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El punto de vista: ¿una clave que no suena?

 Los periodistas estamos exigidos a seleccionar qué parte de un hecho vamos a utilizar para construir nuestro discurso. Una selección es ya, de por sí, una valoración. Aclaremos que aquí la palabra  “utilizar” corresponde a su acepción más noble: “hacer que algo sirva para un fin”. Y ese fin no es otro que reflexionar acerca del difícil ejercicio del criterio en nuestra labor.

La realidad es inatrapable, es inasible: todo artículo periodístico es una aproximación, una “realidad construida” y no la realidad misma. No es un retruécano, es una tesis.

Ese ensamblaje, esa refracción de la realidad que encarna un texto periodístico, no puede escapar de nuestro punto de vista, es decir de la postura e interpretación de esa realidad, de la opinión que nos merece desde una perspectiva propia. Tal consideración está filtrada por la formación profesional, la cultura asimilada, la experiencia. Y no olvidarlo, ha de estar matizada también por  los contextos y las circunstancias que lo rodean.

El punto de vista está relacionado directamente con el pensamiento y la subjetividad. No hay que temerle a este último término. Codificar un acontecimiento, bien de manera oral, bien de manera escrita o televisiva, implica necesariamente un proceso intelectivo.

¿Qué ángulo de cámara escojo? ¿Qué repertorio lingüístico y sintáctico tomo para expresar un determinado acontecimiento? ¿Qué fragmento de la declaración porta el núcleo más significativo del discurso, y en consecuencia, qué dejo intacto en el proceso de edición y qué desecho? ¿Cuál de las fotos capta más claramente lo que quiero ilustrar? ¿Qué tonos o inflexiones necesito? ¿Qué titular defino?

En todas esas ocasiones, sin importar el género en que se exponga el trabajo, la subjetividad actúa.

Subjetivo no quiere decir artero

La escritora, periodista y editora argentina Leila Guerriero ―quien ha trabajado en varias publicaciones líderes del universo hispanohablante―, afirma que la mirada subjetiva “no quiere decir artera, no quiere decir vil, no quiere decir miserable”, sino “la mirada de una persona que cuenta lo que ve o lo que honestamente cree ver”.

Nunca olvido una llamada que me hizo una vecina en tiempos del azote pandémico de la Covid-19. “Estoy aterrada… lo que acabo de escuchar es terrible”. Y me compartió la grabación. El reporte en cuestión, insistía en que no era posible violentar el tiempo científico en la búsqueda de una vacuna, lo cual en ese instante aparecía como la salvación.

La comunicación es un proceso complejo y los receptores del mensaje son una parte capital de él. Caben aquí dos preguntas: ¿De qué sirvieron para mi vecina los argumentos vertidos en aquel trabajo y cuán útiles le fueron? ¿Qué puntos de vista defendía el autor del reportaje y su medio de prensa?

El “estilo informe” suele tomar como trinchera la “objetividad periodística” a ultranza. Ese es el periodismo, aseguran sus defensores. La pretensión de contar un hecho desde la menor implicación posible, hace aflorar narrativas que suelen llegar cargadas de cifras y declaraciones;  pero que ―en no pocas ocasiones―, andan extraviadas de propósitos y enajenadas de una audiencia a la que no solo debe informar, sino convencer.

En el caso tratado, el punto de vista preponderó un hecho, lo argumentó, lo delineó desde una consideración: lo difícil que sería lograr la vacuna; mientras dejó en un plano secundario, los esfuerzos para optimizar el tiempo. La realidad, como ya sabemos, acabó dándole un campanazo.

El factor consecuencia en el periodismo resulta inexcusable. Jamás se pueden olvidar los contextos donde se mueve la información.

Narrativas

El periodista Felipe Restrepo, editor de la revista internacional Gatopardo, declaró en una entrevista que “lo que tiene valor hoy día, en que nos bombardean de información, es presentar piezas periodísticas que tengan voz (…) no el que pretende presentar una verdad única, sino una visión contada de una manera más precisa y cuidadosa de un hecho particular”.

Más adelante, asegura: “este oficio requiere mucho de  talento, requiere mucho de valentía,  de buenas ideas; pero requiere sobre todo de rigor, ser riguroso en como se arma el ejercicio de la reportería y luego como se piensa la estructura del texto y luego como se lleva a cabo la estructura de eso que se planeó”.

Pasos claves del proceso a los que se requiere ir cada vez.

El rigor periodístico presupone responsabilidad tanto en el uso de vocablos y giros como en la creación de atmósferas. El punto de vista es una brújula a la hora de construir ―insisto en el concepto de construir porque me parece medular― elementos descriptivos y climáticos, pues señala el norte sobre cuales aspectos merecerían ser descubiertos en público y cuales son preferibles resguardarlos en el ámbito privado.

Nunca se trata de adornar, sino de iluminar. No de colorear, sino de latir.

Las palabras y frases que aluden al aspecto físico de un entrevistado o al ambiente en el cual se mueve, deben ser especialmente cuidadosas. Mejor dejar la letra en el espinazo que el desborde. El dejarse llevar suele desembocar en excesos imperdonables.

En fechas recientes, dos publicaciones cubanas se asomaron al resultado de Cuba en el campeonato mundial de canotaje celebrado en Duisburgo, Alemania. A la brillante actuación de Yarisleidis Cirilo (a la postre campeona), se sumó el quinto puesto de José Ramón Pelier. Una de esas páginas se limitó a reseñar la actuación, a mencionar un sitio fuera del podio. La otra, sin embargo, se detuvo en la clasificación olímpica que ese mismo lugar había deparado al deportista. Dos sistemas de valoración que generaron textos y titulares de diferente espesor frente a un mismo hecho.

Ambos trabajos, gramatical y estructuralmente, estuvieron bien redactados. Fue el punto de vista el que marcó la diferencia de sus narrativas. Uno, desasido del acontecimiento, cual narrador aséptico, informó. El otro, al agregar un elemento de valoración, le permitió justipreciar de una forma más completa el acontecimiento, aquilatar de un modo más exacto su dimensión. Estamos hablando no de detalles, sino de calidades.

Son ejemplos, en diferentes campos y contextos, de como el producto comunicativo está marcado por el punto de vista. Hacer común a los demás un determinado momento, exige una exploración exhaustiva, un ejercicio del criterio, un riesgo.  ­­Los hechos no bastan.

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Reinaldo Cedeño
Periodista, poeta y promotor cultural. Ha ganado en dos ocasiones el Premio Nacional de Periodismo Cultural. Premio Latinoamericano de Crónicas (Portal Nodal Cultura, 2016). Creador del Concurso Caridad Pineda in Memoriam de Promoción de la Lectura. Entre sus libros: El hueso en el papel (Editorial Oriente, 2011), A capa y espada, la aventura de la pantalla (Fundación Caguayo-Editorial Oriente, 2011), Poemas del lente (Hermanos Loynaz, 2013) y La noche más larga. Memorias del huracán Sandy (compilación, Ediciones Santiago, 2014 y 2015). Actualmente es redactor-reportero de la emisora Radio Siboney, miembro del Consejo Nacional de la UNEAC y vicepresidente del Comité Provincial en Santiago de Cuba. (Santiago de Cuba, 1968)

2 thoughts on “El punto de vista: ¿una clave que no suena?

  1. Muy interesante en sus planteamientos. Invita a reflexionar sobre el quehacer diario. De acuerdo con sus criterios: nada que elaboremos, en cualquier género, será completamente aséptico. Todo pasa por el tamiz de nuestro acervo, nuestra experiencia y nuestro punto de vista.

  2. Pedagógico su trabajo que prueba por demás el carácter partidista de la información periodística en el papel metafórico de difundir la verdad.
    La IA que tanto ha avanzado como sistema tecnológico de alta proporción subjetiva, para acceder a información, trae consigo el peligro de desvirtuar la información a partir del uso de las técnicas de manipulación de emociones, afectos y sentimientos a través de la inteligencia emocional como planteamiento de construcción lógica fundamento de la posverdad para cambiar a favor del partidismo un punto de vista muy diferente de la verdad.
    Gracias por su compromiso.

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