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Referente enaltecedor y útil para las generaciones de siempre

En abril de 2020 escribí una propuesta de prólogo al libro de Ángel Fernández Vila de su libro en preparación sobre el sistema de la propaganda y la prensa clandestinas durante la lucha contra la tiranía batistiana. Sirvan estas líneas ahora como homenaje al compañero que acaba de fallecer, quien encontró en la UPEC un espacio para exponer e intercambiar sobre sus investigaciones, con la seguridad y satisfacción de hacerlo en un auditorio familiar, que ineludiblemente hacía recordar al también periodista clandestino Ernesto Vera Méndez.

La lectura de este libro invita a meditar acerca de la grandeza de aquellos luchadores en la historia, que movidos por las ideas puras de la libertad y la justicia social, desafiaron la muerte propia o ajena en cada decisión. Es en esos momentos cuando se multiplican el desinterés, la entrega y la lealtad al compromiso asumido; la dimensión de la especie humana se expande, la solidaridad crece y se hermanan los hombres y mujeres en cada acción. Luego, cuando se logra la victoria, tras incontables sacrificios y obstáculos, paradójicamente llega hasta sentirse nostalgia de los tiempos vividos.

Es lo que algunos denominan el misterio del peligro, del corazón a todo ritmo, del sobresalto persistente, de la mente fría refrenando las fuerzas de conservación de los instintos ante el cumplimiento del deber y la cooperación ineludibles.

Como en todo proceso genuinamente revolucionario, en el estudio de la lucha contra la tiranía de Fulgencio Batista en Cuba es imposible separar la propaganda del pensamiento estratégico de la conducción de la contienda, pues junto a la implementación práctica de las acciones estaba la publicación de la denuncia, de los argumentos, la información y la orientación, apelando a las reservas de patriotismo y dignidad del pueblo en general y de los combatientes en particular.

La acertada afirmación de Fidel de que solo hubo una Revolución subyace en esta obra, dado los principios de independencia y redención social que inspiraron siempre a los mejores cubanos en más de siglo y medio de luchas. El Cubano Libre, por ejemplo, fue fundado por Céspedes en 1868; retomado por Maceo en 1895; y devuelto a la luz por el Che, en 1957, en la Sierra Maestra, sin olvidar otras publicaciones con un carácter genuinamente revolucionario que surgieron en la República burguesa neocolonial.

La emoción palpita en las páginas de esta obra con testimonios gráficos y textuales de las distintas formas de expresarse la propaganda, desde los primeros periódicos clandestinos previos al 26 de julio de 1953, que constituyeron importantes análisis de la insostenible situación del país, agravada con el golpe de Estado de marzo de 1952 que derogó la Constitución de la República y cerró cualquier salida democrática a la situación imperante.

La impresión y circulación masiva de la Historia me Absolverá, concebida y dirigida por el propio Fidel Castro desde el presidio, fue una tarea cumplida en muy riesgosas condiciones por un destacado grupo de militantes y dirigentes del movimiento, que posibilitó poner en manos del pueblo y de la organización insurreccional la acusación a la tiranía por los crímenes cometidos, la enumeración de los grandes males del país y las bases del programa del Moncada.

La prensa revolucionaria en el escenario urbano clandestino conllevaba medidas estrictas del trabajo conspirativo, pues debía realizarse bajo el permanente acoso del aparato represivo y de las redes de delatores al servicio del dictador, encabezados por jefes sumamente sanguinarios.

Se nos muestra también una valiosísima recopilación de lo hecho en las publicaciones de los frentes rebeldes y en el llano, tanto desde aquellas de limitado alcance, con recursos de impresión muy restringidos, incluso las escritas a mano en las prisiones, como de aquellos órganos de mayor tiraje con contenidos y diseños más elaborados.

Mientras, Radio Rebelde ─órgano del cual el autor fue subdirector en la Sierra Maestra─ llegaba a los hogares cubanos, con un valioso papel en la formación de la conciencia de los oyentes de Cuba y el mundo, de lo que sucedía en nuestro país, con el principio ético de anteponer la verdad al informar los partes de guerra o emitir la opinión editorial ante determinados acontecimientos.

En el momento más duro de la ofensiva del ejército contra el Primer Frente, cuando se libraban batallas decisivas, Radio Rebelde quedó peligrosamente en medio de los combates, a tal punto que el Comandante en Jefe tomó la decisión de crear las condiciones para hacer volar la emisora, en caso de que las tropas enemigas pudieran llegaran hasta los equipos y se interrumpiera el importantísimo vínculo con las audiencias.

Es de admirar la localización y recopilación de valiosas evidencias, expuestas, tanto en textos e ilustraciones, que salieron a la luz hace más de medio siglo; sin embargo, ello no sorprende, dadas las responsabilidades desempeñadas y misiones cumplidas por el autor, el coronel Ángel Fernández Vila, como la de delegado nacional de Propaganda del Movimiento 26 de Julio, íntimamente vinculado a lo narrado, y a las herramientas de investigación adquiridas en su desempeño posterior como docente en el terreno de la Medicina.

Los facsímiles de portadas de “El Cubano Libre”, “Revolución, “Sierra Maestra” y “Surco”(en el Segundo Frente Oriental “Frank País”), y las surgidas a partir de la creación de lo que denominaron acertadamente como propaganda dirigida con decenas de publicaciones diseñadas para  determinados sectores de la sociedad cubana –ahora diríamos los públicos segmentados─, para sumarlos a la lucha teniendo en cuenta sus intereses, demandas y contradicciones con la dictadura, como las agrupaciones obreras, estudiantiles, religiosas y hasta las propias fuerzas armadas del régimen, entre otras.

El doctor Fernández Vila incluye en este libro la tramitación de entrevistas con reporteros extranjeros de renombre que fueron trasladados en secreto hasta el Primer Frente guerrillero y lograron entrevistar al líder de la Revolución. La de mayor repercusión fue la del destacado periodista Herbert Matthews, del diario “New York Times”, quien dio a conocer la sensacional noticia de que Fidel Castro estaba vivo y al frente de su tropa, echando por tierra las mentiras de la tiranía, que proclamaba que este había muerto.

De enorme interés resulta igualmente la selección de declaraciones, cartas y llamamientos; impresión de bonos seriados y firmados por el Comandante en Jefe emitidos para recaudar fondos para la guerra; campañas publicitarias de gran creatividad conceptual, e incluso otros documentos que se comparten con los lectores, como es el caso de un informe del autor a su jefe en prisión en La Habana, evaluando la situación de propaganda clandestina tras un recorrido por todas las provincias en 1958.

Incluye lugares, nombres de compañeros y pasajes de las gestiones llevadas a cabo para obtener los aseguramientos de las imprentas clandestinas que incluían cantidades notables de papel, tinta y otros insumos, de las operaciones para mantener las publicaciones, aun cuando los talleres fueran ocupados por la policía, y destaca el heroísmo de redactores, ilustradores, operadores de máquinas de reproducción, y distribuidores de periódicos, ocho de los cuales fueron asesinados por sus actividades en este frente.

Fernández Vila sostiene al inicio del libro que fue con la denuncia de las verdaderas intensiones del golpe militar del 10 de marzo de 1952, que el joven abogado Fidel Castro respondió con su contundente escrito “¡Revolución no, zarpazo! iniciando así la propaganda revolucionaria de la etapa insurreccional que se avecinaba; y en las páginas finales resume las últimas horas de la guerra, con el vibrante llamado de Fidel, ya convertido en el jefe victorioso indiscutible, convocando a la huelga general para abortar la maniobra golpista fraguada en la capital en un intento de escamotear el triunfo popular, luego de la huida del tirano.

“La propaganda revolucionaria clandestina del Movimiento 26 de Julio” resulta una fuente para reconstruir la historia del papel de esa organización en el campo de la lucha ideas, tanto en medios clandestinos urbanos o en territorio libre, como en los espacios que se lograron abrir en las empresas periodísticas de entonces.

Antes de 1959, el coronel doctor Ángel Celestino Fernández Vila fue dirigente en la FEU en La Habana y miembro de las células obreras del Movimiento 26 de Julio; estuvo vinculado directamente con el surgimiento de varias publicaciones clandestinas y participó en acciones insurreccionales importantes: formó parte del comando que secuestró al campeón mundial automovilístico Juan Manuel Fangio para impedir su participación en el Gran Premio de Cuba, show organizado por Batista en 1958 para ocultar a la opinión mundial la situación de guerra civil existente en Cuba en esos momentos; integró el Comité de Dirección durante la huelga del 9 de abril de 1958, y fue designado delegado Nacional de Propaganda del MR-26-7; en la Sierra Maestra combatió en Maffo y asumió la responsabilidad de subdirector de Radio Rebelde en la Sierra Maestra.

Tras el triunfo de la Revolución, es nombrado coordinador del MR-26-7 en la provincia de La Habana, desempeñó responsabilidades en la implementación de la Reforma Agraria, participó en la lucha contra bandidos en el Escambray y en los combates de Playa Girón, y posteriormente retomó los estudios de la Carrera de Medicina. Es fundador del Partido Comunista de Cuba.

Conocedor de los asuntos que aborda, hace su trabajo de manera didáctica lo que facilita el conocimiento de los hechos; por eso, no hay que haber sido protagonista o contemporáneo de la etapa analizada para aquilatar el valor y amplitud de lo logrado en la propaganda clandestina en tan difíciles circunstancias, superando grandes dificultades y no pocos reveses.

El contenido constituye una fuente de enorme valor histórico, que motiva a seguir indagando sobre aquellas actividades porque, además, son referentes enaltecedores para los hombres y mujeres de una nación como la nuestra, obligada a enfrentar los grandes desafíos que encierra su decisión de ser independiente, socialista, pacífica y solidaria, frente a una dictadura imperial mundial que ha acudido, y acude a una política de brutalidad creciente para liquidar el sistema político establecido democráticamente en Cuba.

Agradecemos al autor el haber puesto en nuestras manos esta obra, porque al final de la lectura, entre otras sensaciones nos reafirmará lo acertado del camino escogido, por nuestro abnegado y heroico pueblo.

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Tubal Páez Hernández
Periodista cubano. Presidente de Honor de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).

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