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Arturo Kemchs: “Cuando termino mi día dejé el mundo arreglado”

A los grandes artistas del humor les pasan cosas extraordinarias. Si no fuera así, los seres de sonrisa común y corriente no podríamos nunca llegar a entender la raíz última de sus chistes. Pongamos por caso a Arturo Kemchs: coloquémoslo en una gran lámina blanca bajo la luz de la lámpara, atémoslo con trazos fuertes y vigilémoslo bien —porque seguramente intentará hallar una fisura en la hoja, salir del foco y ponerse a dibujarnos— y, finalmente, repasemos parte de su ya larga cabalgata de ingenioso hidalgo por nuestro planeta La Mancha.

En la preparatoria, allá por 1975, el joven Kemchs se integró a un grupo que fustigaba al rectorado de su universidad y comenzó a hacer las afiladas viñetas que todos distribuían. Un día lo llamaron a la dirección —ejercicio que, más o menos, sugiere lo mismo en todos los países—, pero para sorpresa de él, mía, y seguramente hasta de quien lee ahora mismo esta entrevista, no era con ánimo de reprenderlo, sino de… pedirle ilustraciones para la Gaceta de la UNAM, la eternamente prestigiosa Universidad Nacional Autónoma de México.

Releyendo la anécdota, no tengo dudas de que esa vez la “broma” llevó la firma de los potenciales censores, pero está claro que él aprendió de ella. Terminada la preparatoria, publicó, expuso y recibió un salario, todo como caricaturista, todo por primera vez. Como diríamos en Cuba, Kemchs rio último…

Egresó de la UNAM con un título de Licenciado en Administración de Recursos Humanos que se me antoja poco risueño, pero que no fue un problema porque tal pergamino no riñe con la certeza de que sus mejores recursos humanos son sociales, políticos, ¡gráficos!, al punto de convertir con los años a aquel muchacho irreverente en un paradigma del periodismo (la condición que más asume) y en un artista en la cumbre de su compromiso… y su irreverencia.

Es probable que los mejores humoristas gráficos sientan sobre su trabajo el peso de la sentencia de Gabriel García Márquez para el suyo cuando dijo aquello de que escribir es el oficio más solitario del mundo y lo explicó con una idea que se ajusta, como caricatura al rostro, a la obra de Kemchs: “Lo que ocurre es que va aumentando el sentido de la responsabilidad”.

Ingenio y responsabilidad parecen los senderos principales de este creador que, sin dejar de recibir premios personales, presidió la Unión Iberoamericana de Humoristas Gráficos (UNIGH) y la Sociedad Mexicana de Caricaturistas, dirigió el Museo de la Caricatura de ese país y encabezó la batería editorial y artística de publicaciones de humor como Lapiztola, Lapiztola Latinoamericana, Revista Verde, Chocarreros y Humoris Causa.

Los públicos han apreciado su obra en periódicos “nacionales” —ya se sabe que en esta época toda publicación es mundial— como La Afición, Ovaciones, Uno Más Uno, El Heraldo de México, Novedades, El Gráfico, El Universal y la revista Siempre, así como en medios “internacionales” como The Washington Post, Vancouver Sun, Journal of Commerce y Chicago Tribune.

Por otro lado, Kemchs ha conducido proyectos muy sensibles como la Fundación Arte Down México, que enseñó a dibujar a jóvenes con síndrome de Down, y ha hecho más perdurable su legado al asentarlo en una obra editorial de amplio espectro.

Sus libros Mujeres por la equidad, El mejor amigo del hombre: la historia del condón, El sexo mandamiento y Covid-19, del humor a la reflexión muestran las múltiples preocupaciones humanas de este artista que no aparta la mirada de la ecología, el tabaquismo, la igualdad de la mujer —entre otras igualdades— y la paz. Sobre esta última, compiló en 2003 el título Haz el humor y no la guerra, una defensa coral de esa paloma impoluta que los grandes poderes del mundo tratan de trocar en tenebroso cuervo.

Kemchs ha coordinado más de una decena de libros con la obra de colegas de varios países. Dos de esos títulos, y una exposición en el Museo de la Caricatura en la Ciudad de México derivada de ellos, nacieron del proyecto de 2019 Trump, un muro de caricaturas, que levantó ladrillo a ladrillo una denuncia gráfica contra otro peligroso charlatán del imperio.

Su obra puede provocar varias capas de lectura, pero nunca indiferencia ni desentendimiento. Kemchs ha enyugado el trazo ágil con múltiples referencias visuales y culturales y con una profunda conciencia del mundo, todo lo cual le permite dialogar con los públicos desde una serena ironía que no por tierna deja de movilizar activismos.

Ese es el “pintamonos” —así se autodenomina— mexicano que la suerte de mi profesión me puso enfrente uno de estos húmedos mediodías habaneros y que finalmente entrevisté pese a que el zodiaco terrenal, que puede resultar mucho más caprichoso que el celeste, parecía empeñar todos sus signos en impedirlo.

Cubaperiodistas pudo. No por gusto Arturo Kemchs es uno de los rostros más dibujados por sus propios colegas. Alguno de ellos le ha llamado “el caricaturista todo nariz”, por una razón bien empinada al centro de su rostro. Así que no hay que asombrarse de que dibuje muchos “monos narizones”, compañeros de nariz, pudiera decirse casi.

“Yo le echo la culpa a que soy muy fácil de dibujar: nariz, barba calva y vámonos”, ha explicado Kemchs otras veces. De modo que me he aferrado a esa naturalidad suya para posar ante otros y me he lanzado a comprobar que, también, es un hombre fácil de entrevistar… evadiendo el zodíaco, claro está.

Kemchs reúne todos los atributos para dar una buena entrevista periodística: criterio, audacia, obra y la suficiente humildad para trazar a cuatro manos, incluso con el reportero desconocido que el destino planta en su camino, un diálogo agradable que estimule, a un tiempo, a reír y a pensar. ¿Será este el caso…?

Cubaperiodistas (Cp): Arturo, su trayectoria impresiona; así que es dable inferir que usted impresione más, sin embargo, por encima de los premios y las clasificaciones estéticas, parece simplemente concentrado en defender su filiación a la crítica y a la opinión. ¿Cuánto pueden ellas definir a un artista, a un comunicador, a usted, por ejemplo?

Arturo Kemchs (Kemchs): —Mira, te voy a hablar de mi trabajo en la ciudad de México, en mi país. Yo estoy por cumplir 50 años como caricaturista, de los cuales, cuando menos, 40 he sido caricaturista editorial, caricaturista de opinión; entonces, esto en mi país es de una gran responsabilidad. El hecho de que lo que tú dibujes le va a llegar a mucha gente y que tu opinión puede llegar a ser importante o considerable para la gente que te ve, es una gran responsabilidad.

“No puedes estar criticando al azar o criticando sin bases ni puedes estar jugando con un espacio que es importante para difundir una información; o sea, como periodista gráfico hay una gran responsabilidad al estar en un espacio como en el que yo estoy que es el periódico El Universal, uno de los más importantes y más grandes de mi país y de una gran trascendencia de más de cien años.

“Entonces, cuando se me brindó la oportunidad de estar en esas páginas tan importantes yo adquirí una responsabilidad que pretendo no dejarla. Todos los días, al sentarme a mi restirador a dar mi opinión sobre un acontecer político, siento que es con mucha responsabilidad.

“Yo siempre he retado a la gente que me ve, a mis seguidores gráficos a que me digan, de todo lo que yo he dibujado, algo que no sea cierto. Podemos entrar en debate, pero nunca he mentido, nunca he utilizado mi espacio para lastimar a nadie, eso es importantísimo: la crítica no debe ser para lastimar, la crítica debe ser para reflexionar y esa ha sido mi función y mi trabajo durante muchos años”.

Cp: En 1994 la revista norteamericana de humor gráfico Witty World lo incluyó entre los mejores caricaturistas del mundo. ¿Cómo digiere un humorista nato una sentencia tan seria como esa? ¿Qué ha hecho desde entonces para avalar o contradecir la afirmación de la revista?

Kemchs: —Yo recuerdo cuando llegó a mis manos el estudio de la revista donde se publicó este balance de lo que para la edición de ese número eran los cien mejores caricaturistas del mundo y verme incluido… nunca me lo imaginé. En aquel entonces estaban grandes de la caricatura y, a la hora de ver la letra K, me voy encontrando que estaba yo anotado.

“Sí te quiero hacer este comentario; esto fue en el ’94 y, definitivamente, de allá para acá las nuevas generaciones vienen empujando en mi país muy fuerte. Hay grandes caricaturistas nuevos, jóvenes; algunos que para ese año de que me hicieron el honor de clasificarme en esa lista estaban empezando, iban a la mitad, hoy son grandes caricaturistas, así es que, si vuelven a hacer esa lista, estoy seguro de que ya no me corresponde estar en ella. Es realmente impresionante el trabajo que está haciendo la juventud editorial en mi país”.

CP: Usted es caricaturista, historietista, ilustrador, pintor e investigador y tiene uno 40 libros, pero la mayor parte de su obra se ha repartido en más de 200 diarios nacionales e internacionales y suele hablar de su trayectoria periodística, carrera que aún muchos asocian principalmente con mensajes en palabras (escritas, grabadas… pero palabras). ¿Cuál es el sitio de la caricatura en el periodismo actual?

Kemchs: —Bueno, será porque yo la hago, pero a mí me parece un lugar sumamente importante y de suma responsabilidad. No puedes dibujar por dibujar; tienes que llevar un criterio, un análisis, un mensaje, y esa labor del periodista gráfico como el que soy yo te deja en una posición de ventaja.

“Te explico por qué estamos en ventaja con ustedes. En un diario hay varias partes importantes: primero, tal vez las ocho columnas que aparecen en la portada del periódico y lleva la nota principal; es la información que llega a la mayor cantidad de lectores, pero yo creo que después de la de ocho columnas el lector, el que compra su periódico, el segundo espacio que revisa es la caricatura, y el impacto es inmediato.

“¿Qué quiere decir? Que yo le llevo la ventaja a mis demás compañeros en la página editorial, que los tienen que leer, sentarse, darles un tiempo… lo de nosotros es un impacto. Entonces, a veces por el tiempo, a veces por otras muchas razones, la gente que adquiere un periódico no puede leer todo el periódico: lee ocho columnas, tal vez lee la nota principal, después se va a la caricatura y el mensaje lo dejamos al cien por ciento de los lectores.

“Sin embargo, el que escribe de deportes nada más será un 20 por ciento los que lo leen, el que le gustan los espectáculos será otro porcentaje y así, el que le gusta la política, los análisis… hay un porcentaje de lectores en cada uno de los diarios, pero a los caricaturistas nos lee toda la gente que compra un periódico, por eso les llevamos esa ventaja a los demás compañeros periodistas”.

Cp: Admito que me ha ganado. ¿Cómo ubica en su trayectoria sus seis Premios Nacionales de Periodismo de México: son el agasajo a un valor agregado que coloca en los periódicos o la percepción del público de que la gráfica humorística es parte consustancial de la comunicación?

Kemchs: —Efectivamente, ya tengo seis Premios Nacionales de Periodismo, pero yo los repartiría en 50 años de estar en esto; no creas que me los dieron el primer año: me los dieron a los diez años, luego otro cuando cumplí 20, y así ha sido cada diez años, cada 15 años, los premios.

“Yo he sentido esto como una gran responsabilidad de lo que ha sido siempre mi factor importante en el periodismo desde que me dedico a ello. El hecho de darte una jerarquía junto a tus demás compañeros —la jerarquía es darte un premio— debemos valorarlo y lograr que ese premio nos vuelva mucho más responsables de lo que hacemos diariamente”.

Arturo Kemchs, reflexivo, ante una de sus obras. Foto: Enrique Milanés.

Cp: En cierta etapa trabajos suyos aparecían a la vez en espacios editoriales de cinco periódicos mexicanos. ¿Que sentía que ayudaban a pensar, a sostener o a cambiar esas caricaturas en medio de tanto texto y de complejos contextos?

Kemchs: —Esto pasó en una época del periodismo en mi país. Hoy en día, la mayoría de los periódicos tienen uno, dos, tres caricaturistas, pero son exclusivos, no pueden publicar en otros lugares. Este incidente de estar en cinco o seis diarios a la vez sería entre los años ochenta y noventa, cuando yo podía tocar la puerta del editor y, si le gustaba mi trabajo, me lo publicaba y yo iba a otro periódico y, si le gustaba, me quedaba; entonces, sí llegué a estar en cinco o seis diarios importantes de mi país al mismo tiempo en la página editorial, que también es un privilegio: hay compañeros a los que les dan espacios en diarios, pero en lugares secundarios, digámoslo así.

“Estar en la página editorial de periódicos grandes es una responsabilidad y un honor para el caricaturista. Se suscitó en esa época; ya no se puede. Hoy en día las nuevas generaciones se acercan a mí y me preguntan cómo le hacía. Bueno, es que en esa época no había exclusividad. Hoy en día, aunque te paguen poco, te piden exclusividad”.

Cp: Usted ha dicho que sus colegas son como Quijotes. ¿Qué pueden hacer tales Quijotes, más que dibujar lanzas de tinta, en este mundo caótico que, si no está patas arriba, parece cabeza abajo?

Kemchs: —A mí me da mucha risa porque, cuando termina mi día de labor, recojo mis instrumentos de trabajo, guardo mis hojas, mi tinta, mis lápices; apago la luz del restirador y me voy a descansar y, según yo, con mi crítica, con mis comentarios, con todo lo que dibujé, dejé el mundo arreglado y me voy a descansar tranquilo.

“Lo triste es que al otro día me levanto y el mundo sigue estando igual de desmadre y no logré hacer nada con mi trabajo. Llega un momento en que, para el caricaturista, puede ser frustrante que después de tantos años de querer arreglar el mundo, no se arregle, pero es una lucha de un Quijote que lucha contra estos monstruos: la crisis, el hambre, la guerra, las enfermedades… todos esos monstruos pues que difícilmente con una plumilla y con tinta podamos combatirlos, pero somos tan necios, pensamos la vida tan poéticamente que creemos que con eso vamos algún día a solucionar los problemas que durante miles de años no se han podido arreglar.

“Te comento cuál es la función de un caricaturista. Por ejemplo, los médicos vienen a curarnos, los profesores vienen a enseñar, los arquitectos vienen a construir, los poetas vienen a sensibilizar… cada uno de nosotros en su área viene a cumplir una función social. Yo entro a la reflexión y digo: bueno, ¿y los caricaturistas a qué venimos, qué estamos haciendo por una sociedad?

“Parte de lo que hace un caricaturista es escribir —en nuestro caso dibujar— la historia del mundo. Todos los días ponemos un dibujo con respecto a lo que se suscitó en el país de uno o en el mundo. Y vamos escribiendo durante años la historia de este planeta.

“Es parte de nuestra función dejar un testimonio; así como las pinturas rupestres que dejaron algún testimonio de la caza de los animales, en el caso de los caricaturistas debemos cumplir esa misma función: dejar parte de la historia de los aconteceres. Es nuestro trabajo como comunicadores”.

Cp: ¿Usted cree que esta Bienal de Humor Gráfico Político puede entenderse efectivamente como una reacción a la ultraderecha que se expande como otra pandemia contemporánea?

Kemchs: —Ustedes tienen una situación muy distinta a otros países o muy distinta, cuando menos, al mío. Nosotros en México, desde que yo me acuerdo, desde que me dediqué a esto y antes, por supuesto he leído a compañeros que nos antecedieron, es la lucha contra la corrupción, contra los malos gobiernos… nuestro trabajo es ese.

“En el caso de ustedes, tienen que luchar con varias cosas. Tienen que tratar de incluir su trabajo como periodistas críticos, pero por el otro lado, tienen un invasor que les está ganando la partida, porque lo que no digan ustedes criticando a su Gobierno, a su sistema, lo van a decir allá en Miami.

“Entonces yo creo que este tipo de eventos, como el que se está dando, sería importante que los periodistas tomaran en cuenta esta iniciativa de ser críticos, lo más críticos posible. No es fácil; en mi mismo país tampoco es fácil. Los editores tienen compromisos, los dueños de los periódicos tienen compromisos y por ese lado no podemos entrar.

“Alguna vez a un compañero que se quejó de eso le dijeron ‘¡Pues haz tu periódico y así puedes decir todo lo que tú quieras!’, pero cuando hizo el periódico, a través de la vía de publicidad, de gente que le ayudaba económicamente, tampoco los pudo tocar…”.

Cp: Ya no era su periódico…

Kemchs: —Al final, eso es. Lenin decía que no existe la libertad de expresión mientras los medios de comunicación pertenezcan a la iniciativa privada. Hay que entender que todas las iniciativas privadas y todos los gobiernos tienen intereses. Es por ello que, cuando platicamos los caricaturistas mexicanos y algunos se quejan de que no les publican algunas caricaturas, les decimos: es que tenemos que saber para qué medios trabajamos.

“En mi país hay periódicos de derecha y de izquierda, y si te vas al de izquierda no vas a poder hablar de la izquierda; y si te vas al de derecha, no vas a poder hablar de los de derecha. Tienes que situarte dónde estás: si no estás conforme pues te tendrás que retirar o conformarte con lo que te dejen decir, pero no son fáciles las aperturas de crítica política; todos los periódicos y revistas tienen intereses”.

La crítica y la opinión han sido constantes en sus cincuenta años de trayectoria creativa. Foto: Enrique Milanés.

Cp: ¿Qué dicen los caricaturistas de avanzada, como usted, de la realidad de que otros colegas, quizás de igual nivel, dibujan desde sus antípodas? ¿Cómo asumen que también los extremismos “tienen quien les escriba”, como diría, para otro asunto, el Gabo?

Kemchs: —¡Claro! Mi opinión puede ser muy corta. En México la censura o autocensura es entre nosotros. En este sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha dado una gran división en el medio periodístico, que incluye a los caricaturistas.

“Hay caricaturistas a favor del sistema político mexicano actual y muchos otros que seguimos siendo críticos, aunque sea un Gobierno de izquierda. Es la primera vez que entra un Gobierno de izquierda al país. Yo siempre me he sostenido que soy y he sido de toda mi vida un caricaturista de izquierda, pero la diferencia es que soy un caricaturista de izquierda crítica. No concibo el periodismo cuando, teniendo una posición política le perdones todo a tu gobernante; eso, periodísticamente, se ve muy feo.

“Si tú eres de izquierda, tienes un Gobierno de izquierda, pero la izquierda está haciendo algo mal, tú como periodista lo debes de manifestar”.

Cp: Sé que ama Cuba y a sus colegas cubanos, parte de un pueblo de mucho humor. Ahora, que cuesta más son/reírse en Cuba y en el mundo, ¿qué quisiera que dejara esta Bienal en una tierra dada a la risa y al pensamiento, pero perseguida por las tensiones políticas y materiales?  

Kemchs: —Debemos continuar la alegría de un pueblo como el tuyo. Primero debo mencionarte que, efectivamente, yo quiero mucho a tu país. He venido tantas veces que me siento mexico-cubano. Por primera vez traigo a mi hija la más chica y antes he traído a mis otros dos hijos y me dicen: “¡Oye, Papá, tú sabes de todo, dónde está esto…!” y les digo: “Es que he venido varias veces”. Quiero inculcarle a mi hija que venga a aprender cómo vive un pueblo que padece, que ha sido atacado, que ha sido reprimido por los Estados Unidos y ha logrado sostenerse. Eso para mí es una gran dignidad, la que tiene el pueblo cubano, y es parte de mi admiración por este país, por estos amigos, por estos compañeros, por los demás caricaturistas y les tengo un gran respeto.

“Yo creo que este tipo de eventos debe dejarnos algo: más que la reflexión, el dar un paso más allá sobre nuestra posición crítica como periodistas gráficos. Ojalá y la Bienal deje eso; cuando menos la iniciativa de los organizadores es esa, dar ese paso, despertar a los demás compañeros y decir: ‘¡Tenemos que ser críticos!’. Si esta Bienal les deja a los compañeros caricaturistas la iniciativa de ser más críticos, sin descuidar el humor, cumplió su función”.

Cp: Vuelvo a interpelarlo con una frase suya. Alguna vez ha dicho: «La vida te va dibujando. Somos unas caricaturas de la vida». Le confieso: yo veo a un creador en madurez, pero ¿cómo percibe Arturo Kemchs que lo dibuja, ahora, la vida?

Kemchs: —Yo hablo de esto también físicamente. La primera vez que vine aquí traía copete (pelo abundante, en Cuba), no traía barba… hoy en día uso barba y traigo calva, la cara me ha cambiado en tantos años. El Creador se ha dedicado a hacer de mí una caricatura. Todos los días nos hace caricatura, todos los días somos más chistosos en la cara. Dibujar a un viejito es más fácil que a un niño porque las características que te van dejando la vida, las experiencias, los fracasos, los éxitos… se reflejan en tu rostro.

“Ese rostro es el que dice muchas cosas. Cuando a veces la gente no las quiere decir con palabras, el rostro de un ser humano te puede trasmitir muchas cosas más. Yo conozco jóvenes tristes y conozco viejitos contentos. Esta caricatura que hace El Creador de nuestra persona es esa: irnos conformando tanto físicamente como ideológicamente —que también vamos cambiando de punto de vista, vamos madurando— y nos hace ver la vida de manera distinta.

“La vida te va llevando a conformar un ente que no eras hace diez años ni veinte ni treinta atrás; eres otro y posiblemente, si te da vida El Creador, dentro de diez años serás otro. Es ese dibujo, perfeccionándolo, deformándolo, dándole volúmenes, quitándole, poniéndole arrugas, quitándole y poniéndole pelo… es el rostro con el que convivimos en una sociedad. Es el rostro que te cambia la vida, el que te va dibujando por cuestiones naturales”.

Cp: Al final de todo eso, ¿qué hace Arturo Kemchs con esa caricatura, se piensa ante ella, se asombra, se ríe de sí mismo…?

Kemchs: —Primero que nada, ya no me gusto. Procuro verme lo menos posible en el espejo y a veces ya no me miro en la tele, me da pena verme ¡Nada… es broma! Tenemos que aceptar la vida como viene y sé que estoy ahorita mejor que dentro de diez años, así es que debo disfrutar cómo estoy. Quisiera estar como hace veinte para atrás pero eso no se puede, por ello lo único que te puedo decir es que hoy en día estoy mejor que como voy a estar dentro de diez años; entonces, debo estar alegre”.

Foto de portada: Kemchs se enorgullece de su condición de periodista gráfico. En sus caricaturas, ha denunciado el vergonzoso fenómeno del feminicidio. Foto del autor.

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Enrique Milanés León
Forma partede la redacción de Cubaperiodistas. Recibió el Premio Patria en reconocimiento a sus virtudes y prestigio profesional otorgado por la Sociedad Cultural José Martí. También ha obtenido el Premio Juan Gualberto Gómez, de la UPEC, por la obra del año.

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