PERIODISMO CULTURAL

“Amadeus”: la vida distorsionada de Mozart que se convirtió en pasión de multitudes

Una de las historias que circula como leyenda en el mundo de la música clásica es la del supuesto asesinato de Wolgang Amadeus Mozart (1756-1791) a manos de Antonio Salieri (1750-1825). La temprana muerte de Mozart a los 35 años, el hecho de haber sido el niño prodigio más famoso de la música y uno de los compositores más grandes, alimentaron el mito. A esto se suma el intento de suicidio del compositor italiano en 1823, al que se atribuye como motivo el remordimiento que el músico habría sentido por haber envenenado a Mozart. En 1984, la adaptación fílmica de una obra de teatro le dio dimensión global a ese presunto crimen: Amadeus, el resultado del encuentro entre Peter Schaffer y Milos Forman, cumple cuarenta años este 19 de septiembre.

El mito y Pushkin

La verdad es que Salieri y Mozart tuvieron una relación muy cordial en la Viena de 1780 y que en el deterioro de la salud de este último, en los meses finales de 1791, no hubo síntomas de envenenamiento. La biografía más famosa de Mozart, la de Wolfgang Hildesheimer, aparecida en 1977, sostiene que “murió de un mal agudo y no de un mal crónico”, aunque da pábulo a la idea de que en su lecho, el compositor le habría dicho a su esposa Constanze que sentía que lo habían envenenado.

Lo cierto es que le diagnosticaron fiebre miliar y los médicos le hicieron sangrías. Hildesheimer refiere que Mozart se sometió a esa práctica desde 1779 hasta su muerte y que en ese período le sacaron entre dos y tres litros de sangre. El deterioro físico pudo haber sido una consecuencia de esto. Mozart murió el 5 de diciembre de 1791 y lo enterraron en una fosa común.

Para alimentar el morbo, ya antes de que surgiera el affaire Salieri, había un dato escabroso: al momento de morir, Mozart componía una misa de difuntos encargada por un misterioso visitante que quería homenajear a su esposa muerta y pretendía hacerse pasar por el autor. Las teorías apuntan al conde Franz von Walsegg como responsable de que Mozart escribiera, sin saberlo, su propia misa de difuntos. El conmovedor Requiem, que quedó inconcluso.

Con todos estos elementos, fue un poeta romántico ruso el que puso en funcionamiento la maquinaria. Corría 1830 cuando Aleksandr Pushkn estrenó su obra teatral Mozart y Salieri. Pasó un siglo y medio hasta que un dramaturgo inglés tomó como base esa obra para escribir una pieza teatral que se convirtió en un éxito rotundo, llegó al cine y derivó en una película que, en pleno auge del pop de Michael Jackson y Madonna, revitalizó con su impacto planetario el interés por Mozart.

Del teatro al cine

Peter Shaffer era uno de los más reputados dramaturgos del Reino Unido, con obras que habían llegado al cine como La caza real del Sol (acerca de la conquista española de los incas) y Equus, cuando decidió ampliar el tema de la obra de Pushkin. El título de su obra es la clave sobre el argumento. Amadeus figura como el segundo nombre de Mozart. Wolfgang Amadeus es la forma corta del nombre de bautismo: Joannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart. El compositor se presentó en Italia en 1770 como Wolfgango Amedeo y, desde 1777, adoptó la forma francesa: Wolfgang Amadé. El día de su muerte, se registró su nombre en la forma latina.

Desde lo etimológico, “Amadeus” quiere decir “amado de Dios”, y es la idea que trasunta el argumento: Salieri ve a Mozart como un instrumento divino, que nadie más que él puede reconocer, y no acepta que su rival no sea alguien digno de semejante gracia.

Paul Scofield (ganador del Oscar en 1966 por su rol de Tomás Moro en El hombre de dos reinos) y Simon Callow hicieron de Salieri y Mozart, respectivamente, en el estreno de 1979 en Londres. Cinco años más tarde, Callow haría en la pantalla grande de Shikaneder, el empresario que encarga a Mozart La flauta mágica. En el estreno de Broadway, en 1980, los roles fueron para Ian McKellen y Tim Curry (el Dr. Frank-N-Furter de The Rocky Horror Picture Show), con Jane Seymor (Doctora Queen) como Constanze.

Un año más tarde, Roman Polanski hizo de Mozart en Varsovia y en París, en una puesta que él mismo dirigió. Para entonces, los ojos de Hollywood estaban sobre Amadeus. La obra de Shaffer llegó a Buenos Aires en 1983, con Carlos Muñoz y Oscar Martínez. Tres décadas más tarde, Martínez volvió a la obra, pero en el papel de Salieri, con Rodrigo de la Serna como Mozart.

Milos Forman venía de ganar el Oscar por Atrapado sin salida y de dirigir el musical Hair! y Ragtime. Vio la obra en Londres, a la que lo invitaron y fue un poco a regañadientes, ya que no consideraba atractiva la biografía de un compositor. Al terminar el primer acto, le presentaron a Shaffer. El cineasta checo estaba fascinado con lo que había visto y le dijo al autor: “Si el segundo acto es tan bueno como el primero, haré la película”.

Casting y filmación en Praga

Así fue. Se dio la casualidad de que Forman contactó a Saul Zaentz, el productor de Atrapado sin salida y este ya tenía Amadeus en la mira. Shaffer cedió los derechos y comenzó la preproducción con varias premisas por parte del director: el elenco sería estadounidense (lo cual acabó con las chances del británico Kenneth Branagh, seriamente considerado para hacer de Mozart); y no habría nombres conocidos (Mark Hamill ya había tomado la posta como Mozart en la puesta de Broadway y su fama mundial como Luke Skywalker en Star Wars hizo que se lo descartara), lo que dio pie a un casting enorme, para el cual se anotaron cerca de 1500 actores.

El papel de Salieri fue para el desconocido F. Murray Abraham, que convenció a Forman en una lectura en la que impostó la voz del músico italiano en los dos planos de la historia: como anciano narrador y en su interacción, cuarenta años antes, con Mozart. Abraham tenía un pequeño papel como soplón en Scarface de Brian De Palma cuando le confirmaron el protagónico.

El elegido para hacer de Mozart fue Tom Hulce, que tenía casi la misma edad de Mozart (28 años) en el momento central de la trama, el período de Las bodas de Fígaro y Don Giovanni, en 1786 y 1787, respectivamente. Había formado parte del elenco de Animal House. Meg Tilly obtuvo el papel de Constanze, pero se lesionó los ligamentos de una pierna un día antes de empezar a filmar. La reemplazó Elizabeth Berridge. Tilly tendría un papel importante en Valmont, la siguiente película de Forman, en 1989.

La filmación fue en Praga, ya que la capital checa semejaba la Viena del siglo XVIII. Eran aun los tiempos todavía de la Guerra Fría. Forman regresaba a su país natal después de su salida en 1968, cuando los tanques del Pacto de Varsovia invadieron Checoslovaquia. Los servicios secretos vigilaron la filmación que tuvo como momento álgido lo ocurrido el 4 de julio de 1983. Forman filmaba ese día en la Ópera de Praga, el mismo lugar del estreno de Don Giovanni en 1787. Al termino del día, el equipo técnico desplegó sobre el escenario una enorme bandera de los Estados Unidos y se entonó el himno en el aniversario de la independencia. No hubo consecuencias.

La música como protagonista

Además del trío Salieri-Mozart-Constanze, el traslado de Amadeus del teatro al cine incorporó un cuarto personaje: la música de Mozart. Forman y Zaentz hablaron con Neville Marriner, uno de los mayores directores mozartianos, que aportó sus grabaciones con una sola exigencia: que no se alterara nada. En rigor, hubo una licencia. Cuando suena el enajenante adagio de la “Gran Partita” (como se conoce a la Serenata Nº 10), que es lo primero que se escucha de Mozart en la película, en el momento en que Salieri conoce a su rival, la música del adagio se transforma en el allegro que cierra la obra; un recurso para dar a entender que Mozart dirige la “Gran Partita” hasta el final.

El estreno fue el 19 de septiembre de 1984. La película combinó el éxito de taquilla con las críticas elogiosas. Seis meses más tarde, ganó ocho Oscars, incluyendo mejor película, mejor director, mejor actor para Abraham (Hulce fue nominado junto con su compañero), mejor guión adaptado para Shaffer y mejor maquillaje. El make-up de Abraham como Salieri anciano era y es impactante y da la pauta del doble rol del actor. En esa misma ceremonia del Oscar, Camila de María Luisa Bemberg se quedó sin la estatuilla a la mejor película extranjera, que se llevó la suiza La diagonal del loco.

Hollywood había ahondado en las biopics de compositores un poco a cuentagotas, pero Amadeus, alejada de un relato biográfico estricto, fue un fenómeno mundial. Y su estructura fue la que deparó las principales críticas, al instalar la idea de la rivalidad entre Mozart y Salieri y no ajustarse a los hechos verídicos. En realidad, el argumento puede entenderse desde la noción del relato que un Salieri enajenado hace de lo que fue su relación con el genio salzburgués. De hecho, la muerte de Mozart en el film (que engancha con el misterioso encargo del Requiem) no es exactamente por obra de un tercero, más allá de que el Salieri obsesionado en la vejez lo atribuye a la mano de Dios.

La música de Mozart alcanzó nuevos oyentes en pleno apogeo del pop. La banda sonora obvió algunos momentos archiconocidos, como la Sinfonía Nº 40, el movimiento lento del Concierto para piano Nº 21 (popularizado por la película sueca Elvira Madigan de 1967), o la obertura de Las bodas de Fígaro, ópera de la que hay un guiño antes de ser escrita en la ficción: la escena de la marcha que Salieri compone para Mozart y que le regala. Éste la altera en el clave, humillando a Salieri ante el emperador y los funcionarios, reales, hasta convertirla en el tema del aria “Non più andrai, fafallone amoroso” que cierra el primer acto de Las bodas… El célebre comienzo de Pequeña música nocturna apenas se escucha en un clavicordio. Millones de personas sin mucho conocimiento de la música clásica descubrieron la impactante escena final de Don Giovanni o el “Kyrie” de la Misa en do menor. Por no hablar del “Confutatis” del Requiem, que suena por partes en la impactante escena de Mozart dictándole la misa de difuntos a Salieri.

El imaginario moldeó la figura de Mozart en base a la caracterización de Hulce, con su risa bufonesca, hasta llegar una paráfrasis de la línea argumental de Amadeus en un capítulo de Los Simpson. El impacto, en la Argentina de 1985, llegó a que el ciclo de Tato Bores se llamara Tatus, con el cómico vestido como un músico del siglo XVIII que dirige una orquesta durante la presentación del programa.

La versión de 2002

Años más tarde, llegó el director de Forman, una versión alternativa de media hora más (así Amadeus llega a las tres horas) que incluso mejora el corte original. Cuando en 1984 se vio el film, una frase parecía descolocada. Es la que le dice Constanze a Salieri cuando lo invita a irse de su casa y lamenta no tener sirvientes que lo acompañen, justo antes de la muerte de Mozart.

En el momento más notable del director´s cut, hay una continuidad en la escena en la que la esposa de Mozart le lleva a Salieri las partituras de su marido en pos de conseguir un puesto en la corte. Es la escena en la que Salieri se maravilla ante la escritura sin tachaduras “como si escribiera al dictado” y suenan pasajes de obras como el Concierto para flauta y arpa y la Sinfonía concertante para violín y viola. En la versión de 2002, Salieri acepta ayudar a Constanze, pero con la condición de que ella lo visite una noche. Ella accede y cuando llega se empieza a desnudar mientras suena el “Qui tollis peccata mundi” de la Misa en do menor. Salieri, quizás porque se arrepiente, quizás porque recuerda que ha jurado castidad, llama a un sirviente y la hace echar. Eso es lo que da sentido a la frase de ella cuando lo encuentra con Mozart.

Otro pasaje del director es una escena de Mozart como profesor particular de una alumna en medio de los perros que no dejan de ladrar, y en la que este improvisa al piano el final del Concierto Nº 15 antes de irse desairado, lo cual entronca con la versión original, en la que suena esa obra mientras camina por las calles de Viena antes de reencontrarse con su padre.

Shaffer se encargó de poner un límite a la parafernalia revisionista que distorsionaba el relato de la vida de Mozart. Lo hizo en una edición en libro de su obra, después del éxito de la película y armado de la más pura ironía británica. “No habrá series con capítulos de media hora en los que Salieri arma cada semana un plan distinto para matar a Mozart, y que el pequeño genio frustra en el minuto 29. Hasta el señor Forman puede admitir que hay un límite para la adaptación” (Tomado de Página 12).

Imagen de portada: Fotograma del filme Amadeus (Estados Unidos, 1984) de Milos Forman.

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