secreto que la noticia verdadera y cruda, se demora en salir, es decir, es bloqueada la inmediatez, porque tiene que pasar por un filtro que tiene muchos tamices en todos los medios. Y cada vez me pregunto: Acaso seguimos haciendo leyes para incumplirla? O para que se cumpla en Groenlandia o porque faltó la vía para tener las herramientas que permitan sancionar?. No es menos cierto que en el más allá, existen tanques pensantes con extrema inteligencia, buscando vulnerabilidades para calar y atacar nuestro sistema y nos hemos preparado para los contra ataques, que es una cruda realidad porque en el ir y venir no nos dejan vivir en paz y armonía a nuestro modo. Lo cierto es que estamos en el medio de los ataques solapados del más allá. Pero el periodismo ante lo mal hecho en una empresa, en un mercado, en una institución de planificación física o de la vivienda, que dañan el buen desenvolvimiento de sus propias leyes y que hacen lastimar a la sufrida población, es también super lento y hasta es censurado al propio periodista. Ésta crítica o trabajo periodistico oportuna en función de resolver un problema a tiempo, a mi modo de ver, no se hace con inmediatez tampoco, es Acaso “porque ya, nadie quiere buscarse problemas”?. Estamos tan mal que llegamos a la era del conformismo?, de no importarme lo que pasa a mi lado? Quién COMUNICA a tiempo un PROBLEMA HOY?

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