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La poesía popular: secretos de un matrimonio

Los “secretos de un matrimonio”, frase que no se emparenta para nada con la película del director sueco Ingmar Bergman, resulta el complemento perfecto para definir una expresión que vengo escuchando desde que era niño: Poesía Popular. Dos palabras que unidas, y dada la importancia de su alcance, no deben separarse nunca.

He aquí el significado académico de Poesía: “manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra…”. Y he aquí el significado académico de Popular: “perteneciente o relativo al pueblo”. Si ambos significados se unen, el concepto de Poesía Popular podría quedar más o menos así: “por medio de la palabra, manifestación de la belleza o del sentimiento estético perteneciente o relativo al pueblo”. Sin duda alguna, un significado aceptable.

Pero la práctica es mucho más rica que la teoría. Lo que ahora me lleva a detenerme en las múltiples acepciones que a diario se emiten sobre Poesía Popular: “…Expresión de una forma de cultura… Lírica basada en las tradiciones… Unida a lo folclórico… Se crea y transmite de forma oral… Sencillez expresiva… Puede ser recitada o cantada… Su receptor es un público masivo… Propia de las clases sociales menos favorecidas… Que está al alcance de personas humildes… Antónimo de Poesía Culta… Utilizada para solo tocar hechos históricos o pasajes fugaces de la vida cotidiana… Ideal para fiestas, burlas, sátiras, juegos, costumbres y homenajes… Cantos o versos que pueden ser anónimos…”. ¡Fin de las acepciones! Son incontables, literalmente incontables, muchas de ellas con visos conscientes de menosprecio, reduciendo de esa forma su real impacto y perdurabilidad.

Mucho se ha escrito en Iberoamérica sobre la Poesía Popular, lo que en mi opinión, luego de analizar el tema con especial detenimiento, pasa primero por un criterio de interpretación individual. Dicho de otra manera: ¿qué es para mí la Poesía Popular? Soy del criterio entonces que la expresión Poesía Popular es inexacta y equívoca, como inexacto y equívoco es también su significado, porque está demostrado que en ocasiones lo popular puede ser culto, y lo culto puede ser popular. Ahora bien, que la expresión sea inexacta y equívoca no invalida que el concepto como tal sea incluyente, amplio y abarcador, muchísimo más extenso que el concepto que se utiliza para definir la Poesía Culta: “…Muy elaborada en términos de estilo y lenguaje… Temas profundos y abstractos… Textos sofisticados y eruditos… Antónimo de Poesía Popular… Dirigida a una audiencia académica o de elevado nivel cultural…”.

Yo pregunto: ¿qué le hace falta a un poeta culto para alcanzar la categoría de poeta popular?, ¿qué le hace falta a un poeta popular para alcanzar la categoría de poeta culto? Para mí, ambas categorías pueden andar juntas, ambas tienen la misma importancia cuando de poesía se trata y ambas pueden fundirse, sin contradicciones, en un mismo poeta. Eso sí, para que sea auténticamente popular debe existir una fusión poeta-poema-poesía-popularidad que luego se traduzca en comunicación, en memoria colectiva, en necesidad de pueblo, en culto a las tradiciones, en preservación de la identidad, en patrimonio inmaterial y en legado de buen arte, sea cual sea su soporte expresivo: versos improvisados o escritos en décimas, coplas, cuartetas, redondillas, quintillas, sextillas, octavillas, glosas, romances, versos de origen africano… Pero lo Popular no siempre está en la forma, a veces está también en el alcance de los contenidos. Solo así pueden explicarse las luces que han dejado en millones de cubanos los Versos Sencillos de José Martí, publicados por el Apóstol en 1891.

En Cuba se localiza la preponderancia de una Poesía Popular que traspasa los límites del tiempo.

Mencionar a Martí, hace que me detenga en Cuba, donde se localiza la preponderancia de una Poesía Popular que traspasa los límites del tiempo, identificada por cinco elementos esenciales: la décima como estrofa nacional. Esa composición poética (improvisada, escrita, cantada o recitada), por derecho propio, ha tenido siempre necesidad de pueblo. Y el pueblo, por derecho propio, siempre se ha refugiado en esa composición poética, que es la expresión lírica más antigua que tiene Cuba. ¿Otro símbolo patrio? Sí, por supuesto que sí, unido a un criterio de razonamiento que cada día adquiere mayor relevancia: la décima es mucho más que una estrofa específica de la métrica española, es un “complejo cultural” que debemos proteger a toda costa. Le siguen: amplio registro de temas, uso del verso octosílabo, cadencia sostenida del ritmo y presencia de rimas consonantes.El cubano medio no acepta las asonancias o rimas defectivas. El cubano medio no acepta que se le improvisen décimas irregulares. El cubano medio no acepta en las décimas los versos quebrados. El cubano medio lleva en su ADN, lleva en su alma, lleva en su imaginario, La medida de un suspiro, es decir, lleva en su alma el verso octosílabo.

Volviendo a Martí: ¿serían tan populares las estrofas de los Versos Sencillos de haber sido escritas en otra métrica que no fuera octosilábica? No, de seguro que no. De ahí la importancia de asumir lo Popular como aquello que es peculiar al pueblo o procede de él, como aquello que el pueblo tiene asumido como propio, como aquello que el pueblo elige. Y la décima de perfecta estructura es parte intrínseca de lo nuestro. Haga usted la prueba y cántele (recítele) a cualquier habitante de esta Isla, tenga el nivel que tenga, una décima o una redondilla que intente jugar con la irregularidad o la asonancia. ¿Logra imaginarse la reacción de ese ciudadano?

Hace un momento me referí a la Poesía Popular como un concepto que es también incluyente, amplio y abarcador. De no ser así, ¿cómo se explica la inmensa popularidad que tuvo (y tiene todavía) un poema como La Marcha Triunfal del Ejército Rebelde, escrito por el Indio Naborí en 1959? Y ojo: no son décimas. Aquí el poeta se fue por la forma que en ese momento le dictó su corazón: versos dactílicos-amétricos de base trisílaba. Mixtura de líneas cortas y largas. Reiteración, énfasis y ritmo sostenido. Logrando con ello que la forma poética escogida fuese sincrónica de principio a fin, lo que explica el tono de vehemencia que el Indio Naborí logró impregnarle a cada estrofa.

¿Dónde está la mayor virtud de ese poema? Tal vez en que el poeta logró eternizar el asombro del pueblo ante un hecho que estaba estremeciendo la historia patria. “(…) ¡Sólo importa Cuba! /Sólo importa el sueño de cambiar la suerte…”. Por eso aquí el verso imperativo le otorga a la poesía social, convertida para siempre en Poesía Popular, un alto rango de perpetuidad, tocando de esa forma las entrañas del pueblo y poniendo en su voz la épica de un proceso político trascendente.

La Poesía Popular es siempre amplia y jamás reducida, es siempre incluyente y jamás excluyente. Además del tiempo y el espacio, igual influye mucho la difusión que se le haga. Y al menos en Cuba, que me toca más directamente, la Poesía Popular no solo se visualiza a través de la oralidad o la décima. De no ser así, ¿cómo se explica la inmensa popularidad que tuvieron (y tienen todavía) los poemarios Motivos de Son y Sóngoro Cosongo, publicados por Nicolás Guillén en los años 1930 y 1931?, ¿puede existir un mejor ejemplo de Poesía Popular que esos dos libros? Vuelvo los ojos, miro, y dejo que sea Guillén quien siga desbrozando el camino:

“…La inyección africana en esta tierra es tan profunda, y se cruzan y entrecruzan en nuestra bien regada hidrografía social tantas corrientes capilares, que sería trabajo de miniaturista desenredar el jeroglífico. Opino por tanto que una poesía criolla entre nosotros no lo será de un modo cabal con olvido de lo negro…”. Cierro esta parte recordando a Rogelio Martínez Furé. En una ocasión le preguntaron: “¿te reconocerías como un poeta popular?” A lo que el maestro respondió: “¡Qué más quisiera yo! Es algo demasiado grande para pensarlo siquiera”.

“El cubano medio lleva en su ADN, lleva en su alma, lleva en su imaginario, La medida de un suspiro, es decir, lleva en su alma el verso octosílabo”.

Aunque no es mi intención entrar en el laberinto de los “ismos”, sí recomiendo a los más interesados que estudien el proceso creativo que se dio en España alrededor de la “Generación del 27”. Ese proceso creativo, conocido como “neopopularismo”, enriqueció muchísimo la Poesía Popular. Digamos que se produjo un maravilloso salto cualitativo, fórmula que exaltó la imagen natural y lírica brotada del pueblo, de la voz del pueblo, haciéndose táctiles varios elementos: intuición poética, agudeza lírica, metros breves (de arte menor), elegancia expresiva, lenguaje claro y el hallazgo de las siempre vivas tonadas populares. Y si primero hay que estudiar lo sucedido en España, con Federico García Lorca al frente, después hay que estudiar a fondo, sin hacer trasplantes caricaturescos, el impacto que tuvo en América Latina esa corriente poética.

Hoy resulta un criterio unánime que el Indio Naborí fue el gran renovador de la décima improvisada y escrita en Hispanoamérica. Esos aportes se inician en 1939 (con sus Estampas campesinas) y concluyen en 1955 (con la bien llamada Controversia del Siglo). Regístrese entonces el mencionado 1955 como el año en que convergen, para la historia de lo culto y lo popular, para la historia de lo clásico y lo moderno, tres momentos de suma importancia:
—20 de abril: el Indio Naborí publica su célebre poemario Estampas y elegías.
—15 de junio: ese mismo poeta protagoniza, junto al inolvidable Angelito Valiente, en el teatro del “Casino Español”, de San Antonio de los Baños, la primera parte de la Controversia del Siglo en verso improvisado.
—28 de agosto: tiene lugar la segunda parte de la Controversia… en el estadio “Campo Armada”, de San Miguel del Padrón.

Esos tres momentos, momentos cumbres de la Poesía Popular, cumplirán 70 años en el próximo 2025. Pero no quiero continuar hablando del Indio Naborí. A veces referirme a él se me confunde con los dictados del alma. De ahí que ahora sustituya mis posibles líneas por las que ya escribió el catedrático español Maximiano Trapero:

El Indio Naborí… Su poesía, cantada y escrita, es de tal altura que será “clásica” … Una cosa está presente siempre en sus versos: la verdad, la hondura de la verdad y no la superficialidad del artificio. Si con alguien tuviera que compararlo no dudaría en decir que la poesía de Naborí es como la de Garcilaso: toda emoción, todo ritmo plácido, toda armonía… El nombre del Indio Naborí seguirá resonando en la leyenda…, hecho mito, pues en su persona y en su obra se conjugaron los dos tipos humanos y literarios más perdurables de la literatura popular en lengua española desde la Edad Media: el juglar y el trovador… El Indio Naborí es hoy el representante más genuino de la poesía oral en el mundo hispano…

Insisto en la necesidad de realizar y publicar estudios sobre lo que sucedió con la Poesía Popular después del Indio Naborí. Su influencia, el peso de su influencia, incluso en poetas populares que no tuvieron referencias directas, resulta innegable. Fue algo que se quedó como en el aire. De ahí la frase “esos versos tuyos son naborianos de principio a fin”. Pero hay que seguir investigando, hay que detenerse en el estudio profundo de otros nombres: Francisco Riverón Hernández, Angelito Valiente (ya mencionado), Rafael Rubiera Pastrana, Gustavo Tacoronte, Chanito Isidrón, Sergio Mederos, Justo Vega, Adolfo Alfonso, Pablo León, Fernando García, entre otros nombres imprescindibles. Y digo más: ¿dónde está el ensayo que nos permita identificar, con todo rigor, los aportes que le hicieron a la Poesía Popular cubana Manuel Navarro Luna, Samuel Feijóo, Adolfo Martí y Raúl Ferrer? Hay que seguir investigando, investigar lo que ocurrió en las décadas del 80, del 90 y del 2000; investigar incluso lo que ocurrió hace cinco años o lo que está ocurriendo ahora mismo. Por ejemplo: ¿qué aportes les están haciendo a la Poesía Popular los jóvenes poetas de hoy?

En los “secretos de” este “matrimonio” hay muchas aristas que merecen observación y análisis. Entre otras cosas porque a veces los llamados poetas cultos no se dan cuenta de que son también poetas populares. ¿De verdad no se dan cuenta o es que no quieren reconocerlo? Sea una cosa o sea la otra, vale la pena traer al ruedo la “Oda a los poetas populares”, de Pablo Neruda:

“Poetas naturales de la tierra/ escondidos en surcos/ cantando en las esquinas/ ciegos de callejón/ oh trovadores de las praderas y los almacenes…”. Como puede apreciarse, en estos versos existe una seria contradicción. ¿Por qué motivo los poetas populares tienen que andar cantando o recitando sus versos en surcos, esquinas, callejones, praderas y almacenes? Entenderlo de esa manera es reducirle la anchura de cielo al significado que venimos desarrollando.

Contradicción incrementada cuando sabemos que el propio Neruda fue también un gran poeta popular; lo fue y lo sigue siendo, de ahí que su “Poema XX” sea hoy, cien años después de publicarse, el texto poético más popular del mundo hispanoparlante.

Lo dije al inicio: mucho se ha escrito en Iberoamérica sobre la Poesía Popular. Y es una necesidad de primer orden que se continúe escribiendo, porque se trata de un tema que es patrimonio, de un tema que se entronca con nuestra historia pasada y presente. Conocer su trascendencia a través de poetas vivos o muertos, grandes o pequeños, reconocidos o desconocidos, famosos o discretos, será una forma de conocer, de igual manera, uno de los elementos culturales que gestó el surgimiento, consolidación y desarrollo de naciones enteras.

Si hoy asistimos en Matanzas, Cuba, al II Congreso Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, es precisamente para rendirle honores a la Poesía Popular, que es un ingrediente esencial de nuestra identidad. Aquí se unen la cultura oral y la cultura escrita. Aquí se unen el portador vivo de la tradición y el académico de las bibliotecas. Aquí se unen el guateque campesino y el salón universitario. Aquí no hay ruidos entre el juglar, el trovador y el hombre de letras. Aquí lo único que importa es redimensionar, en su justa medida, la poesía que define y singulariza a nuestros pueblos. Explicarla, promoverla, exaltarla, preservarla y llevarla con seriedad a escuelas, universidades, centros culturales y medios de difusión masiva, será una forma de darle vigencia a una frase martiana que debemos hacer nuestra desde que amanece: “lo que no se conoce, no se ama, y lo que no se ama, no se defiende”.

*Texto leído en Matanzas, Cuba, el 31 de mayo de 2024, como parte del II Congreso de la Décima y el Verso Improvisado.

Tomado de La Jiribilla

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