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Un espacio soñado que siempre tengo a mano en la memoria

Octubre es el mes de la cultura cubana y no son pocos los que esperan las presentaciones de libros, conciertos y proyecciones cinematográficas. Para otros, una fecha menos conocida pero crucial, los hará agradecer, el día 19, a la memoria de Eduardo Heras León y a los profesores que cuidan hoy el proyecto más importante para escritores noveles en la isla. Se acerca el 26 aniversario del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso y comienzan los mensajes entre los egresados o las visitas “ocasionales” a la institución con la excusa de saludar.

Ubicado en 5ta y 20, en Miramar, Playa, la “escuela de escritores”, como gustan llamarlo algunos, no se limita a jóvenes de la capital. Jóvenes promesas y aprendices de toda Cuba optan, diciembre tras diciembre, para entrar en ella. Es sabido que en algunos concursos los ganadores egresados del Centro superan el 80 y hasta el 90 por ciento.

El Centro Onelio ha graduado más de mil alumnos y de ellos una cifra superior a 200 son escritores en activo o editores, talleristas, promotores culturales, tanto en Cuba como fuera de ella. Este texto nos acerca a algunos de sus más recientes egresados. Las jóvenes promesas del curso 24.

Ernesto Cabrera Zeruto. 24 años. Diplomático

En cuanto a la experiencia de pasar por el Centro, ¿qué te llevaste?, ¿qué se quedó en ti?

Me llevo el mosaico de escritores con diferentes técnicas, estilos y géneros; con lecturas tan amplias como diversas, y con proyectos literarios con un potencial tremendo.

Me llevo también esa amalgama de escritores-creadores-soñadores-guerreros con diferentes ideologías y preocupaciones, distintos contextos vitales y percepciones de la misma realidad. Me llevo un pedacito de la Cuba que se escribe hoy.

¿Qué se queda conmigo? La madurez, la tolerancia y la curiosidad para interesarme y apreciar en todo su valor varios géneros literarios y temáticas que antes menospreciaba o posponía demasiado.

Luis Manuel Sánchez Benítez. 29 años. Médico residente en Psiquiatría.

¿El Onelio te ayudó en tu formación como escritor? ¿Te hizo el camino más corto?

Pensar en el Onelio es pensar en uno de los mejores años de mi vida, y parece un cliché de lo más cursi, pero no estoy exagerando.

Tal vez muchos opinen diferente o parecido; yo siempre digo que las experiencias son únicas para cada uno, pero de que me cambió la vida, me la cambió.

Decir que me ayudó en mi camino como escritor es realmente poco. Me ayudó a descubrirme en muchos sentidos. Siempre le he dicho a mis padres: ‘Ni en pre, ni en universidad, ni en ninguna escuela, he estado tan motivado con las clases que se dan ahí’. No sé si seré solo yo, si estoy exagerando, si soy un friki que se siente un su ambiente natural, pero es la verdad. Le agradezco al 2020 y a la cuarentena por darme el tiempo para descubrirme como escritor, pero al Centro Onelio le agradezco por darme la oportunidad de conocer a personas increíbles, algunos son vitales a día. Al Centro Onelio le agradezco las tremendas ganas de escribir, y de seguir escribiendo.

Andrés Santana Alpízar. 27 años. Abogado

¿Por qué entraste al Onelio?

Entré porque sentí que debía potenciar mis habilidades narrativas. El mundo de la narración y la ficción eran grandes desconocidos, siempre fui un simple lector hasta que entré al Centro. Solo había escrito poesía y necesitaba conocer otro mundo, otras variantes para expresar mis ideas y contar historias. Asimismo, puedo decir que entré por la necesidad de potenciar las herramientas que ya tenía y, por supuesto, estar pendiente del mundo literario cubano. Siempre supe que era una academia de gran nivel, pero desconocía que también encontraría un grupo de amigos escritores de alto calibre, porque igualmente es muy positivo constatar tus textos con los otros, tallerearlos, despellejarnos si cabe, para luego perfeccionarlos.

Buscaba todo eso. Y lo encontré.

María Alejandra Santovenia Sardón. 25 años. Ingeniera industrial

¿El Onelio cumplió tus expectativas?

Más que cumplirlas, el Onelio superó mis expectativas. Desde el comienzo de mi carrera como escritora, estar en el Centro se sentía como un sueño, muy deseado, pero a la vez inalcanzable. Comencé con muchas ilusiones de aprender y superarme en mi carrera. Lo hice. Pero también aprendí sobre la vida, aprendí de mí, me descubrí en un entorno diferente del que estaba acostumbrada. El Onelio cambió algo dentro de mi ser y creo que aquello que te cambia para bien tiene un valor incalculable. Me gradué a principios del 2024, pero todavía se siente como un sueño…”.

Dayron Rubén Serpa Valcárcel. 42 años. Informático

Al eliminarse el límite de edad y poder entrar, ¿sentiste en algún momento el bache generacional?  ¿Estuvo bien eliminar ese límite?

Me parece más que maravilloso que hayan eliminado esa medida, actitud o acción. Los límites nunca son buenos, más en el proceso creativo. La Asociación Hermanos Saíz (AHS) tiene límites de hasta 35 años para casi todos los concursos que oferta o, incluso, becas literarias. Existen muchos otros dedicados a jóvenes menores de 35 años. Si bien es bonito fomentar que la juventud sea la principal aspirante, también es bueno recordar que muchos dejamos de ser jóvenes muy rápido por cuestiones de la vida y nos dedicamos a la escritura ya pasados de edad. Yo estaba loco por entrar al Onelio hacía más de 15 años, que fue cuando conocí de su existencia. Gracias a los directivos y creadores, la idea de eliminar ese límite es que hoy puedo ser parte de esta familia tan maravillosa. Espero que el Centro tenga muchísimos años más, siglos de ser posible. Diría que fue creado para ser sempiterno, ¿verdad?”.

Jonathan Sánchez Marrero. 28 años. Editor

¿Algo que agradecer?

Agradezco la constancia y la guardia, la vieja guardia que son los profesores y demás trabajadores del Onelio, porque sin una vieja guardia como esa sería imposible mantener el sueño. Los sueños necesitan guardianes, eso es lo que agradezco”.

Yakeline Rojas Agüero. Psicóloga

¿Qué es el Centro Onelio para ti?

El Onelio es y será un espacio necesario, donde confluyen las ideas y el hacer de quienes aspiramos a transformar este mundo mediante las palabras. Una casa diferente donde no se juzga y se respeta la individualidad y al individuo. Cuando traspasas la verja de esa casona, te adentras en un mundo en el que la utopía convive con el amor, la entrega, la sabiduría y la experiencia. Para mí fueron momentos únicos. Allí viví la pasión de los profesores, especialistas invitados, discusiones acaloradas solo con un objetivo, seguir soñando”.

Náthaly Hernández Chávez. 29 años. Escritora/editora

¿Qué importancia tiene para las personas que no viven en La Habana el curso del Centro Onelio?

Solo alguien de afuera de La Habana sabe lo importante e incentivador que puede llegar a hacer el Onelio para quien desee volverse narrador de forma profesional. No solo porque La Habana concentra muchas de las instituciones culturales de alcance nacional, sino por la vida literaria y formativa que tiene, pues las escuelas y academias de nivel superior que se enfocan en la especialización artística se encuentran allí.

“El Onelio no solo es la forma de acercarse a una enseñanza seria, capaz de dar las herramientas básicas de un conocimiento y práctica que necesita el autor, sino que te pone en contacto con otros narradores, de cuyas experiencias puedes aprender. Ocurre que en algunas provincias la vida literaria es más rica y activa que en otras. Con frecuencia los narradores, en especial los jóvenes, se encuentran alejados de la vida literaria de su ciudad y/o provincia. Ya sea porque esta no es muy activa, porque es cerrada o porque se especializa en otros géneros literarios (la poesía).

El Centro ayuda como un contrapeso, y también como una forma de romper las barreras espaciales y permitir que narradores de toda Cuba descubran más de sí mismos y de su verdadero potencial. Para aquellos que logran extraer todo o parte del beneficio que el curso les ofrece, el Onelio se vuelve una plataforma de despegue. Se da el caso de muchos autores que comienzan a ganar premios después de pasarlo, como resultado de que su técnica literaria está más pulida y que ha superado esta prueba de fuego, pero también puede volverse una familia que incluya a los egresados de un mismo grupo y sus profesores: amigos, mentores, personas a las que admirar, de las que alegrarte por sus logros y que puedan alegrarse por los tuyos, con quien compartir la misma pasión por la escritura y el mismo deseo por volverse cada vez mejores.

Para algunos de los egresados de fuera de La Habana pudo ser un curso más; para otros, un proyecto más o menos agradable, según cada uno; pero para otros tantos, es una experiencia definitoria, una que hay que preservar a toda costa para los narradores de todo el país que vengan después.

Lorena Alemán Massip. 19 años. Estudiante de Periodismo

¿El Onelio cambió algo en ti?, ¿qué?

Cuando empecé en el Onelio yo sabía un par de cosas de mí misma: me gustaba escribir de otras realidades lejanas a mí, me gustaban los cuentos de Cortázar, de Hemingway, las novelas de Murakami y de Paul Auster. También pensaba que siempre sería una lectora pasiva, incapaz de escribir, que la escritura era el toque mágico de los que habían nacido bajo ese signo. Durante el taller, tal vez porque lo viví a los 18 años, cuando uno recién empieza a enterarse de cómo van las cosas en el mundo, encontré la escuela que siempre había buscado.

Me di cuenta, viendo a mis profesores y compañeros talentosos, que los escritores, la mayoría de las veces, son gente corriente, que miran mucho y más profundo las trivialidades de la vida. El Onelio es un espacio soñado que siempre tengo a mano en la memoria para hacerme feliz. A veces, cuando siento que no me merezco las oportunidades que se me presentan, recuerdo las palabras de la profe Dazra (Novak) y su absoluta confianza en que soy capaz. El taller me ha donado la sensibilidad de enamorarme de las historias de las personas y de respetar esas confidencias personales como uno respeta la literatura. Le agradezco, sobre todas las cosas, a la memoria del taller, el reto de cada día intentar ser más comprensiva, porque como dijeron en clase, todas las historias humanas, con sus tristezas, sus amores y sus horrores, están escritas desde los inicios de la civilización y son, en esencia, un mismo cuento”.

El Centro Onelio en una palabra:

Horizontes

Esperanza

Indispensable

Viaje

Refugio

Oportunidad

Baluarte

Crecimiento

Familia

(Tomado de La Jiribilla).

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