No hay duda, vivimos requeridos de numerosos volúmenes de datos e información para trabajar y, a la vez, de espacio o lugar para su almacenaje, ya sea físico o virtual.
Ambos resultan tan imprescindibles en cualquier oficina como contar con una computadora, el móvil, la mesa de trabajo o la silla. No tan vitales como respirar, comer o dormir, pero: cuánto dependemos hoy en día de memorias USB, discos duros externos…
Revisemos nuestros bolsos de cada día, incluso, los equipajes que usamos para salir de viaje; seguro encontraremos alguno de estos soportes, capaces de resguardar nuestra más preciada información, que puede ser muy variada: fotos, música, películas, libros.
Esa, entre otras razones, reúne en esta capital, a archiveros, bibliotecarios, especialistas de centros de documentación e investigadores de más de 135 países en el Congreso del Consejo Internacional de Archivos (ICA).
Sin duda, «guardar» es uno de los comandos más usados en las máquinas y «archivar» dejó de ser uno de esos verbos tragados por la modernidad, atormentada por el exceso de documentos en formato papel y de no contar con los recursos indispensables para protegerlos.
Por el contrario, de la noche a la mañana, la necesidad y la ciencia, tan unidas como siempre, encontraron la fórmula digital para procesar y almacenar lo más importante de los grandes cúmulos de información generada.
De igual forma, con la digitalización la sociedad comenzó a dormir más tranquila, al hallarse la manera de proteger y preservar mejor su memoria, preocupación global ante el deterioro paulatino de muchos documentos históricos.
No es menos cierto que en la actualidad muchos fondos de archivos peligran por efectos del cambio climático, como la subida del nivel del mar y fenómenos meteorológicos intensos.
También por las difíciles situaciones económicas que atraviesan no pocos países, mayormente los más pobres, restricciones que limitan la financiación necesaria para garantizar la sostenibilidad de los programas de conservación y acceso a los archivos.
El Congreso 75 del ICA ocurre en un mundo marcado por crisis, conflictos y grandes desafíos, recrudecidos en este periodo post pandemia de la Covid-19, retos que también afectan a los archivos, tanto nacionales, regionales y personales.
Pilares de la paz y la tolerancia internacional
Por estos días, especialistas de todo el mundo llaman la atención en Abu Dhabi sobre la relevancia de los archivos y los centros de documentación e información, calificados como pilares de la paz y la tolerancia internacional.
En las palabras de bienvenida, la presidenta de ICA, Josée Kirps, destacó el papel desempeñado por los archivos en la preservación y acceso a los registros gubernamentales e institucionales y a los documentos multimedia de cada nación.
«Estos archivos constituyen una prueba fehaciente de las decisiones y los logros, y forman parte de la memoria de nuestra sociedad», apuntó en la reunión en que participan delegados de más de 135 países.
En muchas partes del mundo, los archivos nacionales se consideran como la memoria de la nación. Sin embargo, tales repositorios no son ni silenciosos ni pasivos, constituyen la voz del conocimiento, por lo que contribuyen en el enriquecimiento de sociedades y países.
Según especialistas en el evento, es una verdad pública que, con el tiempo, toda la documentación será digital. De la misma forma que el pergamino sustituyó a la piedra como medio de expresión escrita, los medios digitales sustituirán a los enormes montones de papel.
Aunque no es menos cierto, también, que todavía existe cierta duda entre los científicos sobre cuáles son las tecnologías necesarias para producir documentos digitales auténticos, fiables, inalterables, duraderos y utilizables.
Sus defensores afirman que ya existen herramientas para producir documentos digitales auténticos, por lo que su instauración sólo sería una cuestión de decisión y presupuesto. Sin embargo, no pasa una semana sin que los medios de comunicación hablen de interrupciones globales de uno u otro servicio digital.
Así y todo, son más los que ven perspectivas prometedoras en esta metamorfosis a gran escala hacia lo digital, la cual consideran inevitable y necesaria.
Queramos o no, la mudanza hacia ese mundo comenzó hace buen tiempo y ya sea desde la Inteligencia Artificial, el blockchain o el aprendizaje automático, resulta indiscutible la contribución potencial de las tecnologías emergentes a la documentación, los registros de datos y los archivos.
¿Serán las tecnologías emergentes una fuente de soluciones o de nuevos dolores de cabeza? Sobre este tema también intercambian archivistas y gestores de documentación en el encuentro de la capital emiratí.
La cita es, sin duda, un amplio espacio para compartir testimonios y diversos ejemplos de buenas prácticas, experiencias y lecciones aprendidas sobre el uso de las tecnologías emergentes en el ámbito de los archivos y la gestión documental.
Conocimiento sostenible, planeta sostenible
No hay desarrollo sostenible sin conocimiento sostenible. Y este último resulta imposible de promover y de alcanzar sin estrategias de modernización para la ampliación del alcance de los archivos.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, por ejemplo, reconoce que los logros de ese ambicioso plan de acción global dependen, en gran medida, de la disponibilidad continua de información fiable y accesible que ayude al debate público, la enseñanza, la investigación científica y la elaboración de políticas gubernamentales.
Su importancia es mayor en esta época de cuestionamiento constante a la integridad de la información generada y recibida, teniendo en cuenta la avalancha de noticias falsas (fake news), hacker, desinformación y ciberataques que recibimos a diario.
La necesidad de contar con pruebas fiables (registros documentales, información, datos, entre otros) resulta cada vez más relevante. Y en esta nueva «guerra» los archivos tienen el deber de mantener la confianza de los públicos.
Por otro lado, las evidencias resguardadas en los fondos de los archivos tienen un gran valor intergeneracional, y las instituciones que las atesoran deben seguir siendo capaces de transmitir fielmente la memoria documentada del pasado al futuro.
En el Congreso se alertó que el valor probatorio de los archivos está constantemente amenazado por la obsolescencia tecnológica, la negligencia administrativa, la destrucción intencionada, los conflictos, el saqueo y el tráfico ilícito.
Para Josée Kirps, también directora de los Archivos Nacionales de Luxemburgo, los retos del siglo XXI en materia de información no sólo conciernen a los profesionales de los archivos y la gestión documental, sino que conciernen a todas las personas.
No es para menos, el acceso a los archivos es un derecho, no un privilegio y es su deber preservar el conocimiento existente y desempeñar un papel social para compartir memorias colectivas necesarias para crear comunidades más capaces.
Y a pesar de dificultades como el abuso y el no reconocimiento de su uso en multitud de formatos, particularmente en las plataformas digitales, el acceso a los archivos, ya sean electrónicos o físicos, es uno de los principales instrumentos para el enriquecimiento de las sociedades.
(Texto y foto: tomados de PL)