LA CRONICA

Libro Guerrilleras con Fidel: Memorias de siete combatientes del pelotón femenino Mariana Grajales

Como un soplo de verdor y montaña son estas páginas escritas para traer a la vida cotidiana de estos tiempos, aquella que vivieron en la guerrilla con Fidel, las muy jóvenes integrantes del pelotón Mariana Grajales. Los días de la guerra, con su carga de heroísmo, muerte, frío, heridas, amor y escalada profundamente humana de los seres, sirven hoy para inspirar fuerza a las luchas contemporáneas.

Los autores Yunet López Ricardo y Wilmer Rodríguez Fernández no sólo registran pasajes tremendos de nuestra historia sin escamotear contradicciones, equívocos, debilidades súbitas, miedos, lejanías, sino que nos devuelven los hechos en una interpretación poética de la realidad que privilegia la belleza y hondura de lo natural, la conmovedora fraternidad entre los combatientes y el aliento sublime que permitió a las muchachas sobreponerse y vencer con honor las dificilísimas pruebas que les puso la contienda. ¿Qué fuerza interior las ponía en marcha por desfiladeros, espesuras, balas y humedades? Cuba, el pueblo, los hijos, el sueño de un país sin atropellos, sin miserias espirituales y materiales; un destino mejor para todos y una patria soberana e independiente. Este libro es un registro épico, legendario y epocal.

Los testimonios de Orosia, Ada Bella, Delsa Esther, Angelina, Edemis, Juana y Lilia rebozan limpieza de espíritu, valentía y determinación. Conmueve el relato de Lilia Rielo, cuando apareció su padre anciano en el campamento guerrillero: “Fue a buscarnos -recuerda- un viejito de 75 años, caminando, a pie. No te puedo decir lo que nos dijo, porque lo único que hizo fue llorar. Hablamos solo unos minutos, a la orilla de un río. Quería sacarnos del país. `Carajo, muerta primero´. Y él se regresó caminando otra vez”.

Fidel, personalmente, las entrenó en el tiro y les dio misiones riesgosas como combatientes y mensajeras. Conmueve el silencio apesadumbrado de Fidel cuando recibe la noticia del asesinato de Lidia y Clodomira. A la memoria vuelve una voz; “Vivir es muy peligroso”, susurra el protagonista de una novela esencial de Nuestra América, Gran Sertón Veredas del brasileño Guimaraes Rosas. Y uno repite la frase mientras lee este libro de las guerrilleras. Es cierto, vivir es muy peligroso.

Ellas integraron su escolta, así que él determinó que tuvieran un papel crucial en el resguardo de su vida, tanta era su confianza en aquellas muchachas, en su voluntad, inteligencia y capacidades. Los pobladores de la serranía cuando las veían aseguraban; “Por ahí viene Fidel” y así mismo era, poco después se aparecía el Comandante con sus inquietos e incansables pasos, su estatura imponente y su bondad, su preocupación por todos, en especial por los niños y las madres campesinas en quienes reconocía desvelos y sacrificios inconmensurables.

Todas se mantuvieron firmes cuando sus propios compañeros o jefes las alertaron de los riesgos y dificultades por vivir si formaban parte de la guerrilla, para convencerlas de desistir como paso previo necesario a un presumible cansancio o a la posibilidad de que luego quisieran marcharse. Ellas perseveraron y se impusieron modesta, abnegada y resueltamente. Fidel siempre recordaba su papel en el combate de Cerro Pelado o cuando formaron parte de la tropa de Suñol y siguieron combatiendo con el jefe herido, o aquella vez que no abandonaron sus posiciones en la batalla de Guisa, a pesar de quedar sepultadas en su trinchera y sufrir el dolor punzante de constatar que un cañonazo había destrozado a Braulio.

En este libro, los parajes, las ansias y la presencia de las guerrilleras son descritas a partir de elementos del paisaje serrano. Los sentimientos fluyen como los ríos sobre las chinas pelonas. Las preocupaciones pueden sombrear el día tal neblina o tormenta. El pelo de una joven cae en cascada o va y vuelve como las olas del golfo. La premura cruza el amanecer con rayos de sol entre hojas y nidos. Las palabras son pájaros posados en el oído. El cuerpo rueda entre los trillos y las cañadas con la prontitud de una bola de fango. Una guayaba madura colorea los labios. Los bohíos, como robles viejos, soportan los vientos. Una chiquilla de 15 años tiene la piel fina como tela de cebolla, los ojos claros, igual que dos lagos pequeños, y el corazón agitado por unirse a las fuerzas de Fidel Castro. El Ejército Rebelde es la libertad, el anhelo a pesar de los rigores y las heridas. La pólvora quita el miedo y precipita la vida en la leyenda.

El título además, resulta una entrega primorosa de Ocean Press, Ocean Sur. Formato que invita a portarlo en el presuroso transcurrir cotidiano. Cubierta fotográfica en sepia que reproduce el perfil de las guerrilleras con Fidel… viñetas delicadas, papel beige, imágenes sugerentes, tipografía airosa, elegante. Y como si fuera poco, cuenta con una prologuista como la que merecen las historias deslumbrantes de este hermoso compendio: Alina Perera Robbio, una guerrillera de estos días, muchacha de gentil historia y palabras como frutas jugosas o pétalos silvestres, nos adentra en los testimonios y nos invita al asombro con un primer párrafo antológico. Ella nos dice:

“Este libro huele a helechos, a flores frescas detrás de la oreja, a mañanas nuevas y difíciles con las cuales recomponer un país. No necesita de muchas páginas para hacer pensar a cualquier lector, en las extraordinarias mujeres que ha tenido, tiene y tendrá Cuba”. Felicidades a Yunet y Wilmer y muchas gracias por rescatar estas voces y seguir contando historias que esperan y merecen el recuerdo para que pervivan como sus protagonistas, en el alma de Cuba que resiste y sueña.

Foto del avatar
Katiuska Blanco Castiñeira
Katiuska Blanco Castiñeira (La Habana, 1964). Periodista y ensayista. Fue corresponsal de guerra en Angola y redactora del diario Granma durante más de diez años. Es autora de libros como Ángel, la raíz gallega de Fidel, Fidel Castro Ruz, guerrillero del tiempo. Conversaciones con el líder histórico de la Revolución Cubana, y Todo el tiempo de los cedros. Paisaje familiar de Fidel Castro Ruz.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *