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Curiosidades de nuestro belicismo

La guerra de Ucrania y el belicismo galopante que estamos viviendo presenta algunas paradojas y situaciones curiosas.

Una de ellas es que, como EE.UU. bajo la presidencia de Trump se ha distanciado de Europa y ya no es un socio fiable, debemos aumentar nuestro gasto militar para no depender de Estados Unidos. En concreto, Emmanuel Macron, anunció que Europa deben potenciar su defensa ante el aumento de “la amenaza de Rusia” y las dudas sobre el compromiso de Estados Unidos con la seguridad del continente.

La paradoja es que precisamente era eso lo que exigía Trump a los europeos, que aumentaran su gasto militar. Aumentar ese gasto fuera del marco de la OTAN sería aumentar nuestra independencia, pero hacerlo dentro de la Alianza, como se está haciendo, es sencillamente cumplir la exigencia de Trump de colaborar más en sus costes.

La otra cosa curiosa es esa euforia reciente de enviar tropas europeas de paz a Ucrania. Lo han dicho Reino Unido, Francia y Dinamarca, y hasta Pedro Sánchez. Pero para ir a mantener la paz en un sitio primero tendrá que haber paz. Quienes no están haciendo nada para negociar la paz se ofrecen diligentes a mantener esa paz inexistente. De hecho, lo que están haciendo hoy estos países es enviar armas para la guerra. No puede resultar creíble que sea aceptable por las partes en conflicto el envío de una fuerza de paz formada por países que hoy forman parte de uno de los bandos de la guerra.

De hecho, lo que se denomina “fuerzas de paz” son los cascos azules de la ONU, es decir, un contingente enviado por acuerdo del Consejo de Seguridad, no unos países que se arrogan la competencia del mantenimiento de la paz en un lugar del mundo.

Y seguimos con declaraciones curiosas de gobiernos europeos. Por ejemplo el primer ministro británico, Keir Starmer, el mismo día que anunciaba una ayuda de 5.000 misiles a Ucrania, le proponía, junto a Macron, una tregua de un mes a Rusia. O sea, una tregua mientras llegaba los misiles a Ucrania.

Y volvemos de nuevo a Macron, ahora diciendo que Putin va a invadir toda Europa: “Rusia no se parará en Ucrania. Es una amenaza para Francia y para Europa”. Es gracioso porque Rusia jamás en su historia ni ha amenazado ni ha invadido Francia, mientras Francia sí intentó invadir Rusia, con Napoléon en 1812.

Y luego está nuestra prensa. LaSexta se saca una encuesta diciendo que el 81,7% de los españoles está dispuesto a enviar tropas a Ucrania. Y el reparto por votantes es todavía más asombroso. Los votantes de Sumar apoyan en un 87,5% y los de Vox son los menos partidarios con un 20,4%. La pregunta no podía ser más capciosa: “Si fuera necesario el envío de militares españoles a Ucrania como fuerza de paz junto a otros militares europeos ¿sería partidario de ese envío?”. ¿Pero quién establece ese “si fuera necesario”? Los que no sean partidarios es evidente que pensarán que no es necesario que vayan nuestras tropas, por tanto la pregunta les descarta en su enunciado. Y lo de “fuerza de paz” tampoco se sabe muy bien qué significa, en qué condiciones y bajo qué mando.

Por su parte, la agencia Efe, ante una noticia de un ataque ruso con drones pone en un tuit: “Rusia apuesta por la guerra en respuesta a la ofensiva diplomática europea”. Rusia y Ucrania sencillamente continúan con la guerra hasta que no se acuerde una tregua o un alto el fuego. Pero, ¿cuál es la “ofensiva diplomática europea”?

Mi conclusión es clara, Europa no está pintando nada en el conflicto de Ucrania, humillada y despreciada por Trump, necesita convencer a sus ciudadanos y a su propia burocracia de su dignidad, y para eso anuncia grandes gastos militares, se inventa misiones de paz y postureo de firmeza ante Rusia (Tomado de mundoobrero.es).

Imagen de portada: Encuentro en París en febrero entre Emmanuel Macron y el ucraniano Zelensky. Foto: Presidencia de la República francesa.

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Pascual Serrano
Pascual Serrano es licenciado en Periodismo. Crítico con la prensa tradicional, en 1996 fundó la publicación electrónica Rebelión (www.rebelion.org), proyecto que abandonó hace 13 años. Durante 2006 y 2007 fue director editorial de Telesur. Su denuncia a los métodos de información de los grandes medios tradicionales se ha reflejado en libros como Desinformación (2009), con prólogo de Ignacio Ramonet, o La prensa ha muerto: ¡viva la prensa! (2014). En Foca ha publicado Traficantes de información (2012), Medios democráticos (2016) y Paren las rotativas (2019). En 2019 recibió el Premio de Periodismo de Derechos Humanos que anualmente concede la Asociación ProDerechos Humanos de España (APDHE). En la actualidad dirige en Akal la colección A Fondo y colabora con varios medios.

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