Cada discurso humano tiene su correlato en las artes, las cuales condensan y expresan, mediante lenguaje único, propio de cada manifestación y artista, los esplendores o decadencias de la sociedad que las sustentan. Con habilidad, el arte cataliza temores y aspiraciones; legados y sueños.
Las artes visuales desde su cualidad de trascendencia en alianza con colores, sombras y luces, o bien, nos trasladan al pasado del que somos continuidad, o nos adentra en caminos por venir. Puede también ser ese grito que sacude la conciencia en relación al mundo circundante y del que curiosamente no nos habíamos percatado.
Eso hizo el pintor neerlandés Rembrandt van Rijn con su óleo sobre lienzo La ronda de noche (1642), pieza del Barroco que coloca al espectador ante personajes reales, no estáticos, puestos en movimiento desde su posición central irradiados por una luminosidad como realce de la importancia histórica que les asiste. Otro tanto sucedió en la segunda mitad del siglo XIX, cuando el Impresionismo francés se apropia de un tema recurrente, el desnudo, aunque esta vez a partir de una dimensión provocativa.
Las llamadas buenas costumbres son colocadas en entredicho de una Europa que estaba por dar el salto hacia trascendentales descubrimientos científicos, tecnológicos y sociológicos. En amalgama perfecta, la colectividad europea emergente trastocaría todas las normas de convivencia para volverse más moderna y menos rígida. En ese sentido El almuerzo en la hierba (1863) de Edouard Manet supuso un escándalo mayúsculo y asimismo un regocijo intimo por una sexualidad plena, en vías de quitar el corsé de la doble moral pequeño burguesa.
Qué decir del Cubismo en su desacato de las formas y las estructuras tradicionales para recomponer la geografía de la obra con mensajes menos centrados en el ser y sí más en el entorno político-social imperante.
El aparente desbalance espacial de los elementos es vehículo idóneo para “retratar” una época convulsa de guerras mundiales. De ese tenor es el Guernica (1937) de un Pablo Picasso militante como exclamación condenatoria de los horrores del fascismo.
Ejemplos “impíos” dentro de las artes visuales abundan. Cada época tiene su cuota de rebeldía sonora, escrita, pictórica…. De la Antigua Roma llegó al Siglo XX el regusto por el graffito, inscripciones satíricas en espacios públicos.
Es la diáspora puertorriqueña de Nueva York en unión con los negros de Harlem, los pioneros del grafiti, enunciado de una “contracultura” callejera, underground del punk, hermana del hip hop, las tribus urbanas, los piercing en la nariz, o los antebrazos tatuados. Elementos estos últimos resaltados por quienes hacen una crítica de arte modosa, que evita reconocer la existencia de las luchas de clases. Por eso prefieren clasificar al arte que se hace hoy en día en los muros de las ciudades, como alocados y sucios giros, dibujados con materiales innobles. Nunca lo asumen como ese lenguaje generacional que se pregunta desesperadamente cuál es su lugar histórico, en tanto como público, nos aboca a dudar del nuestro.
Jamás perciben la angustia de la pobreza, de la marginación que pugna y llama la atención para ver sí al fin se hace algo por el pueblo, por los desfavorecidos. Los de alma dura no le reconocen al grafiti artisticidad, hasta que llegó Banksy.
¿Genio o vándalo?
En su coqueteo con el Pop Art, pero con economía de recursos cromáticos así como en la sustitución de figuras célebres por las de índole popular, este exponente contemporáneo de las artes visuales se vale de la gigantografía. De este grafitero nada se sabe a ciencia cierta, y sin embargo, es el más famoso de su estilo en los últimos 30 años: transgresor e irreverente hacia los códigos socioculturales de un capitalismo en crisis múltiples. Insolente y desprejuiciado que le da la espalda a las reglas dictadas por las Galerías insertadas en el circuito comercial del arte, que no pocos consideran tan mercenario como aquel que va a la guerra por dinero. Sitios de culto donde en las inauguraciones se bebe champán. Banksy parece menospreciarlos; sus piezas sorprenden la cotidianidad lo mismo en Londres, París y hasta en la palestina Cisjordania ocupada.
Su toque burlón, revolucionariamente contenido en un dibujo-símbolo, es casi siempre bien acogido porque, a ratos, parece se trata de un artista divertido ante el desconcierto que provocan sus piezas de gran formato, presentes en cualquier pared, ventana, columna… Es vox populi que oculta su identidad a propósito. Lo cierto es que, auxiliado del esténcil y del aerosol, son varias las décadas de lucir el traje largo de una representación gráfica contundente, igual que si hiciera publicidad, así de sintéticas son sus alegorías al medio ambiente, a la paz, al amor, a la concordia, al embrutecimiento que nos carcome por egoístas e indiferentes con un Planeta en decadencia o a punto de serlo.
Al reseñar en 2022, en Bogotá, Colombia, la exposición “Banksy: ¿genio o vándalo?” su curador, el historiador de arte Alexander Nachkebiya, le expresó a la prensa: “Banksy ha adquirido la categoría de fenómeno y es uno de los artistas más brillantes e importantes de nuestro tiempo.
Su trabajo es un desafío para el sistema, una protesta, una marca extremadamente bien construida, un misterio, una desobediencia a la ley. Queremos que aquí cada visitante pueda resolver por sí mismo quién es realmente Banksy: ¿un genio o un gamberro?, ¿un artista o un empresario?, ¿un provocador o un rebelde?”.
A esas interrogantes pudiera añadírsele: ¿Y si fuera un colectivo de autores o una mujer? Ahora, es “él” (como le dicen en las calles). El mañana estará signado por nuevos desafíos históricos cuyas expresiones artísticas ni siquiera nos imaginamos todavía. Ya seremos sorprendidos.
Foto de portada: El tema del medio ambiente es recurrente. Este verano 2024 se engalana con el “Zoo de Londres”. Imagen tomada de rtve
Caramba, que incursión tan bien documentada a esquinas distópicas de las Artes plásticas universales en distintas épocas. Confieso que me dejó pensando, sobre todo por la intencionalidad cuestionadora de un mundo real y representado que debe ser transformado.🤔