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“Nudos” de redes sociales ahogan a Palestina

Si bien la censura en redes sociales es un fenómeno global, el linchamiento de las opiniones propalestinas en ese campo representa un tipo diferente de censura, con consecuencias nefastas, que comenzó mucho antes de la actual guerra en Gaza y de la escalada de represión israelí en la Cisjordania ocupada.

En un análisis publicado en el sitio web seniales.blogspot.com, el periodista, escritor y editor de The Palestine Chronicle Ramzy Baroud, investigador principal no residente en el Centro para el Islam y los Asuntos Globales (CIGA), refiere que algunos ubican el surgimiento de esa censura en un acuerdo de 2016 que, según el gobierno sionista, buscaba “obligar a las redes sociales a eliminar contenidos que Israel considere incitadores”.

Ello se tradujo en el cierre de miles de cuentas y en la prohibición de muchos influencers afines en las redes sociales, con la esperanza de frenar las crecientes tendencias propalestinas en todas las plataformas vinculadas a Meta.

La actual guerra en Gaza —y más allá— ha intensificado la persecución. La censura se volvió tan sofisticada que cada vez más involucró a Israel. Una investigación del periódico The Intercept demostró en octubre que Jordan Cutler, ex alto funcionario israelí que ahora trabaja como jefe de política israelí de Meta, abogó por la censura de las cuentas de Instagram pertenecientes a Estudiantes por la Justicia en Palestina (SJP).

Ramzy Baroud sostiene que para garantizar que los mensajes “ofensivos” a la sensibilidad israelí fueran eliminados en gran número, Meta comenzó a censurar palabras específicas, considerando así contenidos enteros como ofensivos, racistas y antisemitas.

Pero Meta no fue la única red social involucrada en esa práctica. Ya el 17 de noviembre de 2023, la plataforma X (antes conocida como Twitter) declaró que los usuarios que escribieran términos como “descolonización”, “del río al mar” o expresiones similares serían suspendidos. Un año después, la plataforma de redes sociales Twitch siguió su ejemplo al revisar su “Política de contenido de odio” para incluir “sionista” como un posible insulto.

Tales decisiones no sólo afectan directamente la libertad de expresión y de prensa, sino que también confunden las conversaciones racionales con sentimientos antijudíos. La palabra “genocidio”, por ejemplo, no es un insulto, sino un término común, adoptado por numerosos países alrededor del mundo, que acusan a Israel de llevar a cabo actos de genocidio, es decir, la “destrucción sistemática de un grupo de personas debido a su etnia, nacionalidad, religión o raza”.

En su artículo, el periodista, escritor y editor de The Palestine Chronicle recuerda que, acompañada por la presión de muchos países, Sudáfrica presentó un sólido caso en La Haya y logró obligar a la Corte Internacional de Justicia a acusar a Israel de cometer actos de genocidio en la Franja de Gaza, en violación de la Convención sobre el Genocidio de 1948.

Ramzy Baroud argumenta que esto no es un asunto que Mark Zuckerberg ni ninguna otra empresa de redes sociales deban decidir basándose en consultas directas con quienes llevan a cabo las matanzas en masa en Gaza. Lo mismo —continúa— se aplica al sionismo, movimiento político-ideológico que remonta su historia a la Europa del siglo XIX y no alude a una raza específica ni a un texto religioso.

El daño de esta censura a los palestinos es extraordinario. Un informe de noviembre pasado del Centro Social Sada para los Derechos Digitales argumenta que el aumento de las violaciones digitales dirigidas contra el contenido palestino no podría llegar en peor momento.

Según la organización, “las plataformas Meta representaron la mayor proporción de violaciones con un 57 por ciento, seguidas de Tik Tok con un 23 por ciento”. YouTube y X le siguen con un 13 y un 7 por ciento, respectivamente.

Esa censura, señala Sada, incluye el cierre de cuentas de WhatsApp, otra plataforma propiedad de Meta que también está fuertemente controlada.

Ramzy Baroud hace una acotación impactante: a diferencia de la rutina de empleo que predomina en el resto del mundo, los palestinos de Gaza utilizan esas plataformas para saber quién está muerto; quién, vivo y para crear conciencia sobre ciertas masacres que a menudo tienen lugar de forma aislada, especialmente en el norte de la Franja de Gaza.

Respecto del norte de Gaza, Sada Social denunció un “apagón digital” que ha agravado el horror de la región: hambruna, asesinatos en masa, destrucción de todos los hospitales, etcétera. En el caso de Gaza, la censura de las redes sociales, motivada políticamente, está costando vidas humanas.

Human Rights Watch es uno de los grupos de derechos humanos que han denunciado la “censura sistemática” de Meta, especialmente en Facebook e Instagram. En un informe en diciembre de 2023, la organización identificó seis patrones recurrentes de censura: eliminación de contenido, suspensión de cuentas propalestinas, la reducción de la visibilidad, conocida como “banning en la sombra”, restricciones a la participación y deliberado uso indebido de políticas sobre discurso de odio y contenido gráfico.

El periodista, escritor y editor de The Palestine Chronicle explica que en Gaza la censura adquiere un cariz oscuro y letal, en tanto podría marcar la diferencia entre que la gente muera bajo los escombros de sus hogares o reciba ayuda.

Por último, Ramzy Baroud hace un llamado: aunque la comunidad internacional aún no ha traducido su solidaridad verbal con los palestinos en acciones significativas, lo mínimo que podemos hacer es darles a los palestinos el pleno derecho de expresar sus opiniones, compartir su dolor y generar conciencia sobre su difícil situación colectiva. “El mundo les debe eso y no se debe permitir que ninguna empresa de redes sociales obstaculice una demanda tan simple y razonable”, exige.

 

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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