Las ideas básicas sobre las medidas de fondo para enfrentar la crisis del Período Especial serían esbozadas en el discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro el 26 de julio de 1993.
En ese discurso se explicaron las razones que llevaban a la adopción de medidas que caracterizarían la política económica en el Período Especial. Al respecto se señalaría cómo en 1993 el país había dejado de percibir 450 millones de dólares por la caída de la producción azucarera, que sólo alcanzaría 4 millones 302 mil toneladas. Adicionalmente, se analizaría hasta qué punto se habían reducido los precios de las exportaciones de níquel, camarones y langostas, y la grave escasez de divisas que se enfrentaba. A lo anterior se sumaría en marzo, el impacto de la llamada Tormenta del Siglo, que dejó más de 1 000 millones de dólares en pérdidas.
Todo esto llevaba a la necesidad de adoptar inmediatamente un conjunto de complejas medidas que incluían: la despenalización de la tenencia y uso de la divisa en el país -incluyendo la recepción de remesas desde el extranjero-, y su captación comercial mediante un sistema de tiendas de recaudación de divisas (TRD), al tiempo que se ampliaban los permisos para visitas a Cuba por parte de la comunidad cubana en el exterior. Igualmente, se informaba sobre la necesidad de ampliar la inversión extranjera y adoptar medidas para reducir el exceso de liquidez en manos de la población.
Comenzaba a materializarse así una estrategia económica dirigida a avanzar en la recuperación y resistir el impacto de la crisis al menor costo social posible, al tiempo que se daban pasos para reinsertar la economía cubana en las nuevas condiciones, contando con el consenso político indispensable para ello.
La implementación de estas medidas comenzó entre agosto y septiembre de 1993, al emitirse el Decreto Ley Nº 140, mediante el cual se despenalizaba el uso de siete divisas convertibles en el país, dando inicio al régimen de dualidad monetaria que existió hasta el año 2020; el Nº 141, que legalizaba nuevamente el ejercicio del trabajo privado por cuenta propia,[2] y el 142, que creó las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), transformando profundamente el régimen de propiedad en la agricultura.
Sin embargo, en el contexto de las medidas adoptadas resaltaba, por su importancia y urgencia, la necesidad de frenar el desequilibrio financiero interno, que amenazaba ya con avanzar hacia un proceso de desmonetización y desorganización total de la actividad económica. Esa situación se abordó detalladamente en la segunda sesión ordinaria de la ANPP el día 28 de diciembre de 1993, en la cual se evaluó la situación financiera interna y la necesidad de discutir masivamente la misma con toda la población, lo que daría lugar a la realización de los llamados “parlamentos obreros” entre enero y marzo de 1994, un proceso que arrojó más de 530 000 propuestas que fueron analizadas en las sesiones extraordinarias de la ANPP del 1º y 2 de mayo de ese año.
En esa asamblea se aprobó un programa anti inflacionario que adoptó el nombre de Programa de Saneamiento Financiero del país, el que incluía reducir sistemáticamente el subsidio por pérdidas de las empresas y otros gastos presupuestarios e incrementar los ingresos fiscales; lograr la estabilidad de los ahorros; controlar la circulación de divisas en el país; introducir mecanismos de estímulo –en divisas- para los trabajadores que laboraban en las producciones estratégicas; valorar y decidir puntualmente la elevación de los precios y tarifas de productos y servicios seleccionados; implantar gradualmente un nuevo sistema impositivo; examinar la conveniencia de un cambio de moneda, como un elemento a tomar en consideración si las medidas a aplicar no daban los resultados esperados a corto plazo y facultar al gobierno a adoptar otras medidas que se consideraran para el saneamiento financiero del país.
Las medidas más importantes adoptadas a partir de entonces, y que completarían el impulso a la reanimación económica imprescindible, incluirían la aprobación en el verano de 1994 de la Ley Nº 73, que implementó un nuevo sistema fiscal; la creación del peso cubano convertible (CUC) en diciembre de 1994 y de las casas de cambio (CADECA) en octubre de 1995; la aprobación en septiembre de 1995 de la Ley Nº 77, que brindaba un marco legal apropiado a la inversión extranjera;[3] los Decretos Ley Nº 172 y 173 de 1997, que reestructuraron el sistema bancario nacional, y el Nº 187 de 1998, que implementaría el proceso de perfeccionamiento empresarial, entre las decisiones de mayor peso.
Los servicios sociales básicos, en lo fundamental, trataron de mantenerse aun en los momentos más difíciles del Período Especial. No obstante, en el orden social la recuperación fue más gradual y un impulso decisivo para superar las dificultades de la crisis solo se implementaría con más fuerza, a partir del inicio de la Batalla de Ideas en 1999.
En general puede decirse que el modelo económico que fue implantándose gradualmente durante los primeros años del Período Especial mantuvo el predominio de la propiedad estatal en la economía cubana, al tiempo que se abría un espacio a otras formas de propiedad social como las cooperativas en la agricultura y a esquemas no estatales como el trabajo por cuenta propia en un grupo de ocupaciones, así como la asociación con capital extranjero.
Este proceso fue acompañado por una mayor descentralización de la gestión de las empresas públicas y por el reconocimiento más amplio del mercado junto a una planificación centralizada más flexible.
Desde luego que las medidas esenciales que probablemente sería necesario adoptar en el Período Especial, se anticiparon ya en la Resolución sobre el Desarrollo Económico del País que se aprobó en el IV Congreso del PCC, celebrado en octubre de 1991.
Sin embargo, en la evolución económica y social del país para llevar a cabo estas transformaciones, una vez que desapareció la Unión Soviética en diciembre de 1991, no puede decirse que estuviera presente un programa de reforma preconcebido, ya que las medidas fueron estructuradas sobre una base coyuntural para dar respuesta a las necesidades de sobrevivencia del país y enfrentar la crisis en cada momento.
No obstante, en las decisiones fundamentales no hubo improvisaciones, pues al decidirse los cambios estuvo siempre presente la previsión de sus posibles efectos positivos y negativos. También cabe resaltar que las medidas aplicadas siguieron un orden riguroso para asegurar su efectividad. En efecto, primero se trabajó para frenar la inflación mediante la reducción del déficit presupuestario, lo que se unió al incremento selectivo del grupo de precios y tarifas, a partir de aquellos que lograron el mayor respaldo en los parlamentos obreros. En segundo lugar, la introducción del peso cubano convertible y el mercado cambiario para la población, solo se implementaron cuando ya la economía había comenzado un proceso gradual de estabilización y se lograba que creciera nuevamente el PIB.
Este proceso de ajuste macroeconómico fue igualmente un proceso adaptado a las condiciones específicas de Cuba, si bien se estudiaron las experiencias de países como Vietnam y China.
En la misma medida en que se consideró el Período Especial como una etapa emergente que interrumpió el proceso de construcción del socialismo en Cuba, muchas de las medidas adoptadas no tendrían un carácter irreversible y otras fueron consideradas concesiones temporales.
Un elemento definitorio en este sentido fue planteado por el Comandante en Jefe Fidel Castro el 6 agosto de 1995 al señalar: “Nosotros no podemos guiarnos por el criterio de lo que nos guste o no nos guste, sino de lo que es útil o no es útil a la nación y al pueblo en estos momentos tan decisivos para la historia de nuestro país (…). Hemos dicho que estamos introduciendo elementos de capitalismo en nuestro sistema, en nuestra economía, eso es real; hemos hablado, incluso, de consecuencias que observamos del empleo de esos mecanismos. Sí, lo estamos haciendo”.
Todo lo que se hizo en estos años no hubiera sido posible sin el apoyo a la Revolución, que se constató ya desde que se lanzó el Llamamiento al IV Congreso del Partido en 1990, documento que fue discutido por toda la población. En una encuesta realizada en mayo de ese año se reflejó que solo el 0.1% de los planteamientos cuestionó integralmente al socialismo; se propuso el transito a una economía de mercado por uno de cada 20 000 planteamientos y se apoyó el pluripartidismo en una de cada 10 000 opiniones. Adicionalmente, en las elecciones de diputados a la ANPP, celebrada en 1993, el 95.06% de los electores emitió el voto unido por todos los candidatos propuestos en la boleta electoral.
De este modo puede afirmarse que el factor más importante que permitió resistir las mayores dificultades del Período Especial fue la existencia de una conciencia política en la población, con un profundo concepto de la libertad y de la soberanía nacional, lo que la preparó con una fortaleza excepcional, para defender el proyecto socialista frente a las adversidades de una crisis de muy severas consecuencias para la vida de todos los cubanos. También fue un factor político fundamental la clara comprensión por parte de Fidel y la dirección revolucionaria de las contradicciones económicas y sociales que rápidamente se desarrollarían en el Período Especial y su correcta solución
Al cabo de 30 años, todas estas experiencias acumuladas en los años más duros del Período Especial, merece ser tomada en cuenta considerando los resultados exitosos que se obtuvieron con las medidas aplicadas bajo la dirección de nuestro Comandante en Jefe, que no vaciló en modificar rápidamente aquello que no dio los resultados esperados y rectificó los errores que pudieran haberse cometido sin demora.
Una síntesis del significado de esta etapa tan difícil, la brindaría el propio líder cubano, al señalar años después: “Puede ser que nos olvidemos, pero a cada rato debemos recordarnos qué terrible golpe significó para este país la catástrofe soviética y la desaparición del campo socialista. A veces hablamos como si eso no hubiera ocurrido, como si viviéramos en condiciones normales.
Agosto de 2023
Notas
[1] Este trabajo se basa en el libro del autor titulado “El Período Especial en Cuba: La batalla económica” en proceso de publicación.
[2] El trabajo por cuenta propia se había aprobado por primera vez mediante el Decreto Ley Nº 14 de 1978, pero –producto de violaciones de lo establecido en su implementación- se redujo al mínimo en el proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas que comenzó a partir de 1986.
[3] Hasta ese momento se había trabajado con lo que prescribía el Decreto Ley Nº 50 de 1982, para negocios con el capital extranjero.
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