Es durante la noche cuando resulta hermoso creer en la luz. Justo cuando días y semanas se oscurecen con nombres como Oscar y Rafael, hay hombres y mujeres que insisten en iluminarlos. No importa si han de poner su existencia en riesgo. No importa si les confiarán la vida a unos guantes, a fajas de seguridad y a las varas de fibras de vidrio dieléctrico con que conectan y desconectan líneas.
Nosotros les llamamos linieros, pero merecen ser llamados héroes. Ellos laboran a diez metros de altura, y hasta a 42, atados por una faja, a merced del viento, la radiación solar o la oscuridad de la noche.
Incluso están habituados a ir donde sea necesario, en el momento que los llamen, con el cielo como techo, en continuo desafío a la corriente eléctrica y su alto voltaje. Son de lo más solidario de la especie humana.
Conocen muy bien la importancia de su labor, de devolver la electricidad y la iluminación a hogares y centros de trabajo… y no dudan en cumplir su misión. Por eso, desde hace algún tiempo, se les conoce como seres de luz.
¿A quién no le asusta su valor? ¿Quién no los reverencia? Precisamente, ciertos profesionales han puesto su mayor empeño en contar tamaña gesta cada vez más cotidiana. Ellos también son poetas de la luz.
Artistas como Tony Hernández Mena, Vladimir Molina Espada, Roberto Suárez, Otoniel Márquez Beltrán, Jorge Luis Sánchez Rivera, Dayam González, José Manuel Correa y Romario Iglesias Duque, han hecho arte del homenaje a los trabajadores del sector eléctrico.
Sobresale lo desafiante en el encuadre y los ángulos inusitados, la mirada avezada, la composición capaz de arrancar admiración, los primeros planos y efectos ópticos, el juego con la luz…
¡Hay tanta pericia en quien sabe que la luz es la mano izquierda de la oscuridad, y la oscuridad la mano derecha de la luz! Igual iluminan la escena para dirigir la mirada hacia donde prefieren, o fabrican siluetas y efectos luminosos impactantes mediante el contraluz.
Esta exposición, con 30 instantáneas publicadas en diversos medios de comunicación, confirma que no solo el Sol puede difundir la luz, sino también quien la rescata desde lo alto de un poste o una torre… y quien la captura con el lente de una cámara.