Hoy se cumplen 86 años del nacimiento del escultor y pintor cubano José Delarra (1938-2003), quien tuvo un estrecho vínculo con la prensa a través de la ilustración de textos para periódicos y revistas. Como homenaje a sus aportes al periodismo y a la cultura nacional, reproducimos este texto de su autoría, publicado en su libro Laminario de Artes Plásticas (1990).
El dibujo, la escultura y la pintura
Una escultura es un volumen: puede ser un vaso, un libro o una casa. Tiene tres dimensiones: alto, ancho y fondo.
Una escultura también es un dibujo constante: así lo manifiesta en sus contornos de 360 grados. Es decir, si circunvalamos una escultura, a cada paso apreciamos una nueva silueta.
El dibujo existe por sí mismo como arte, pero el escultor, el pintor, el grabador y otros lo utilizan como una herramienta. Es la base de las artes pláticas y aplicadas. Es, también, lo primero que escribe un niño.
La A del dibujo es el punto; una línea es la palabra que puede expresar estados de ánimo, sentimientos, personalidad. Un grupo de líneas, a propósito de una idea, es el discurso del dibujante.
Leonardo Da Vinci dibujaba para estudiar; Goya fue primero pintor y después dibujante; Picasso siempre fue dibujante; Martí dibujaba para pensar. El dibujo es síntesis, es reflexión.
“La línea es mucho más vieja que el color”, dijo el poeta hindú Rabindranat Tagore. Aristóteles escribió: “El creador comienza por dibujar todos los contornos”.
El gran escultor del Renacimiento Miguel Ángel Buonarroti expresó: “Cuando yo os digo dibujar, pretendo daros todos los secretos de la escultura”.
El hombre primitivo dibujó, el niño dibuja, los humanos actuales dibujan para plasmar ideas, hacerse entender, pensar…
En Cuba muchos artistas notables han sido y son buenos dibujantes, como Fidelio Ponce, Víctor Manuel, Martínez Pedro y otros. Para dibujar, no es necesario saber mucho: es una necesidad. Yo le diría a usted: dibuje y comenzará a entender las reglas de este oficio, el de las artes plásticas.
