Hoy 28 de enero de 2025 se cumplen 172 años del natalicio de José Julián Martí Pérez (1853-1895); “estrella viajera que [al decir del doctor Eusebio Leal Spengler, (1942-2020), eterno Historiador de La Habana], se alojara en el cuerpo y en el espíritu de un hermoso niño que, con el discurrir del tiempo, llegaría a ser el Apóstol de nuestra independencia”.
José Martí le imprimó al ejercicio periodístico una serie de valores que signaron su fecundo quehacer en los medios de comunicación de la época socio-histórica que le tocó vivir.
La vida y la obra del más universal de los cubanos deviene referencia obligada, sobre todo para los colegas de la prensa, quienes sistemáticamente acuden a las citas martianas. De tal modo, la inmensidad del Héroe de Dos Ríos ha invadido — ¡y de qué forma!— el universo intelectual y espiritual de la humanidad.
Los balbuceos periodísticos de José Julián comenzaron en plena adolescencia, pero no fue hasta que llegó a México, donde verdaderamente entró de lleno en el ejercicio de nuestra noble profesión, percibida por el fundador del periódico Patria como fuente nutricia de ética, humanismo, patriotismo y espiritualidad.
A partir del momento en que comienza a colaborar con la Revista Universal, el Maestro integra la intelectualidad mexicana en la patria del Benemérito de las Américas, don Benito Juárez (1806-1872). De ahí, que sus contemporáneos conocieran de cerca al Martí periodista, ya que escribía no solo para esa publicación periódica, sino, posteriormente, para los medios estadounidenses e hispanoamericanos más importantes e influyentes del siglo XIX.
Los lectores de las crónicas, artículos y críticas artístico-literarias que escribía el joven periodista habanero percibían —con meridiana claridad— lo que le brotaba de la mente y el alma, y consecuentemente, expresaba a través de su prosa poética, que los cautivaba. No hubo rama del saber humano que escapara a la sagacidad periodística de Martí. Por consiguiente, llevaba al lector —con la ayuda de la prensa plana— al conocimiento de las disímiles culturas que configuran el legado material y espiritual dejado como herencia a la sociedad decimonónica.
Ahora bien, el fundador del Partido Revolucionario Cubano alcanzó la plena madurez periodística en Nueva York, donde residió por espacio de tres lustros, y colaboró con varias publicaciones periódicas. Esa urbe estadounidense marcaba el desarrollo del periodismo —sobre todo de tipo mercantilista (¿cuál otro podía ser?)— en toda la Unión.
Las escenas norteamericanas devienen su graduación como el gigantesco profesional de la prensa que fuera, es y será. Tanto es así, que él le otorgaba una fuerza insospechada al poder ejercido por la imagen, como genuina expresión de su pensamiento filosófico-antropogénico y ético-humanista. Leer esas crónicas era percibir, a través de la letra impresa, los hechos que acontecían en aquella sociedad, donde el hombre vale no por lo que es, sino por lo que tiene, sabe o sirve.
Tenía una gran capacidad de síntesis y de receptividad para captar todo cuanto acontecía a su alrededor. En todo momento, ejerció un periodismo de opinión, caracterizado —fundamentalmente— por la ética, ese “sol del mundo moral”, que según el poeta y ensayista Cintio Vitier (1921-2009), iluminara su efímera, pero fecunda existencia terrenal.
Así, el poeta mayor de la patria grande latinoamericana maduró como periodista durante su estancia en Estados Unidos, donde con su pluma —cual afilado bisturí quirúrgico— diseccionó las entrañas del naciente imperialismo norteamericano.
En el vecino país norteño, descubrió el periodismo moderno, escrito en la lengua shakesperiana, la cual llegó a dominar al pie de la letra, pero no por ello dejó de ser un eterno enamorado y gran estudioso del idioma castellano. La crítica especializada lo considera un lingüista consumado.
El periódico Patria constituye su obra cumbre, no solo desde el punto de vista periodístico, sino también desde la vertiente político-ideológica. Su discurso mediático estaba dirigido lo mismo al intelectual o profesional que al tabaquero, combatiente revolucionario en la manigua redentora o ama de casa.
Para José Martí, la honradez es la premisa esencial que identifica a un verdadero periodista. El profesional de la prensa que no lo sea, no puede ostentar ese título de dignidad.