Desde que era niña Lilian Cid se divierte saltando las barreras que encuentra en su camino, como si la vida fuera una carrera de 100 metros con vallas. Hiperactiva por naturaleza, esta madre desde hace seis años y especialista en temas de atletismo, tiene la necesidad constante de estar en movimiento y de vencer metas.
La noticia que este mes se convertirá en la primera mujer en la historia en participar en el Torneo Nacional de Softball de la Prensa, pudiera sorprender a muchos, pero lo cierto es que la carrera de impulso para dar ese salto la comenzó hace mucho tiempo en su natal Puerto Padre, cuando fue criada bajo los valores de la igualdad de género.
“No soy activista del feminismo ni una estudiosa del fenómeno, pero creo que lo soy. No porque me lo haya propuesto, sino porque lo traigo en mi ADN. Nací, crecí y me desarrollé en una familia que tenía todo para ser patriarcal, porque eran guajiros y venían con unas influencias españolas muy fuertes y porque era lo que se imponía en el entorno, sin embargo, en mi casa siempre hubo igualdad.
“Vi a mis tíos lavando y planchando ropas y a mis primas y tías haciendo labores en el campo, y lo que aprendí fue eso: hacer la tarea entre todos sin distinción de género, simplemente lo importante era lograr alcanzar esas metas como familia. Eso va conmigo, nunca me pongo límites porque sean hombres o mujeres, si tengo que poner un clavo lo pongo aunque lo haga mal”, le confesó a Cubaperiodistas.
Lilian vive hace años en La Habana desde que eligió estudiar en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), porque en su curso solo vino una plaza de periodismo para toda la provincia de Las Tunas, aunque por aquellos tiempos dice que aún no tenía esa vocación.
“Ya aquí empecé a transitar caminos, a plantearme metas, luchar por ellas y hacerlas realidad, y una cosa llevó a la otra. Cuando me gradué en 2009 me quedé impartiendo clases nueve años más y fui construyendo mi vida en La Habana”, dice.
Sin embargo, confiesa que nunca tuvo eso en mente, porque siempre fue una persona amante del lugar donde nació, de la tierra donde se crió y del lugar donde creció, y ha pasado la vida entera enamorada de su pueblo y de su gente.
Por eso vestirá el uniforme de Las Tunas en esta XXI edición nacional de softball para periodistas, que comenzará el próximo 27 de septiembre en la ciudad de Holguín.
“En determinado momento, estando en Las Tunas, el equipo de la prensa fue a competir a Puerto Padre y fui a ver ese partido. Allí, cuando les comenté cuánto me gustaba ese deporte me invitaron a jugar en el campeonato nacional.
Luego surgió un movimiento en las redes y se estuvo manejando la posibilidad de hacerlo, pero siempre se quedó en el tintero. Pero como los sueños son imposibles hasta un día, durante el playoff final de la serie nacional se retomó el tema, se puso seria la cosa y me incluyeron en el equipo”, declara.
Aunque reconoce que le asusta asumió el reto por su propia naturaleza, bajo la premisa de que las mejores cosas están del otro lado del miedo y para demostrar –según sus propias palabras- que sí se puede y que más allá del nivel pueden coexistir ambos sexos y llevar a hecho una pasión que los une.
“He aprendido en el transcurso del tiempo que la primera arma que tenemos en la mano para lograr cosas imposibles somos nosotros mismos. De eso se trata lo que he hecho y lo que seguiré haciendo, para cuando al final de la vida ponga la cabeza en la almohada para reposar, esté satisfecha porque lo he intentado y he disfrutado el proceso”.
Esta mujer de 36 años, coautora del libro La Furia de Agramonte sobre la vida de la martillista Yipsi Moreno, community manager del programa televisivo Bola Viva y directora del prestigioso sitio DeporCuba, ha practicado muchos deportes a lo largo de su vida.
Además de jugar voleibol durante siete años, disciplina que le dejó huellas en sus manos por el golpeo constante de las pelotas, en sus tiempos de universitaria incursionó en el softball, el balonmano, el lanzamiento de la jabalina y en el fútbol sala, donde participó de forma organizada en muchos torneos.
El deporte lo lleva en la sangre porque nació y se crió en el seno de una familia beisbolera. Su tío lo jugó y estuvo cerca de la franquicia de los Almendares y su primo fue lanzador de Las Tunas en 11 series nacionales, con resultados que lo llevaron a una Copa Revolución.
“Siempre, desde que tengo uso de razón, recuerdo a mi familia escuchando y debatiendo sobre beisbol. Nosotros jugábamos en el patio de la casa con los vecinos, hembras y varones juntos, y yo lo disfrutaba mucho.
“Cuando llego a la universidad tuve la posibilidad de jugar softball y eso fue un reto para mí. Los primero años muy mal, mi equipo era el último en la clasificación, pero poco a poco logramos mejorar y alcanzamos el campeonato dos años consecutivos en los juegos de la UCI”, puntualiza.
Lilian no cree que su participación en el torneo nacional sea transcendente desde el punto de vista de su rendimiento en el terreno, pero demostrará que cuando uno desea algo y lucha por hacerlo realidad, lo puede lograr.
“Seguramente hay muchas cosas que no haré y otras que no he podido hacer, pero lo seguiré intentando. No me gusta esperar que las cosas pasen, me gusta tratar de hacer que sean posibles.
“Estaré feliz el día de mañana cuando alguien sepa lo que hice y le sirva para entender que el mejor recurso que tenemos en nuestras manos es la voluntad de hacerlo”, dijo al final de nuestra conversación.