Las distopías se ubican en ambientes cerrados o claustrofóbicos enmarcados en sistemas antidemocráticos, donde la élite gobernante se cree investida del derecho a invadir todos los ámbitos de la realidad en sus planos físico y virtual e inclusive y en nombre de la sacrosanta seguridad del Estado, a eliminar el principio de inviolabilidad (habeas corpus) de las personas, síntomas todos ellos de una posterior deriva totalitaria del sistema plasmada en la instauración de la segregación racial (apartheid) y la práctica sistemática de la tortura en el Estado israelí.
Todo ello sería un reflejo nítido de la deriva totalitaria del Estado distópico israelí amparado por la «espiral del silencio» de los principales medios de comunicación de masas mundiales controlados por el lobby judío trasnacional y la consecuente manipulación de la opinión pública mundial.
Israel y la «espiral de silencio» de la mass media
Las sucesivas ofensivas militares judías contra Gaza y Cisjordania han estado siempre amparadas por la «espiral del silencio» de los principales medios de comunicación de masas mundiales controlados por el lobby judío trasnacional, teoría formulada por la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann en su libro La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social (1977).
Dicha tesis simbolizaría «la fórmula de solapamiento cognitivo que instaura la censura a través de una deliberada y sofocante acumulación de mensajes de un solo signo», con lo que se produciría un proceso en espiral o bucle de retroalimentación positiva y la consecuente manipulación de la opinión pública mundial por el lobby judío trasnacional (los palestinos son terroristas e Israel tiene derecho a defenderse).
Israel y el gaslighting
Según Wikipedia.org, el gaslighting es «una clase de manipulación psicológica que busca sembrar semillas de duda en un individuo o miembros de un grupo determinado, haciendo que cuestionen su propia memoria, percepción y cordura. Emplea la negación persistente, la distracción y la mentira para intentar desestabilizar a la víctima y deslegitimar sus convicciones» y sería una estrategia recurrente del Estado de Israel para alterar la percepción de la realidad de quienes los rodean.
De ello serían paradigma el bombardeo del hospital Al-Ahli de Gaza que quedará envuelto en los tules de la incertidumbre ante la imposibilidad de demostrar su autoría, o el asesinato de la periodista palestina Shiren Abu Akleh, atribuido inicialmente a fuego israelí y cuya autoría tan solo fue reconocido por Israel cuando la ola de la indignación era tan sólo espuma en la memoria colectiva.
Palestina y el efecto Underdog
El efecto Bandwagon u opinión de la mayoría provoca un rechazo posterior y despierta una simpatía por la opción minoritaria que se conoce como «efecto Underdog o perro apaleado», término usado por primera vez en 1859 y que consiste en que «el individuo se inclinaría por la opción política menos valorada (perro apaleado), ya que la considera injustamente atacada o menospreciada». Así, el castigo asimétrico de Israel sobre la Franja de Gaza, habría desencadenado una ola de apoyo mundial a la población civil gazatí masacrada por Israel. Si a ello le añadimos que la opinión pública israelí estaría ya haciendo responsable a Netanyahu del estrepitoso fallo de seguridad israelí al menospreciar las informaciones egipcias que diez días antes avisaron de que Hamas preparaba una gran ofensiva, se podría incrementar la ya importante desafección del pueblo israelí respecto al Gobierno de Netanyahu.
El diario Haaretz se habría convertido en el adalid de la defensa de los valores democráticos y en un editorial del 8 de octubre acusó directamente a Netanyahu de ser «el responsable de esta guerra entre Israel y Gaza». Y según una encuesta de The Jerusalem Post, el 80 por ciento de los encuestados afirman que «el Gobierno es el principal responsable de la infiltración de los milicianos palestinos» y un 56 por ciento opina que «Netanyahu debería dimitir al acabar la guerra actual».
En consecuencia, la presión de la comunidad internacional y la desafección de la sociedad israelí, podrían desembocar en el inicio de un proceso penal contra Netanyahu, el Ministro de Defensa y el director del Mossad, y la convocatoria de nuevas elecciones que faciliten la formación de un nuevo gobierno de salvación israelí que intentará reeditar los Acuerdos de Oslo para hacer posible la utopía de «Dos pueblos, dos Estados».
Germán Gorraiz López es analista económico y geopolítico, y colabora habitualmente en varias publicaciones digitales e impresas españolas y latinoamericanas.