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A menos de 300 kilómetros de Gaza (III parte y final)

Acostumbrados a pasar por aduanas y controles migratorios en aeropuertos, el primer cruce fronterizo terrestre emprendido por Leslie Alonso y Yodeni Masó les indujo una vivencia diferente, la de salir de un país y en pocos minutos entrar a otro. Fue en diciembre de 2022 y se dirigían en automóvil desde el Líbano hasta Damasco, Siria.

Es curioso —recuerda Leslie— cómo después de atravesar el punto fronterizo de origen, recorres un corto trayecto por lo que llaman ‘tierra de nadie’, llegas a tu desino, pasas los controles y entras en un terreno desconocido, aparentemente despoblado hasta las cercanías de la capital.

“Fuimos a Siria en aquella primera ocasión invitados por el padre Elías Zahlawi, de noventa y dos años, sacerdote de la iglesia de Nuestra Señora de Damasco.

“Este padre católico es una persona muy especial, en Medio Oriente está identificado como el defensor de la teología de la liberación. Él tuvo un diálogo con Frei Betto, a través de Al Mayadeen y de contactos de la señora Wafi; nosotros presenciamos esa conversación”.

Pero este padre —añade Yodeni— también es amante de la religión musulmana y nos ha contado que su mejor amigo, de quien conserva un reloj de pulsera que nunca se quita, era un sheik musulmán.

Fue este viejito encantador, de noventa y dos años, quien nos invitó en las navidades de ese año a ver El Coro de la Alegría, que tiene organizado con más de cuatrocientos niños, niñas y adolescentes, y con el que cada diciembre realiza un concierto en la Ópera de Damasco, explica Leslie.

“Hacía mucho frío; el espectáculo era en la misma tarde-noche de nuestra llegada. Fuimos a la Ópera y allí nos enfrentamos a la realidad de la guerra de Siria: en una de las canciones el Coro de la Alegría homenajeó a todos los niños y jóvenes miembros del grupo que habían fallecido durante las hostilidades.

“Cantaron un número dedicado al dolor de la guerra y al mismo tiempo aparecían las fotos de los niños que habían muerto y sus familias. Cuando salimos del teatro ya teníamos incorporada esa triste ausencia”.

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Yodeni habla de la afabilidad de Fady Marouf, el amigo de Cuba y corresponsal de Prensa Latina en Damasco; trabajador de nuestra embajada.

—Al día siguiente nos llevó a conocer la ciudad y también algunas de sus zonas periféricas, que antes de la guerra eran repartos multifamiliares con numerosos edificios.

“Hasta allí llegaron las bombas. Los inmuebles se quedaron en el esqueleto, los repartos vacíos, destruidos por completo. Es la imagen del horror, de la crueldad de la guerra, del sufrimiento de la población siria”.

En ese viaje de diciembre de 2022 —acota Leslie— en Damasco sobresalían los puntos de control y de seguridad del ejército, ante la amenaza de las bandas terroristas.

“Había que detener el auto, a veces te mandaban a bajar, en muchas ocasiones revisaban el maletero. Cuando regresamos en mayo de 2023, la vigilancia no era tan evidente. Se percibía una especie de recuperación, más seguridad en el país.

“En diciembre de 2022, en la carretera que conecta Damasco con la frontera del Líbano los poblados se veían completamente deshabitados, y cuando volvimos en mayo de 2023, apreciamos apartamentos con ropa tendida, tanques de agua puestos. La gente está regresando a Siria, por esa estrategia del gobierno de estimular el regreso de sus nacionales”.

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Aunque el Líbano y Siria están bien cerca —explica Yodeni— y muchas personas, incluso políticos, sostengan que el Líbano era parte de la gran Siria, son dos pueblos diferentes. Puede distinguirse quién es libanés y quién es sirio, así, a primera vista, físicamente.

“Son personas muy humildes, muy sinceras, muy afables. Es digna de admirar su sencillez y capacidad para levantarse todos los días y echar a andar el país después de once años caóticos, devastadores, de tantas dificultades y del bloqueo”.

Yodeni ha hecho tres visitas a Siria; Leslie, dos. Ella cuenta que allí los cortes de electricidad son agobiantes y que, incluso, hay muchos barrios dentro del propio Damasco que tienen corriente tres horas sí y tres horas no, durante todo el día.

“Se debe a que los hidrocarburos que tiene Siria son robados por Estados Unidos. Así —a la cara— se llevan el petróleo y mira cómo viven los sirios”, narra Leslie.

Yodeni menciona los dulces: “son una delicia, tienen un toque distintivo”. Y la comida también es diferente de la libanesa, sin desdeñar los muchos vínculos que tienen como preparados árabes que son.

Leslie acentúa que lo único que no han podido aceptar nunca de Siria es el café. “Contiene demasiado cardamomo y es muy ácido; sirven una pequeña porción, casi un buchito, en una tacita típica, que no tiene asas”.

“Tienen un café que se llama Habana: la simpatía de los sirios por Cuba es evidente. En la embajada cubana en Damasco hay mucho personal originario del lugar”.

Cuenta Yodeni que Fady los llevó a visitar la Gran Mezquita de los Omeyas de Damasco y el zoco (mercado tradicional) que nunca cierra, ni en tiempo de guerra ni en tiempo de COVID, siempre la gente está allí.

“Los coches bombas detonando por Damasco y el zoco lleno de gente comprando especias, café, dulce árabes, dátiles… Siria es un país digno de admirar, su resiliencia y resistencia”, apuesta Leslie.

Ambos coinciden en que, a pesar de lo dolorosa que ha sido la guerra, el pueblo sirio ha logrado levantarse. “Pero Israel es todavía una amenaza latente; ahora mismo está la guerra en Gaza y los israelíes han bombardeado varias veces los aeropuertos de Damasco y de Alepo.

En Siria —añade Yodeni— el Estado tiene más fuerza que en Líbano; las instituciones funcionan, hay un sistema de transporte público gubernamental con conexiones con el resto de las provincias, de las gobernaciones.

“Se nota en cómo te reciben, qué tipo de actividades te organizan a través de la embajada, el interés del Partido, del gobierno… En la visita que hicimos en mayo fuimos con Aleida Guevara, y percibimos esa solidez del gobierno.

“La credibilidad en el ejército también es mucho más fuerte que la del Líbano, que hace un año no tiene presidente de la república, solo un gobierno interino”.

Para Leslie y Yodeni sus visitas a Siria han significado el contacto con la cultura de otro país del mundo árabe, con el dolor que deja la guerra y el terrorismo en los pueblos, la dicha de conocer al Padre Elías y su Coro de la Alegría, y haber experimentado por primera vez el paso de un país a otro por una frontera terrestre en medio de las tensas situaciones que viven estas naciones. Seguramente estas experiencias encierran muchas más emociones, queda por ellos contárnoslas. Tomado de Cuba en Resumen

Foto de portada: Leslie en entrevista con el padre Elías. Foto: Cortesía de los entrevistados.

 

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Flor de Paz
Periodista y Editora.

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