LA CRONICA

Borges

Confesé, no sin rubor, que había abandonado la lectura. Lo hice, casi en un susurro, al oído de Volodia Teitelboim, que presentaría en la Feria del Libro su Biografía Los dos Borges, vida, sueños, enigmas. Le mencioné el volumen que bien conocía: la edición de Páginas Escogidas de Jorge Luis Borges realizada por Casa de las Américas. Recordé cuánto había disfrutado el prólogo de Roberto Fernández Retamar en aquel texto publicado gracias a una circunstancia que se hizo posible “de modo casi azaroso, el 16 de septiembre de 1985”, cuando Retamar pudo hablar con el escritor argentino, después de recitar por teléfono unos versos, palabras al fin, propiciadoras del encuentro que fue casi un milagro si se tiene en cuenta, como explica el poeta, que “Borges no había ocultado, todo lo contrario, su hostilidad hacia la Revolución cubana, además de otras tristes hostilidades y afinidades”.

Luego, siguiendo el hilo de la conversación, le expliqué a Volodia que entonces estaba yo aún viviendo los primeros tiempos de ausencia de mi madre en este mundo y que algunas de las páginas iniciales del libro me impresionaron tan hondamente que decidí no continuar leyendo. En realidad temía a los estados depresivos insondables que aquella pérdida había suscitado en mí, de un modo tan tremendo que sentía necesarios los insomnios de madrugada para no hundirme en los absurdos y angustiantes pasajes soñados. Mientras extasiada, maravillada, conmovida, leía los poemas de Borges Remordimiento por cualquier muerte, La Noche que en el Sur lo velaron, o Los Enigmas, las palabras y la atmósfera creadas me regresaban instantáneamente al dolor y la desesperación: «…el muerto ubicuamente ajeno/ no es sino la perdición y ausencia del mundo./ Todo se lo robamos,/ no le dejamos ni un color ni una sílaba:/ aquí está el patio que ya no comparten sus ojos,/ allí la acera donde acechó su esperanza./ Aún lo que pensamos/ podría estar pensándolo él,/ nos hemos repartido como ladrones/ el caudal de las noches y los días”. Realmente avancé muchas páginas más, sobre todo en la parte narrativa y de ensayística, pero los poemas decidí no continuar viviéndolos: “Yo que soy el que ahora está cantando/ Seré mañana el misterioso, el muerto,/ El morador de un mágico y desierto/ Orbe sin antes ni después, ni cuándo”.

Han transcurrido muchos años y es diferente, no por olvido, sino porque el tiempo mitiga el desasosiego y la pena. Ahora me dije, conoceré al Borges retratado, descifrado por Volodia, sufrido y equivocado, habitante de un mundo paralelo, fantaseado, ajeno y cercano a los Tristes Aires de su tiempo. Después retomaré las líricas Páginas Escogidas, admiradas y abandonadas.

Volodia, a quien considero sabio por los libros, el mundo y la vida vividos, en la presentación de la biografía de Borges en la sala Nicolás Guillén, en la Fortaleza de La Cabaña, dilucidó por qué se había acercado a esa vida “que no debe repetirse porque en ella hay tragedia”, porque hay dolor y sufrimiento en alguien que se reconoció como “Hombre desgarrado hasta el escándalo por sucesivas y contrarias lealtades”. Al hablar de eso que llamaba Volodia, acto de comprensión dijo: “A veces me pregunto yo mismo, por qué escribí sobre Borges si no es comunista. Pues, por eso mismo, porque el comunista, el hombre de izquierda, el progresista, también necesita saber por qué un autor tan prominente y significativo puede ser tan atroz y ciego ante la realidad que ha proyectado el militar”. (Originalmente publicado en Juventud Rebelde, 2004).

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Katiuska Blanco Castiñeira
Katiuska Blanco Castiñeira (La Habana, 1964). Periodista y ensayista. Fue corresponsal de guerra en Angola y redactora del diario Granma durante más de diez años. Es autora de libros como Ángel, la raíz gallega de Fidel, Fidel Castro Ruz, guerrillero del tiempo. Conversaciones con el líder histórico de la Revolución Cubana, y Todo el tiempo de los cedros. Paisaje familiar de Fidel Castro Ruz.

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