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El editor, guardaespaldas del escritor

Años atrás la pantalla cubana pasó una película (muy zarandeada por la crítica) con las interpretaciones de Whitney Houston y Kevin Costner. La crítica, en opinión de quien escribe, no tenía por qué ser tan dura: gustó mucho al público, era un filme para el lucimiento de sus protagonistas, para colocar en la preferencia de los melómanos su atractivo tema musical, seguramente no tenía otras pretensiones. Su título, El guardaespaldas, queda en la memoria de muchos.

Viene al caso el asunto porque la figura del guardaespaldas no es en modo alguno secundaria. Es quien pone su vida por delante para proteger la de otro, es quien corre extraordinario riesgo personal y es además un personaje anónimo, en cuyo nombre nadie parece reparar.

Y sucede que aun cuando no lo parezca, cada escritor tiene su guardaespaldas, su anónimo protector, quien le presta un servicio decisivo para la consecución de una obra felizmente terminada. Se trata del editor, que en Cuba cada 2 de julio celebra su “Día del Editor”, aunque casi nadie se entere.

Siempre y cuando dé fe de su profesionalidad, del editor dependerá en buena medida la calidad del libro, la certeza informativa de su contenido, la claridad de su lenguaje y la limpieza de su estilo, aunque esta enumeración puede sumar otras muchas argumentaciones, todas válidas.

Si el autor viene a ser algo así como la cubierta visible, el editor es su contracubierta, que a veces no se mira, su contraparte, su oponente, si de una tesis se tratara. Por sus funciones, el editor especializado llega a ser quien mejor conoce al autor, quien descubre sus fortalezas y flaquezas, deviene su espejo mágico, también su crítico primero, su cortador donde así se requiera, por lo que puede salvar un libro, igual que lo puede enterrar si su trabajo es deficiente, inseguro, o no lo suficientemente exigente.

El editor es quien estará atento de salvar el dato incorrecto, la cifra inexacta, el gazapo histórico, el error en la fecha… El adiestramiento cultural de quien edita pude compararse al adiestramiento físico del atleta: ha de ser constante en la actualización de la información, en la capacitación y especialización en el tema que le corresponda. Su calidad se mide por la factura del libro ya terminado, que como sabemos, es la conjunción del trabajo de numerosos especialistas involucrados en el empeño común de servir a la cultura y al lector.

Sin embargo, la profesión debe respetarse un poco más. Sucede que en ocasiones se le entrega un libro que “es necesario” publicar, no importa cuán deficiente sea su escritura por el autor. Y entonces el editor se convierte en coautor anónimo, en cirujano esteta (más que guardaespaldas), con el riesgo y la responsabilidad que ello entraña si el resultado final, ni aun así, consigue salvar la dignidad del libro concluido.

Los editores también deberían escribir sus memorias, contar sus sinsabores y satisfacciones. Afortunadamente, en Cuba existe el Premio Nacional de Edición que los reconoce, aunque sea larga la fila de quienes lo merecen y tal vez nunca lo lleguen a recibir… algo que bien se corresponde con su condición de trabajador anónimo, o casi anónimo, de la producción de libros.

Los grandes escritores siempre han cuidado de velar por la maestría de sus editores y hasta los designan. Estos, como los correctores, como los diseñadores, emplanadores, promotores, traductores… desempeñan un decisivo rol de prestación de servicios, aun cuando el lector promedio solo se detenga en recordar el nombre del autor.

¿O es que acaso recuerda usted el nombre de algún guardaespaldas célebre? Haga memoria y compruebe… Mas no asuma complejo de culpas. Al igual que el guardaespaldas, conoce el editor que su destino es moverse tras las bambalinas y desde allí aporta brillo a su profesión. (Tomado de La Jiribilla).

Foto de portada: Escena del filme El editor de libros, aproximación cinematográfica a la figura de Maxwell Perkins (1884-1947), el editor que impulsó decisivamente las obras de Hemingway, Steinbeck, Scott Fitgerald y Thomas Wolfe. Tomada de Hoyesarte.

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Leonardo Depestre Catony
Escritor, periodista e investigador destacado. Autor de numerosas obras y colaborador asiduo de publicaciones seriadas y digitales cubanas.

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