Existen seres humanos que trascienden a su tiempo por su pensamiento y sus acciones en favor de las causas más nobles en la historia de la emancipación de toda forma de explotación y dominación. Los comandantes Fidel Castro Ruz y Hugo Chávez Frías forman parte de esos imprescindibles que luchan la vida entera por la liberación de sus pueblos y contra la opresión colonial e imperialista.
Ambos previeron los tiempos aciagos que viviría la humanidad con las agresiones renovadas del imperialismo estadunidense y sus aliados europeos en América Latina, Medio Oriente y África, a partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Castro, hondamente preocupado por las derivas de la guerra de Estados Unidos contra Irak, y el agravamiento de las tensiones entre Washington y La Habana, convocó a una reunión en la capital de Cuba, a la que asistió un grupo de intelectuales mexicanos encabezados por Pablo González Casanova. En ella se debatió sobre lo que a juicio del Comandante constituía un resurgimiento del fascismo, con los peligros que conllevaba. Fueron momentos que tuvimos el privilegio de vivir, en los que cubanos y mexicanos daban lo mejor de sí mismos, sabiendo que se participaba en un esfuerzo colectivo que impactaría en lo que Fidel llamó la batalla de las ideas.
Aquí se discutió, principalmente, en torno al papel de la intelectualidad comprometida en procesos sociales protagonizados por las mayorías populares. Se partió del concepto gramsciano del intelectual orgánico de movimientos y procesos revolucionarios, alejado del academicismo extractivista. Un importante documento se suscribió, que se conocería como A la conciencia del mundo, leído por González Casanova el 1º de mayo de 2003 en la Plaza de la Revolución, ante más de un millón de cubanos.
Se decidió que en octubre de 2003 tuviera lugar en México un cónclave de la que fue denominada Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad, que se consolida en Caracas, Venezuela, en diciembre de 2004, ya como Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, con el involucramiento entusiasta y decidido de Hugo Chávez, quien coordinó los trabajos con la modestia que lo caracterizaba, aportando sus experiencias y marcos conceptuales, mediante una narrativa siempre cautivante y movilizadora.
Con toda razón, su amigo y camarada Fidel Castro comentó luego de su prematura partida en 2013, que “ni siquiera él mismo sospechaba cuán grande era”. Con un nudo en la garganta, escribí al día siguiente de su fallecimiento en La Jornada: “Ha muerto un hombre de bien, un hombre del pueblo y para el pueblo que luchó por dignificar y dar poder a los humildes de su querida República Bolivariana de Venezuela. Fue un hombre de su tiempo y un adelantado que alcanza la inmortalidad de los predestinados para dejar huella en la historia del mundo de las resistencias y revoluciones. Soñó, como su mentor Bolívar, con una América Latina unida y libre de la dominación imperialista. Como su gran amigo y consejero Fidel, puso en marcha las fuerzas telúricas de los explotados para dejar de serlo y avanzó a contracorriente de inercias, telarañas seculares y conspiraciones”.
Durante las sesiones de la red en ambos países se pusieron a debate las condiciones indispensables más acuciantes para garantizar la sobrevivencia de la humanidad, a partir de la defensa de 10 ejes interrelacionados, que, a 21 años de fundada la red, mantienen vigencia plena: 1) nuestro planeta para todos; 2) la integración de los pueblos; 3) una economía emancipadora y solidaria; 4) la soberanía y la legalidad internacional; 5) la unidad en la diversidad y la cultura para todos; 6) el conocimiento para todos; 7) la participación popular; 8) la veracidad y pluralidad informativa; 9) la memoria, y 10) la paz.
A partir de esta brújula emancipadora, durante estos 21 años de existencia, y con base en las enseñanzas de Fidel Castro y Hugo Chávez, se constituyeron capítulos nacionales en varios países de América Latina, incluso, en Estados Unidos y Europa, manteniendo hasta hoy una estructura transversal, horizontal e inclusiva, con una coordinación general en Caracas, Venezuela, y una secretaría ejecutiva, así como nodos en universidades, institutos de pensamiento, organizaciones sociales y redes temáticas, que incluyen a académicos, poetas, comunicadores y otros trabajadores de la cultura, con presencia en medios digitales y redes sociales en los respectivos ámbitos nacionales y regionales. En reciente reunión en Caracas, el ministro de Cultura, Ernesto Villegas, señaló que la red en sus inicios fue “un movimiento de opinión contra el fascismo naciente que apenas asomaba sus dientes de leche en 2004”.
Quede el testimonio de una tarea trascendental, a profundizarse hoy día, encauzada por estos dos titanes de nuestra América. (Tomado de La Jornada).
Imagen de portada: Tomada de Fidel soldado las de ideas.