La caricatura puede ser la apoyatura de un texto con análisis más profundos y, en ocasiones, el pedido de un medio de prensa inspira al caricaturista, comentó el prestigioso creador cubano Arístides Hernández (Ares) en el taller internacional «Humor político y comunicación en el siglo XXI», generado desde la sede de la UPEC con enlace por videoconferencia y animado por un clamor del gremio: el saludo a la excarcelación del colega australiano Julian Assange.
Ares, que había sido antecedido por dos argentinos: la académica María Fernanda Ruiz y el periodista y analista de medios Javier Romero, explicó cómo a menudo las caricaturas se «enganchan» con los titulares dominantes en el panorama mundial. «La comunicación con humor llega a mucha más gente», afirmó ante un público de caricaturistas, reporteros y líderes de la UPEC, con el presidente nacional, Ricardo Ronquillo, a la cabeza.
Ares celebró que muchos creadores trabajen en medios y en redes sociales, con conciencia de comunicadores, y compartió un interesante análisis de las diferencias entre caricatura —el lenguaje que, dentro del humor gráfico, más se ajusta a lo que él hace— y el meme, partiendo del rol específico de cada uno en el flujo de mensajes de la contemporaneidad.
A su juicio, ambas expresiones no compiten entre sí, pero es importante conocer sus perfiles. La gente se comunica sobremanera con memes y tiene a su alcance hacerlos sin requerir de un estilo ni de honrar una responsabilidad autoral. Del otro lado, la caricatura contiene el sello del creador, muestra su personalidad y exige una elaboración mayor, por todo lo cual toma más tiempo entre idea, elaboración y composición.
Las posibilidades de comunicar rápidamente, solo con imágenes, y de aprovechar las bondades de la síntesis son tesoros para la prensa, la crítica y la opinión, destacó el relevante caricaturista en el debate, apenas un segmento en el amplio programa de la primera Bienal de Humorismo Gráfico Político, que se celebra en La Habana desde el 14 de junio y cerrará el próximo día 28.
En tanto la argentina María Fernanda Ruiz, profesora especializada en tecnologías de convergencia y comunicación política, analizó ante el panel moderado por la colega Patricia María Guerra Soriano el estado del humor político en el territorio digital, un espacio que, en su criterio, debe ser habitado por el arte.
María Fernanda abordó la complejidad de producir humor acerca del dolor social, dilema que involucra no solo las realidades de la Cuba bloqueada que acoge este evento, sino la Argentina de la propia ponente, nación cada vez más violenta y necesitada de la ternura de estas manifestaciones creativas. «Tenemos, como pueblos, necesidad del humor», afirmó en la pantalla.
De igual modo, la experta apuntó que los creadores deben cuidarse de caer, con sus obras humorísticas, en las energías deslegitimadoras de los procesos políticos de avance que se verifican en algunas sociedades. «Los proyectos de izquierda tenemos que habitar el territorio de internet», convocó a los participantes.
María Fernanda denunció la naturaleza violenta que, en materia de género, muestra cierto tipo de humor —contra la mujer gruesa, la vieja, la suegra…— y argumentó la necesidad de cuidar las tres dimensiones del discurso humorístico: la temática, la retórica y la enunciativa.
El otro ponente central fue el periodista y analista argentino Javier Romero —muy activo en redes bajo el nombre ElprofeRomero—, un colega de medios locales que, a partir del empleo de la ironía, la síntesis y el contraste gráfico entre sucesos consigue agudas denuncias que calan en miles de seguidores.
Romero expuso cómo estudia las lógicas sociales de los territorios adonde apuntan sus mensajes y detalló, desde dentro de las plataformas digitales, el proceso de construcción de sus contenidos.
El colega mostró además las herramientas digitales que emplea para evaluar el alcance y efectividad de sus contenidos y argumentó, con la muestra de algunas de sus creaciones más viralizadas, cómo el humor puede hacer contundentes denuncias, aun en la actual Argentina de represión que trajo de vuelta el Gobierno de Javier Milei.
Foto de portada: Panchito González / Prensa Latina