José Martí periodista

José Martí como Orestes. Notas para un periodismo contrahegemónico

Es la labor de imprenta misteriosa:

Propaganda de espíritus, abiertos

Al Error que nos prueba, y a la Gloria,

Y a todo lo que brinda al alma un cielo,

 Cuando el deber con honradez se cumple,

Cuando el amor se reproduce inmenso.

José Martí: “De noche, en la imprenta” (México, 1875)

Nadie que conozca algo sobre la vida y obra de José Martí negará su estrecha relación con el quehacer periodístico. Desde edades tempranas se empeñó en fundar y redactar sus propios periódicos. No es extraño que su primera publicación, El Diablo cojuelo, estuviera dedicada a la libertad de expresión en Cuba. Tampoco podrá negar que se ha investigado mucho sobre el tema. Entonces, ¿por qué revisitar la obra periodística martiana? Bien es sabido que con la acelerada evolución de la tecnología, las transformaciones en los medios de comunicación y las redes sociales, el periodismo se enfrenta a una crisis de legitimidad. Esta crisis no es algo nuevo, pero sí se ha agudizado en los últimos tiempos a partir de la suplantación de la opinión de muchos ante la verdad de pocos. Pero, ¿cómo se relaciona Martí con un fenómeno que aparentemente surgió hace unas pocas décadas?

Este fenómeno es mucho más antiguo de lo que creemos. El problema realmente no está en que las personas expresen “libremente” su opinión en las redes, sino en si realmente esa es su verdadera opinión o si otros intereses las condicionan. Construir matrices de opinión ha sido desde hace muchísimas décadas una labor fundamental de los medios de comunicación, principalmente de la prensa. Así el periodismo se convertiría en herramienta valiosa para el establecimiento y consolidación de la hegemonía de los grupos sociales en el poder. No estamos hablando solamente de un fenómeno interno de cada país, sino de un fenómeno que con la globalización se convierte en una problemática mundial.

Por tanto, si entendemos la hegemonía como un fenómeno complejo, caracterizado centralmente por la capacidad de un grupo social para articularse, desde una posición de supremacía, con otros grupos sociales, y orientar la “visión del mundo” de un conjunto social mucho más amplio que las fronteras estrictas de la clase, dando así las condiciones para realizar transformaciones de largo plazo;[1] entonces la contrahegemonía pone en cuestión los espacios tradicionales de debate, la práctica política y el poder. El objetivo es romper los círculos viciosos de recreación de poder y generar nuevas teorías y prácticas que permitan aumentar los niveles de participación y la construcción de un poder popular.[2]

En este sentido, el estudio del quehacer periodístico del Apóstol, quien desde muy joven luchó contra las hegemonías y la colonización tanto política como cultural y defendió la autoctonía y la libertad de expresión, nos lega enseñanzas que tanto desde la teoría como la práctica siguen siendo útiles en la continua lucha por la verdad y el logro de un mundo multilateral y multicultural.

Fue en la Ciudad de México donde se incorporó al oficio periodístico de manera formal, en la Revista Universal, desde la cual produjo decenas de artículos, comentarios, gacetillas, reseñas teatrales y boletines de sesiones parlamentarias. Laboró al lado de literatos notables como Juan de Dios Peza –quien decía que Martí era el primero en llegar y el último en salir, o Guillermo Prieto – quien afirmaba que si hubiesen faltado anuncios, el cubano los habría inventado–. Por otro lado colaboró, también, con El Federalista y con El Socialista, órgano del Círculo de Obreros de México.

Este periodo fue el laboratorio de periodismo para él, pudo escribir sobre temas diversos, aprendió a cubrir el espacio vacío de una página y se enamoró de la corrección de las pruebas, del olor de la tinta, de la composición de las planas, del ruido de las prensas. Así lo demuestra el poema “De noche, en la imprenta”, publicado en la Revista Universal en fecha 10 de octubre de 1875. Además, no solo se dedicó a la tarea como un oficio para ganarse el pan de cada día, sino que en sus propios textos abordó la importancia de hacer un periodismo crítico, justo y educativo. Para entender hasta qué punto nos deja el Apóstol enseñanzas en este sentido, debemos revisar algunos elementos de su obra periodística en esta etapa, se puede comenzar desde la forma y el estilo, pasando por la función política, educativa y ética que le adjudica a dicha profesión.

De acuerdo con Armando Vargas Araya (2010), el periodismo de su etapa mexicana resultó magistral por la facilidad y la gracia con que iba del acontecimiento al pensamiento, adaptaba el ritmo a la duración, tomaba el episodio al natural y lo colocaba en una perspectiva, elevaba el hecho cotidiano con reflexiones de aliento mayor. Meditó y expuso su criterio sobre la función del oficio, generalmente en disputa con periodistas y publicaciones de corrientes ideológicas divergentes a su perspectiva de la civilización y de la cultura. [3]

Por otro lado, tomando como base el análisis realizado por Ana María Álvarez Sintes del modo de organización, jerarquización y transmisión estilísticas de las ideas que emplea Martí en sus textos, la mayoría de las veces, da primacía a la reflexión sobre la información, la cual combina con la crítica. Sin dar tiempo a que el lector se aburra, con un ritmo rápido, comentario en dos bloques expositivos, primero resume la noticia de forma que atraiga al lector y que le sirva de pretexto para la sentencia posterior. No se contenta con la descripción de un suceso local. Busca acercarse a la esencia del acontecimiento y con suma cautela desarrolla su punto de vista, busca la reflexión del receptor a fin de maximizar sus criterios.

Además, para Martí la prensa va a tener un papel fundamental en cuanto al desarrollo de vínculos reales de comunicación entre la ciudadanía, el Estado y el gobierno, a partir de su doble condición comunicadora y educativa. La prensa no debe acogerse a un papel pasivo de simple difusora. Debe ser un ente activo dentro de la sociedad civil. No solo ejercer como mediadora entre los que gobiernan y las masas sino desde el cuestionamiento crítico favorecer el análisis de los problemas que atentan contra el consenso entre todos los elementos de la sociedad. “No existe gobierno invulnerable: la prensa debe ser el examen y la censura, nunca el odio ni la ira que no dejan espacio a la libre emisión de las ideas. Nunca se acepta lo que viene en forma de imposición injuriosa: se acepta lo que viene en forma de razonado consejo”.[4]

Por supuesto Martí no dijo que no debía haber censura, dejó claro que la labor de la prensa es censurar juiciosamente los errores que el gobierno comete en su administración del país. Desaprobó el hecho de que la prensa opositora en vez de hacer una campaña juiciosa que buscara sacar a luz los verdaderos errores del gobierno, se dedicó más a realizar ofensivas campañas de desacreditación sobre las personas que apoyaban o formaban parte de la administración.

Concluyó que la función de la prensa en una República es la de ser juez justo y guía. Debe hacer uso de su libertad para contribuir al mejoramiento de la república, la vio como un eslabón más para contribuir al progreso de una nación; así escribió: “Abierta está la prensa; libre es, y así acaba de ejercerse, el derecho de acusación a los actos del gobierno: libre el derecho de reunir al pueblo y explicarle forma mejor que la actual para desenvolver sus derechos y asegurar y afirmar su prosperidad y ventura nacientes”.[5] Para Martí el papel de la prensa era fundamental sobre todo en su proyecto revolucionario, no solo como una especie de barómetro para medir el camino correcto en el desarrollo de la república sino también como soldado que permite su construcción y su mantenimiento.

Según Rosabal, Díaz y Díaz (2022), la ética en la obra literaria de José Martí se plantea con un objetivo educativo para formar los hábitos y métodos de acción de los sujetos en el entorno social donde se desempeñan y deben contribuir. Se trata de formar individuos transformadores enfocados en el bien común. En un contexto global en el que la dignidad humana está comprometida y las condiciones para el ejercicio de la libertad y la autonomía son desfavorables, proteger la dignidad y enseñar esta libertad debe ser una prioridad.[6]

Es por tanto que la prensa tiene, además de su función política, el deber de contribuir a la formación ética y cívica de los ciudadanos. De esta forma aborda la manera adecuada de actuación; en primer lugar, vuelve al papel de la crítica periodística cuando dijo: “ayude la prensa periódica a los que gobiernan, señalando y presentando estudiadas las cuestiones que han menester más seria y urgente reforma. La prensa no es aprobación bondadosa o ira insultante; es proposición, estudio, examen y consejo”.[7]

La cotidianidad ha demostrado que la “aprobación bondadosa” de los periodistas ante determinados temas resulta perjudicial a la credibilidad no solo de los medios de comunicación sino del aparato estadual y del gobierno, así como un veneno que va corroyendo la confianza del pueblo. De la misma forma, la ausencia de examen minucioso y consejo atentan contra las posibilidades reales de transformación, progreso y desarrollo; y los convierte en objetivo de la indignación de quien confía en su juicio imparcial.

En este sentido, en la construcción de una sociedad más justa y humana en tiempos donde crece el individualismo y las opiniones acríticas en cruzadas contra los Estados alternativos al capitalismo, se hacen vigentes las ideas de Martí cuando dijo: “tiene la prensa periódica altísimas misiones: es la una explicar en la paz, y en la lucha fortalecer y aconsejar: es la otra hacer estudio de las graves necesidades del país, fundar sus mejoras, facilitar así la obra a la administración que rige, y ya que tantas graves cuestiones preocupan en una nación que asciende de una situación vacilante y anómala, a la de tierra dueña y libre.[8]

Como resultado la labor del periodista va más allá del saber hacer, no se trata de llevar a la patria en la palabra, sino en la mente. Ejercer la crítica constructiva, transformadora es el deber más alto del periodista y nunca dejarse llevar por el facilismo o incluso escribir para satisfacer intereses banales. Sobre esto el Apóstol declaró: “hacen mal los jóvenes—e incluso los no tan jóvenes— que se entretienen en morder con dientes envenenados el virgen seno de la patria: esa prensa es la impotencia de los espíritus ambiciosos y pequeños: mueven la lengua, porque les cuesta menos trabajo que mover los brazos.[9]

Como conclusión…

El estudio del quehacer periodístico de José Martí en sus años vividos en México nos deja algunas notas a tener en cuenta por todos aquellos que desde los medios de comunicación apuestan por la construcción de un mundo justo, de respeto y en equilibrio. La consolidación de una prensa crítica, ética y educativa posibilita no solo una mayor comunicación entre las estructuras de los Estados y las ciudadanías, sino que protege la legitimidad del periodismo como una profesión que defiende la verdad, la libertad de expresión y que apuesta por alternativas más justas ante la hegemonía del poder de unos pocos, que se refleja en la globalización y la colonización cultural.

Imagen de portada: Diseño de Sophie Torres Quintana. Foto original: Retrato de Martí en México, 1875. Tomada de Portal José Martí.

Notas:

[1] Daniel Campione: “Hegemonía y contrahegemonía en la América Latina de hoy. Apuntes hacia una nueva época”. Sociohistórica, nº 17-18, 2005. ISSN 1852-1606

[2] Francisco Hidalgo Flor: “Contrahegemonía y buen vivir en la fase posneoliberal”. En: Herramienta (http://www.herramienta.com.ar)

[3] Armando Vargas Araya. El poder de la palabra: el periodista José Martí y su mensaje actual. En:  InterSedes. Vol. XI. (21-2010) 4-18. ISSN: 2215-2458

[4] José Martí: Oposición informe —Su conducta errada.— El discurso del señor Gómez del Palacio.— Consejo, no oposición. En: Obras completas, edición crítica. Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2010, tomo 2

[5] José Martí: Nada nuevo.—Rumor falso.—Camino de la oposición.—Administración actual.—Junta en casa del señor Sánchez Solís.—Artes nacionales. En: Obras completas, edición crítica. Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2010, tomo 2, p. 70

[6] José Armando Rosabal Rodríguez, Yulier Díaz Rodríguez, Mericel Díaz Rodríguez. La ética martiana en la educación en valores, en los estudiantes de la Educación Superior (Ensayo). En: https://revistas.udg.co.cu/index.php/roca/article/view/3831/8964

[7]José Martí: “Boletín. Elecciones.— Jalisco y Monterrey. — Deberes de la prensa.— Conflicto grave en Nuevo León”.  En: Obras completas, edición crítica. Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2010, tomo 2, p. 111

[8] Ibíd.

[9] José Martí: “Boletín. México, antaño y hogaño.—Libertad para el fundamento; trabajo para la conservación.— Juventud activa.—Algunos jóvenes”. En: Obras completas, edición crítica. Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2010, tomo 2, p. 191

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Laura Rodríguez de la Cruz
Laura Rodríguez de la Cruz (San Antonio de los Baños,1993). Licenciada en Historia. Máster en Estudios Cubanos y del Caribe. Profesora del Departamento de Historia de la Universidad de Camagüey (2017-2019). Profesora en el Departamento de Educación de Posgrado de la Universidad de Artemisa (2019-2022). Investigadora del Centro de Estudios Martianos desde mayo de 2022. Investigaciones sobre La política de México valorada por el joven José Martí en 1875 y 1876 (2017) y La visión de José Martí sobre la práctica política mexicana entre 1875-1889 (2019). Publicó el Artículo “España y la Asamblea de Guáimaro” En: Cuando la luz del mundo crece. Sesquicentenario de la Asamblea de Guáimaro. 1869-2019. Luis Álvarez Álvarez (comp.).

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