En una de sus columnas en el periódico francés Le Monde, el analista Julien Labarre sostiene que el surgimiento de una oligarquía que une al capitalismo digital con el radicalismo ideológico amenaza el ecosistema de la información, y no solo en Estados Unidos.
Inmediatamente después de la asunción presidencial de Donald Trump, el experto afirmó que Estados Unidos se está hundiendo en un nuevo orden informativo, en el cual los ciudadanos se ven privados de las herramientas necesarias para comprender las cuestiones políticas.
Labarre argumenta que si el discurso oficial del 47º presidente de los Estados Unidos pretendía consolidar su imagen de salvador de una (norte) América en decadencia, es a través de sus intervenciones informales y de la logorrea (habla incontrolable) que acompañó la frenética firma de sus primeros decretos donde se revela la realidad más oscura: la trivialización de la mentira y la institucionalización de la desinformación.
El experto agrega que esa retórica, salpicada de invectivas y mentiras, no es nueva, en tanto entre 2017 y 2021, durante su primer mandato, se registraron más de 30 000 declaraciones falsas o mentiras emanadas directamente de la Casa Blanca. Sin embargo, acota que esta vez el peligro va más allá del discurso presidencial dada la actitud de los medios estadounidenses y la complicidad de los gigantes tecnológicos, que han contribuido al surgimiento de un orden informativo profundamente autocrático y frágil.
El columnista ubica uno de los pilares de ese nuevo orden en la preocupante alianza entre la administración Trump y las principales plataformas digitales. “Meta (Facebook e Instagram), por ejemplo, ha dado un giro tan espectacular como oportunista”, denuncia.
Labarre refiere que ese giro reside en el reciente anuncio de Mark Zuckerberg del fin de la verificación de datos en sus plataformas, presumiblemente para cortejar a Trump, un presidente que, sin embargo, fue suspendido por el propio Facebook, en 2021, por el contenido que publicó allí.
El analista refiere también el nuevo posicionamiento de Elon Musk, cuya proximidad a Donald Trump le ha abierto una influencia considerable. “Al frente del departamento de eficiencia gubernamental, tan nuevo como ficticio, se posiciona como un actor clave en las discusiones sobre la desregulación de las que varias de sus empresas podrían beneficiarse”, señala Labarre.
El propio sitio www.lemonde.fr había publicado antes una nota de Felipe Bernardo, titulada “Trump, Musk, Zuckerberg: la nueva ‘trinidad’ del poder estadounidense encarna lo peor de Internet y relega lo mejor al olvido”, que reseña un texto del editorialista Philippe Bernard, quien denunciaba, dos días antes de la toma de posesión del presidente estadounidense, que la adhesión de Zuckerberg clavaba el ataúd de una web soñada como herramienta emancipadora, al servicio del conocimiento y del humanismo.
Bernard evocaba el tiempo, nada lejano, en que la humanidad soñaba con que Internet sería, en el siglo XXI, lo que fue la imprenta en el siglo XV: una revolución al servicio del conocimiento y el humanismo, y lamentó el contraste de hallarnos de cara al empoderamiento de un Trump flanqueado por Musk y aplaudido por Zuckerberg. “La nueva ‘trinidad’ del poder supremo estadounidense encarna lo peor de Internet y relega lo mejor al olvido”, escribió.
Philippe Bernard criticó que, habiendo alcanzado la cumbre de la primera potencia del planeta gracias a las redes sociales, pretendan hacer triunfar su aversión al estado de derecho, su desprecio por el resto del mundo y sus intereses financieros y fustigó que, en nombre de la “libre expresión”, quieran, gracias a su riqueza, imponer sus palabras, autorizar la incitación al odio y hacer reinar la mentira. En Francia -dijo-, los mercaderes de la ira aplauden, al igual que los ideólogos del “menos Estado”.
Imagen de portada: Ilustración de mercurynews.com.