La situación de Ucrania se parece cada vez más al episodio del hundimiento del Titanic. Los frentes, todos, se están derrumbando como un castillo de naipes, mientras la prensa occidental se comporta como la orquesta del famoso buque siniestrado. Mienten cada vez más fuerte para que no se oigan los gritos de pánico y desesperación del pueblo y el ejército ucraniano. Ciudades que antes se defendían por meses, hoy se están entregando en días a Rusia sin apenas resistencia. Las autoridades oficiales las abandonan antes de que se acerquen las tropas rusas. Está a punto de iniciarse la batalla por Pokrovsk, un nudo logístico de comunicaciones vital para la defensa de lo que queda por liberar del Dombás. Tras esta ciudad, hoy ya casi fantasma, ya no hay líneas defensivas establecidas ni apenas zonas habitadas, Rusia casi tiene todo el campo libre hasta el río Dnipro.
La estrategia de invadir territorio ruso para que las tropas de Moscú abandonasen los frentes del Dombás y moviese las tropas en defensa de Kursk, ha devenido en un fracaso total. Ha sido Zelensky quien ha abandonado el resto de frentes y eso es algo que no le perdonan ni sus soldados, ni sus ciudadanos. Tal vez tenga que ver con el convencimiento expresado en los últimos días por el propio gobierno de Kiev de que la población de las repúblicas reunificadas con Rusia “está esperando” a los rusos como agua de mayo. Ese, se quiera ver o no, ha sido el origen del conflicto. La Ucrania surgida del golpe de estado fascista los había convertido en ciudadanos de segunda, les había impedido usar su lengua, rezar según su religión, no ha invertido una grivna en infraestructuras desde hace decenios, han pretendido borrar su historia, su cultura, sus tradiciones. Aún peor, a una parte de ellos se los ha bombardeado, asesinado, asediado, torturado. ¿Cómo pretenden ahora que deseen ser súbditos del régimen fascista ucraniano? Se acusa a Rusia de iniciar una guerra que realmente comenzó la OTAN en 2014 y de invadir unas repúblicas que libremente decidieron unirse a una Federación de la que nunca debieron segregarse Pero lo único realmente importante es el respeto a la voluntad popular, no los trazados de fronteras pintadas en los despachos de los poderosos.
Los propios analistas militares rusos están desorientados ante tanta debilidad. Si Ucrania ha decidido abandonar Nororossiya y el Dombás y dejarlas en manos de Moscú, ha de ser por algo realmente importante. Si en ajedrez sacrificas la dama es para tumbar al rey tras unas pocas jugadas más. Cualquier otra cosa sería un suicidio, que es lo que parece que el ejército de Zelensky ha decidido hacer al atreverse a invadir Rusia. Parece que Ucrania todavía dispone en la reserva de unas 5 brigadas intactas y bien equipadas, a los que hay que sumar los F-16 que, de momento, deben estar en su mayoría en países de la OTAN en los alrededores del país esperando la orden de atacar. Es cierto que ha habido nuevos intentos ukronazis de traspasar las fronteras de la Federación, como en Belgorod, pero todos han sido fallidos. Es más, tienen el aspecto de tentativas para probar las defensas territoriales rusas y buscar posibles debilidades o quizá se trate maniobras de distracción para posteriormente atacar en lugares totalmente diferentes. Claro que ello es presuponer que hay vida inteligente en la OTAN y en el gobierno del usurpador Zelensky… y quizá sea mucho suponer.
La tentativa de Kursk, planificada y dirigida por la OTAN desde sus inicios, ya es un fracaso sin paliativos. Ha sido frenada en su totalidad, pero es aún peor, desde hace unos días, Rusia está recuperando muchas de las aldeas pérdidas durante la operación relámpago del 6 de agosto. De seguir esta progresión, a veces hasta de 50 km2 al día, en unas pocas semanas se habrá expulsado por completo a las tropas invasoras y es posible que peligre incluso la ciudad fronteriza ucraniana de Sumy. Kursk se ha convertido en la tumba de más de medio millar de blindados occidentales, de muchos cientos, o incluso de miles, de mercenarios. Las bajas totales del bando ucraniano ya superan las 6 o 7.000 personas y en estos momentos la superioridad numérica rusa sobre el terreno es manifiesta.
Se podrían trasladar allí esas cinco brigadas restantes de las que se habla, pero tampoco sería cosa fácil, ya que se está bombardeando sin cesar la retaguardia y las rutas de abastecimiento de las fuerzas que han avanzado sobre suelo ruso. De hecho, los problemas de los invasores son tan grandes que se están alimentando del pillaje de viviendas o supermercados en las pequeñas aldeas que aún permanecen ocupadas. La decisión de abandonar zonas fortificadas en el este y el sur del país para centrarse en zonas donde es prácticamente imposible defender las posiciones tomadas es una auténtica locura, sobre todo sin una fuerza aérea de apoyo. Literalmente, los están cazando desde el aire como a patos. Kursk es otra picadora de carne donde están sacrificando buena parte de la mano de obra y el equipamiento que aún le quedan a Ucrania con un propósito imposible o desconocido.
La situación es tan desesperada y los movimientos militares ucros tan aparentemente absurdos, que uno puede tender a pensar que debe haber complejas tretas ocultas cuando todo se podría explicar simple y llanamente por la estupidez de sus protagonistas, algo de los que nos previno Hanlon en su famoso y lapidario principio.
Pero mientras, los medios occidentales, todos al unísono, seguirán tocando música relajante para hacernos creer que todo marcha según lo planeado, que Putin está aislado, que los defensores de la libertad vamos ganando esta guerra, que la economía rusa anda por los suelos… y que los ucranianos van a llegar pronto a Moscú. Así seguirán haciéndolo hasta que el Titanic quede reducido a unas cuantas maderas flotando a duras penas en un mar bravío y ya nadie pueda ocultarlo por más tiempo. Triste destino el de la antaño respetada profesión periodística (Tomado de Resumen Latinoamericano).
Imagen de portada: Fotograma del filme Titanic (Estados Unidos, 1998) James Camerón.