En su casa, los girasoles azules que los nietos le han dibujado al cumplir los cinco años, como íntima tradición, tienen la categoría de obras de arte; sagradas también son las plantas que crecen junto a la ventana, amparadas por el sol, incluso esa de ají; porque para ella lo verdaderamente disfrutable no es sazonar algo después con sus frutos, sino el proceso de ver crecer, de germinar.
Y esa quizá haya sido una de las razones de vida de Edda Diz Garcés (Holguín, 1951): trabajar sin pausa para que los proyectos lleguen a buen puerto, sin perder de vista los detalles que hacen la diferencia; como insistir en que en los alrededores de la institución que se dirige crezcan las flores, o llevar a los niños al menos una vez por semana al parque…, sin importar lo cansada u ocupada que se esté.
Hace unos días, a esta periodista, doctora en Ciencias de la Comunicación Social, esposa, madre de dos hijos y abuela de cinco nietos, le otorgaron el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida 2025.
Desde entonces, se ha visto situada al otro lado de las preguntas, algo que no le era posible imaginar cuando, por curso para trabajadores, comenzó a descubrirle las cosquillas al “mejor oficio del mundo”. Granma no fue la excepción, y se lanzó al “ataque”:
–Café y conversación, ¿qué importancia tienen esas dos cosas para un periodista?
–Tremenda. No puedes sustituir la vida de la redacción en la formación de un periodista; ahí es donde se decide si lo eres de verdad o no. Además de que aprendes, te enamoras de la profesión. El intercambio enriquece y motiva.
“Una de las cosas que aprendí en la redacción es a abstraerme del ruido…, sentir a la gente hablando, riéndose, uno haciendo un chiste, el otro contando lo que le pasó en una guagua. Eso es maravilloso, es adrenalina pura para un verdadero periodista. El que no quiere intercambiar, no le enseña lo que hizo al colega, no consulta un título o no critica; mira, ese escribe, pero periodista no es.
“Y el café…, el café acabó conmigo, con mi estómago quiero decir, pero es otra cosa que se suma a la adrenalina”.
–Primero fue ¡ahora!, trabajó como reportera en la hoy Agencia Cubana de Noticias (acn), que años después dirigió por una década, ha incursionado en la radio, también en Trabajadores. ¿Cuál medio prefiere?
–El periódico, porque fue mi primer medio y mi primer amor, y porque en ¡ahora! y en Trabajadores fue donde pude ejercer el Periodismo en su versión de calle, el reporterismo; aunque en los demás he hecho Periodismo, porque el que dirige un medio tiene que poner esa impronta.
Edda habla pausado, pero sin demora. Hay un acento holguinero del que, a pesar de los muchos años en La Habana, no ha podido –ni querido, es de suponer– desprenderse. Sus ideas tienen el peso de lo que se ha reflexionado mucho, tal como corresponde a quien ha puesto buena parte de su carrera al servicio de la de otros, con lo que eso conlleva de desprendimiento y, muchas veces, de invisibilidad.
“Lo más importante a la hora de dirigir es pedir lo que seas capaz de hacer o, al menos, saber cómo. El que dirige un medio tiene que ser, en primer lugar, un buen editor, de la redacción y también a la hora de evaluar un trabajo y de orientarlo. La experiencia del periodista te permite decir: ‘si hicieras esto te quedaría mejor, o ve a tal lugar, contacta tal fuente’.
“Y lógicamente, si diriges y luego vuelves al Periodismo, has perdido tal vez destreza, porque es un oficio; pero tienes también experiencia de lo que hicieron otros. Tú nunca atiendes tanto lo que hacen los demás como cuando los estás conduciendo en un proceso de vida”.
–¿Por qué es el comentario su género favorito?
–Porque va más allá de la noticia, te lleva a la reflexión. Y en el Periodismo son fundamentales los argumentos, que creo que a veces nos faltan; saber para quién estoy escribiendo y para qué.
“Aunque, si bien es cierto que cuando haces algo más reposadamente, sin apuro, te puede quedar mucho mejor, no podemos renunciar a la inmediatez, si es posible en tiempo real, y en el caso de Cuba menos, por todas las razones que conocemos: la manipulación de la información en contra nuestra, la tergiversación y la mentira, que cuando intervienen primero, siempre se quedan en el subconsciente de la gente, aunque las desmientas después.
“Creo que hay que dar primero la información y después argumentarla, con la mayor calidad y profundidad posibles; y condimentarla, es decir, convertirla en un producto multimedia, transmedial”.
Edda es también una apasionada de la innovación, un aspecto de mucho peso en las transformaciones de las lógicas de producción de la acn: “Nos propusimos hacer cambios estructurales, organizativos, tecnológicos, sobre todo en términos de procedimiento y del uso de las nuevas tecnologías. Pero el principal tiene que ser en la cultura profesional.
“Es un proceso que debe sedimentarse y, sobre todo, generalizarse, pero se ha avanzado muchísimo en el cambio de la concepción del Periodismo que hacemos. Obviamente, es necesario que la gente se enamore de lo que hace. Llegar con amor a la profesión es fundamental”.
Muy clara de que su prioridad de prioridades es la familia, ahí ha tenido un baluarte: “Adoro a mis nietos, son cercanos a mí, tengo mucha confianza con ellos, hablamos con tremenda transparencia. Pero los que deciden son los padres, porque así lo apliqué con mis hijos.
“Mi mamá me apoyó mientras pudo; fue longeva y sana también, falleció con 98 años y yo estuve a su lado y la protegí cuando no se valía por sí misma. Eso se va transmitiendo, así como la costumbre de sentarnos alrededor de la mesa en las fechas marcadas, a la antigua, sin celulares; y no como una tarea, sino como un momento para compartir, sentirnos bien, hablar y recordar”.
En la privacidad del hogar, junto a su esposo también periodista, Edda es una mujer que disfruta escuchar música clásica, instrumentales, jazz, nada bailable, “no soy buena bailadora, esa es una de mis insatisfacciones, hubiera querido, pero no tengo destreza”.
También le gustan las novelas, hasta las turcas, así como detesta cocinar y todas las irremediables labores domésticas. Leer es otra actividad que disfruta mucho, sobre todo cuando tiene libros buenos; admira a Vallejo y a la Loynaz, pero su libro de cabecera es El Principito.
“Casi todos los días lo toco, me ha enseñado muchísimo, hasta de dirigir. Dice El Principito que la autoridad se logra con la razón, y que si le pides algo a alguien que no está en capacidad de hacer y no lo cumple, el responsable eres tú. También que nada es perfecto en la vida.
“Digo que el Periodismo me domesticó a mí, pero yo también al Periodismo, nos domesticamos mutuamente, y eres responsable de lo que domesticas. Me he sentido muy responsable de esta profesión”.
(Tomado de Granma)
Imagen de portada:. Iván Gutiérrez/Cubaperiodistas.