En su mensaje para la LIX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, pronunciado por la memoria de San Francisco de Sales, el papa Francisco llamó a los periodistas “a ser comunicadores de esperanza” y a “desarmar la comunicación”.
El documento traza el perfil del Sumo Pontífice del comunicador que necesita esta época: un profesional éticamente responsable que no sucumba a la “lógica” de la manipulación.
Una nota del sitio www.desdelafe.mx recoge la denuncia del líder católico contra los contenidos creados para generar reacciones basadas en el odio y lamenta la desinformación. Como respuestas, llama a transmitir la verdad y a alimentar la esperanza según los elementos característicos de la comunicación cristiana.
Francisco propone el perfil de un comunicador “capaz de hablar al corazón, no de suscitar reacciones pasionales de aislamiento y de rabia, sino actitudes de apertura y amistad”, siguiendo el modelo de Jesús y explica que, debido a “la desinformación y la polarización”, el trabajo de periodistas y comunicadores adquiere notable relevancia, en tanto su “valiente compromiso es indispensable para poner en el centro de la comunicación la responsabilidad personal y colectiva hacia el prójimo”.
El papa cuestiona que “con frecuencia la comunicación no genera esperanza, sino miedo y desesperación, prejuicio y rencor, fanatismo e incluso odio”, y lamenta que se simplifique “la realidad para suscitar reacciones instintivas”.
En su mensaje para la LIX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, Francisco reprueba la práctica de crear “informaciones falsas o deformadas hábilmente para lanzar mensajes destinados a incitar los ánimos, provocar y herir”. Ante ello, señala la necesidad de “desarmar la comunicación”, a fin de “purificarla de la agresividad”.
El llamado a los comunicadores incluye su alerta en torno a la “dispersión programada de la atención” a través de los sistemas digitales, con miras a “modificar nuestra percepción de la realidad”.
El referente religioso mundial considera que esas prácticas persiguen “identificar un ‘enemigo’ contra el cual lanzarse verbalmente” como algo “indispensable para autoafirmarse”, y advierte que “cuando el otro se convierte en ‘enemigo’, cuando su rostro y su dignidad se oscurecen para humillarlo y burlarse de él, también se pierde la posibilidad de generar esperanza”. Decidido, llama a no rendirse ante esa lógica.
En el texto, el papa revela su sueño: “… una comunicación que sepa hacernos compañeros de camino de tantos hermanos, para reavivar en ellos la esperanza en un tiempo tan atribulado”. A seguidas, define un estilo sano de comunicación: “… capaz de hablar al corazón, no de suscitar reacciones pasionales de aislamiento y de rabia, sino actitudes de apertura y amistad; capaz de apostar por la belleza y la esperanza aun en las situaciones aparentemente más desesperadas; capaz de generar compromiso, empatía, interés por los demás”.
Tal sueño aspira a una comunicación “… que no venda ilusiones o temores, sino que sea capaz de dar razones para esperar”. No obstante, el papa admite que, para lograrlo, “debemos sanar de las ‘enfermedades’ del protagonismo y la autorreferencialidad”, en aras de “evitar el riesgo de discursos inútiles”. Comunicar así, “ayuda a convertirse en peregrinos de esperanza”, asegura.
Imagen de portada: Foto de www.aica.org.