Este 28 de enero, al cumplirse 172 años del natalicio de José Martí, dará inicio en el Palacio de las Convenciones de La Habana, el Encuentro Internacional sobre el Equilibrio del Mundo. En contexto tan propicio, se hace oportuno recordar la influencia que la poesía y el periodismo político de nuestro primer Poeta Nacional, José María Heredia (1803-1839), tuvo en la formación del joven José Julián.
I
La oda En el teocalli de Cholula (1821), una de los más importantes de la transición de la poesía en lengua española del neoclásico al romanticismo, la escribió Heredia, “para pasmo de la crítica”, al decir de Manuel Sanguily, a la edad de diecisiete años. Al aposentar en sus descripciones poéticas las bellezas de la naturaleza del Anáhuac, en contraste con motivaciones filosóficas y particularidades socioculturales de uno de los pueblos ancestrales más importantes de Mesoamérica, Heredia deviene el primer poeta americano en abordar con un lenguaje renovador la grandeza de un pasado, que no por ser una realidad histórica ya superada, carecía del hálito inspirador necesario desde el cual erigirnos en una nueva sociedad.
Medio siglo más tarde, el joven José Martí, conocedor de la vida y obra de Heredia, debió tenerlo muy presente durante su primer destierro en España, cuando al ingresar en la logia madrileña Caballeros Cruzados N. 62, adoptó el nombre simbólico de Anáhuac [i]. Mientras que a inicios de 1875, en el camino de Veracruz a Ciudad México, de nuevo la citada oda debió de ocupar su memoria, al contemplar las bellezas naturales de la región, inspirándole esta breve como intensa descripción poética: “¡Ah, qué grandeza! Como que algo se cae dentro del pecho, y se arrodilla”. [ii]
II
En cuanto al periodismo político de José María Heredia, si bien no se dio con la misma asiduidad que el relacionado con la crítica literaria, sí tuvo momentos en los que se puso de manifiesto su clarividencia política en relación con la defensa de la independencia de Cuba y la de las repúblicas americanas recién independientes. Ejemplo emblemático de esta proyección periodística de nuestro primer Poeta Nacional, es el artículo titulado “Mensaje del presidente Adams a la Cámara de Representantes de Estados Unidos sobre el Congreso de Panamá”, aparecido en el periódico literario mexicano El Iris, el 29 de abril de 1826.
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La respuesta de nuestro poeta a las objeciones del presidente estadounidense sobre el discutido proyecto de invasión con fines independentistas, es un verdadero antecedente de las más radicales posiciones que asumiría la política exterior cubana desde las guerras por la independencia nacional hasta el presente, a más de ser la primera en develar las futuras intenciones anexionista de los Estados Unidos con respectos a las dos islas. A falta de la presencia de Cuba y Puerto Rico en el citado Congreso por su condición de colonias de España, Heredia asume en su artículo la palabra en nombre de ambas, demostrando la posibilidad cierta de ganar la libertad que las ubique definitivamente en el concierto de las nuevas naciones americanas. De ahí que una vez develadas las ocultas intenciones del gobierno estadounidense, Heredia se haga las siguientes preguntas: “¿Ignora Adams que ninguna potencia europea podrá apoderarse de Cuba sin que se envuelva en sangre y fuego la mitad del mundo civilizado? ¿No sabe que Cuba, una vez despertada del letargo colonial, pesa mucho en la balanza política para que agregándose a cualquier potencia no trastorne el equilibrio y turbe la armonía del mundo? ¿Y no sabe que Cuba en manos de España es el punto de apoyo en que han de afianzar los reyes de Europa su palanca liberticida? ¿Cómo se desatiende de un peligro inminente para huir de uno quimérico, o lejano cuando más?” Y concluye nuestro poeta periodista: “¡Hijo de John Adams, la causa de América estará comprometida, mientras Cuba no sea libre, a pesar de tu política temerosa!” [v]
A veintisiete años de escrito este artículo, nacería en La Habana, un 28 de enero, el hombre que le daría continuidad a esta línea del pensamiento político herediano, tal y como lo han hecho saber otros estudiosos de nuestra historia política y literaria. Un día antes de caer en combate en Dos Ríos, José Martí, urgido por el necesario equilibrio a derivarse de la independencia de Cuba, en carta a su amigo mexicano Manuel Mercado, del 18 de mayo de 1895, le confiesa: “(…) ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber ─puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo─ de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”.
Cuánta razón tienen aquellos que dicen: “¡Quien es martiano, es herediano!” En este punto, cabe recordar a la poeta Fina García Marruz, cuando nos alertó que la deuda de Martí “(…) con Heredia, acaso igualable a la que tuvo con Mendive, es mayor de lo que parece, pues la afinidad fue también mayor”. [vi] Cualquier duda al respecto, téngase presente las siguientes afinidades, por demás, esenciales a toda existencia humana: la poesía, el amor a la familia y a Cuba, y transcurrir la mayor parte de sus vidas distante de ambos amores.
Notas:
[i] Samuel Sánchez Gálvez: Martí ciñó el mandil, La Habana, Ediciones Bachiller, Biblioteca Nacional José Martí, 2007.
[ii] José Martí: Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, t. 19, 1975, p. 22.
[iii] El Iris. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigación Bibliográfica. Edición Facsimilar. Ciudad México, 1986, t. I, pp. 129-132.
[iv] Ibid. p. 130.
[v] El año 1823, el mismo en que se frustra la importante conspiración separatista de los Soles y Rayos de Bolívar y en que fue restablecido el absolutismo en Cuba, los Estados Unidos emitieron, por boca de su presidente, la declaración de su política exterior que se conoce con el nombre de Doctrina de Monroe. Explicada en lenguaje diplomático, la Doctrina encierra los siguientes postulados:
- Los continentes americanos no deberían considerarse en lo adelante como campo para la colonización por cualquiera de los pueblos europeos;
- Los Estados Unidos verían como peligrosa para su seguridad toda injerencia europea en los países independizados de España, y
- Los Estados Unidos no intervendrían, por su parte, en las colonias europeas que existían en América.
La Doctrina de Monroe era de inmediata aplicación a Cuba. El postulado que aparece marcado con el número 1 equivalía a asegurar que los Estados Unidos se opondrían con las armas a que Inglaterra o Francia tomaran posesión de la Isla por venta, cesión o conquista (cosas de las cuales se hablaba en la época). Por el postulado número 3, los Estados Unidos se comprometían a no intervenir en Cuba para ayudar a su independencia o lograr su anexión: ellos garantizaban que nadie estorbaría a España en la posesión de su gran colonia de las Antillas”. Fernando Portuondo: Ob. Cit., p. 287.
[vi] Fina García Marruz: “Martí y los críticos de Heredia del XIX”, en Temas martianos, Dpto. Colección Cubana, BNJM, La Habana, 1969, p. 333.
(Tomado de La Jiribilla)