«Julian está libre», escribió emocionada en la red social X, Stella, la abogada y esposa de Assange, el periodista australiano fundador de Wikileaks apresado en la cárcel de alta seguridad de Belmarsh, en Gran Bretaña, durante los últimos cinco años del total de 14 que lleva en un limbo jurídico desde que en noviembre de 2010, el Tribunal Penal de Estocolmo emitió una orden de detención internacional contra él.
Los delitos que se le imputan han sido cuestionados por miles de personas en el mundo y por los defensores de una libertad de prensa que “falla” cuando se trata de ventilar las verdades de sus promotores en Estados Unidos.
Desde su tribuna en Wikileaks, Assange publicó miles de documentos militares clasificados del Pentágono que revelaron desde los abusos y deleznables torturas cometidos contra inocentes apresados en Medio Oriente en el contexto de la llamada guerra contra el terrorismo, pasando por los bombardeos contra civiles durante la guerra contra Irak, hasta conductas “poco éticas” de la Casa Blanca como la escucha ilegal de las comunicaciones telefónicas de otros gobiernos, entre ellos, el de la entonces presidenta brasileña Dilma Rousseff.
A pesar de haber develado la verdad y hecho una contribución al mundo, Julian Assange deberá declararse ahora culpable de algunos de los cargos que se le imputan para impedir que los victimarios le sigan haciendo objeto de la injusticia, según ha trascendido.
Estados Unidos pedía su extradición y allí le esperaba un juicio por 18 acusaciones que le iban a significar hasta 175 años de prisión.
De modo extraoficial se ha divulgado que Assange habría llegado a un acuerdo preliminar con las autoridades judiciales estadounidenses para declararse culpable del cargo de conspiración para obtener y divulgar información de defensa nacional de los Estados Unidos, lo que debe hacer ante un tribunal de las Islas Marianas del Norte, bajo la jurisdicción estadounidense, en una vista que se anuncia para el miércoles.
Es probable que Assange sea condenado a unos cinco años y tres meses de tiempo ya cumplido, contando los que ha pasado en Belmarsh, adonde llegó en abril de 2019.
Los acontecimientos en el marco judicial han sido particularmente apremiantes para él y su equipo de la defensa en los últimos meses. En febrero, sus abogados acudieron al Tribunal Superior en Londres en lo que parecía el último intento para evitar la extradición a EE. UU., luego de que, en junio de 2023, un juez londinense le denegara el permiso de recurrir a esa orden.
Un respiro de alivio llegó en marzo pasado cuando el Tribunal Superior de la capital británica le permitiera la apelación.
Un video publicado por RT lo muestra ahora, en imágenes tomadas presuntamente este lunes 24 de junio, abordando un avión, luego de que el Tribunal Superior de Londres lo pusiera en libertad bajo fianza, tras lo cual abandonó el Reino Unido, dijo esa fuente.
Desde 2010 el periodista australiano ha resistido un calvario que se inició por falsas acusaciones de abuso sexual ante los tribunales de Suecia, la orden internacional de detención, las acusaciones de Estados Unidos bajo su Ley de Espionaje, el asilo político en la Embajada de Ecuador en Londres que le protegieron de la injusticia hasta su arresto violento en esa sede, cuando el gobierno de Lenín Moreno abrió la puertas de la legación diplomática a la policía de Londres.
En su post en la red social X, Stella Assange agradeció reiteradamente a “USTED, que se ha movilizado durante años y años para que esto se haga realidad. GRACIAS. Gracias. GRACIAS”.
Las definiciones en torno a un caso que viola flagrantemente los proclamados principios de Estados Unidos en relación con la libertad de prensa, se conocerán en la vista anunciada para el miércoles.
La victoria en la batalla por Assange parece cierta… Aunque el valeroso periodista tenga que faltar a la verdad, para evitar ser condenado por ella.