Si redactara una lista de aquellos libros que leí por cuenta propia cuando era niña, los primeros serían dos sagas: la popularísima Harry Potter de J.K. Rowling y la promotora de la furia postapocalíptica, Los Juegos del Hambre, de Suzanne Collins. Antes de los once años, había transitado ya por El principito, Corazón y la mitad de lo que fueron entonces para mí Los (interminables) viajes de Gulliver, porque muchas de las palabras se me escapaban y resentía el ritmo más lento de otra época.
Nada tengo en contra de Jonathan Swift. Al contrario, su magnífica imaginación forma parte de la tradición que siguen las series fantásticas modernas. Sin embargo, hay algo innegablemente atractivo en la posibilidad de escoger entre infinidad de títulos el que más se nos parece. En aquel verano entre la primaria y la secundaria, en lugar de buscar en los estantes de una biblioteca bien surtida en casa, preferí instalar dos aplicaciones de malísima calidad que contenían los libros de ambas series y batirme con la letra pequeña y el fondo demasiado cargado.
Dicho esto, claro está que no es una intervención sobre lo catastrófico de leer en digital. Sería falso viniendo de alguien que colecciona más epubs que tiempo para abrirlos. Formo parte de una generación que, por vivir en un país que tuvo Internet de forma masiva hace pocos años, se atrasó con respecto al resto del mundo, pero fue la primera en tener smartphones, datos móviles y, por supuesto, libros digitales que no eran todavía hechos en Cuba.
¿Es mejor el impreso?
Empecemos por los aspectos positivos del libro tradicional para niños y adolescentes, con el cual estamos más familiarizados y que continúan prefiriendo la mayoría de los lectores. Como dato curioso, el sitio web Statista realizó un estudio en 2023 que afirmó esta tendencia. En países como Gran Bretaña o España, más del 45% de la población compró al menos un libro impreso durante el año y menos del 20% adquirió un ebook. Solo en China se revirtió la tendencia: el 27% compró un libro digital contra el 24% que prefirió uno tradicional.
Existen aspectos técnicos bien conocidos, como que resultan menos dañinos para la vista que la pantalla de un móvil o una tableta, lo cual es fundamental sobre todo en los primeros años de vida. Además, a los niños les agrada el aspecto sensorial de tocar y hojear el libro, y es más probable que retengan información en la memoria cuando leen páginas impresas.
Por último, está el factor empático y sentimental de los libros físicos. Estos puedes coleccionarse en bibliotecas, ser traspasados de padres a hijos y llevar consigo dedicatorias o firmas. Resulta fundamental el predominio de las presentaciones en este formato, las cuales enriquecen la experiencia de los niños o adolescentes lectores, los acercan a los escritores y aumentan los deseos de llevarse algo tangible a casa.
¿Pero es solo un PDF?
Los libros digitales o electrónicos tampoco son para nada desdeñables. En la mayoría de los casos, son más baratos, de más fácil acceso y dejan una menor huella medioambiental. En cuanto a su manipulación, resultan menos pesados al poder cargarlos todos en un mismo dispositivo y su manejo es más sencillo.
Además, resultan completamente personalizables, desde el color del fondo hasta el uso de notas o resaltados. Esto permite que los niños los adapten a sus necesidades según la edad y, en caso de discapacidad visual, pueden aumentar el tamaño de la letra o escuchar la narración de las historias.
Aunque el uso de celulares o tabletas para la lectura puede ocasionar a largo plazo problemas en la vista o aumentar los niveles de distracción de los niños con notificaciones de otras aplicaciones, existen lectores electrónicos que no dañan la vista ni permiten realizar otras actividades como el Kindle o el Kobo. Sin embargo, estos superan con creces el costo de los libros infantiles producidos en Cuba. Se recomienda entonces, en caso de utilizarse un teléfono móvil, el acompañamiento del niño por un adulto.
La afirmación de que el libro digital supone una barrera entre el niño y su entorno es incluso cuestionada por algunos investigadores, como las de un estudio publicado en la Revista de Psicología y Educación*, de España. El estudio observó los hábitos de lectura de una niña argentina de dos años y medio con su madre y encontró que «durante la lectura del libro electrónico la madre y la niña elaboraron y compartieron más información sobre cada tema de conversación».
Contrario al pensamiento popular, la observación de la lectura de madre e hija reveló que el soporte digital resultó novedoso en cuanto al despliegue gestual y la construcción y comprensión de significados por parte de la niña. Como factor negativo, el predominio de las intervenciones de la niña giró en torno al propio uso del soporte digital, lo cual podría mitigarse según las especialistas con la selección de un libro que los atraiga verdaderamente.
Resulta importante aclarar que el libro electrónico no es solo un epub o un PDF con textos e imágenes, sino que existen varios tipos con diferentes niveles hipermediales.
En otra investigación, esta de la Universidad Autónoma Metropolitana** de México, se aclaran tres tipos diferentes de libros digitales. En primer lugar, se encuentra el más simple que simula al papel impreso. Luego, aparece el «libro digital mejorado o enriquecido» que narran en audio, contienen videos y permiten hacer test interactivos. Después, chocamos con el moderno «libro interactivo» que añade, por ejemplo, mapas con GPS o temporizadores en recetas de cocina. La idea es simular que los niños se encuentran dentro de la historia.
Un aumento en el nivel de interacción suele significar un aumento igualmente en la atención y la memoria de los niños. No se trata de copiar y pegar textos e imágenes, sino de buscar que los libros electrónicos, sobre todo los destinados a los niños, realmente puedan alcanzar el interés que producen, por ejemplo, los libro-álbumes impresos.
¿Hay libros digitales en Cuba?
Desde hace décadas en Cuba, existe entusiasmo alrededor del libro digital para niños, aunque solo se comenzaron a producir a cierta escala en los últimos dos años.
En el año 2000, se creó la Editorial Cuba Literaria para la promoción de la literatura cubana digital, en cuyo portal pueden descargarse algunos libros en formato epub y PDF. Luego, en 2012 surgió un proyecto autónomo en Santiago de Cuba llamado «Claustrofobias Promociones Literarias» que agrupa en su sitio web publicaciones digitales e información catalogada sobre escritores y sus libros, mostrando un especial interés por la literatura infantil-juvenil.
En 2018 se pensó por primera vez en comercializar los libros electrónicos con el proyecto «Cuba Digital» y desde el 2022 se implementa un programa nacional de desarrollo del libro digital. En la Feria Internacional del Libro de La Habana 2024 se vendieron, según la emisora Radio Rebelde, más de 2 mil libros digitales y existen espacios como «La Librería Virtual», donde se comercializan libros de varias editoriales y puede pagarse por Enzona.
Sin embargo, pese a estos avances, la compra digital se dificulta por la lentitud de los sitios webs, que en ocasiones no resultan intuitivos, el hecho de que en la mayoría de los casos son libros que simulan el impreso y la resistencia del público al cambio.
En conversación con Gretel Ávila Hechavarría, editora de la editorial de Gente Nueva, conocimos que el cambio al libro digital estuvo impulsado por la necesidad de continuar publicando para los niños: «La escasez del papel en el país a raíz de la COVID nos acabó de convencer de que había que volver la vista hacia el libro digital». Coincide además Gretel en que para los libros infantiles no es suficiente mimetizar al libro físico, sino encontrar «nuevas formas de crear libros». En marzo de 2024, la Editorial Gente Nueva contaba ya con 42 audiolibros y tres video-libros, y exploraba la producción de aplicaciones de realidad aumentada.
En otra ocasión, el escritor y promotor de la literatura infantil, Yunier Ríquenes García, quien piensa igualmente que «el libro para niños no es un PDF» y que la «avalancha del mundo digital» en la infancia exige la creación de formatos más innovadores, nos recomendó dos proyectos hipermediales cubanos. Uno de ellos, Retoños de almendros (Ediciones la Luz, 2012), incluyó una exposición con ilustradores, un audiolibro y varios cortometrajes animados. El segundo, Cuentos de la abuela (2023), es una aplicación de descarga gratuita creada por Yusley Izquierdo Sierra, disponible en Apklis, en la que Nersys Felipe narra cinco de los cuentos del libro Solo un humito (Cauce, 2009).
Cada vez es más evidente que los niños cubanos de hoy no necesitan pedirle a su amigo que le envíe una apk por Bluetooth para tener a su disposición múltiples historias de cualquier género o latitud, incluso cubanas. Tampoco precisan de leer los libros escogidos o recomendados por familiares, maestros, amigos, influencers o booktubers en una aplicación de tercera categoría como hicimos los de otra generación hace una década, pues existen múltiples formatos.
Lo que corresponde ahora a editoriales, promotores y escritores es innovar, crear vínculos con sectores tecnológicos y producir libros digitales que sean accesibles, realmente competitivos y despierten la curiosidad de los niños.
Notas
*Noguera, I. y Salsa, A. (2021). Un estudio microanalítico de la lectura compartida de libros tradicionales y electrónicos en la infancia temprana. Revista de Psicología y Educación, 16(2), 232–247. https://doi.org/10.23923/rpye2021.02.212
**Antonio Monroy, N. A. (2021). Libros digitales interactivos para niños: Referentes para su producción desde un análisis documental [Tesis de maestría, Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco]. https://repositorio.xoc.uam.mx/jspui/bitstream/123456789/22830/1/ cdt290721134153njfl.pdf (Tomado de El Caimán Barbudo).