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Mañach o de la crítica persistente

El proceso de formación de un arte
nacional supone necesa­riamente
una larga serie de pequeños
heroísmos.
Jorge Mañach

“Jorge Mañach y Robato es un Ortega y Gasset criollo de miras cortas” le escuché a un amigo lo que no alcancé en aquella ocasión a definir de lamentable desacierto. Tanto las relecturas de sus ensayos conocidos como de sus textos periodísticos más cortos‚ han corroborado desde hace años la valía de uno de nuestros intelectuales más importantes por lúcido y resuelto. Luego‚ el hecho de haber nacido en Cuba y después del filósofo madrileño; el hecho de exteriorizar por escritura la influencia del autor de Meditaciones del Quijote‚ no lo hacía (no lo hace) ni un pensador dependiente de Ortega y menos una prolongación cubana de las conquistas y limitaciones del español. Que si hay que asentir y disentir de Mañach es porque sus experiencias culturales fueron enormes y por tanto polémicas.

No es extraño que el autor de entre otros libros La crisis de la alta cultura en Cuba‚ Indagación del choteo‚ Martí‚ el Apóstol…‚ el colaborador de los periódicos Diario de la Marina y El País‚ de la revista Bohemia‚ el editor de la Revista de Avance‚ el creador del adelantado proyecto cultural que fue La Universidad del Aire y el programa televisivo Ante la prensa —donde hubo intervenciones de Fidel Castro—…‚ se destacara además como crítico de arte. Teniendo en cuenta y no rechazando la amplitud de logros intelectuales de Jorge Mañach —la “mejor prosa de América” como figuró en un titular—‚ es que pudieran aquilatarse mejor sus escrituras sobre arte‚ en especial sobre la pintura.

Para analizar los amplísimos horizontes del conocedor de arte es que resulta imprescindible Jorge Mañach ¿crítico de arte? (Letras Cubanas‚ 2019)‚ selección y estudio introductorio de la Doctora en Ciencias del Arte Luz Merino Acosta‚ excelente profesora que‚ amén de impartir la asignatura de metodología de la investigación‚ destacó como una de nuestras máximas especialistas del periodo republicano y de las artes plásticas cubanas en general.

La selección‚ que principia en 1922 y termina en 1960‚ tiene a bien apuntar y justificar al crítico cultural que llegó a ser Mañach. Lo que pudo haber sido un libro independiente sobre el notable intelectual cubano: “La crítica no se hace de oídas” es‚ por fortuna‚ una necesaria introducción concebida por Luz Merino para estos textos escogidos. Aquí se lee: “Es más, para comprender cabalmente al crítico de arte es im­prescindible referir su práctica en correspondencia con otros soportes y firmas, lo que hoy se entiende como la relación con otros textos de su época”. Y es que en rigor‚ para que Mañach sea estimado como una de las figuras más influyentes de la República‚ obedece asimismo a la multiplicidad de sus intereses y proyecciones como escritor. Considerando las diferentes vocaciones que pudo dominar (derecho‚ periodismo‚ filosofía‚ letras‚ artes…)‚ es que se pudiera aceptar su precisión al escribir y la amenidad en la correlación de diversos tópicos.

“(…) si hay que asentir y disentir de Mañach es porque sus experiencias culturales fueron enormes y por tanto polémicas”.

La prosa crítica de Mañach acoge varios métodos. Cruce para una arquitectura textual‚ privilegia la historiografía y lo biográfico. Por ello su ensayar se acoge a la narración. La crítica sobre arte no es un ente aparte. Mañach a ratos introduce comentarios literarios para aterrizar en la crítica social y económica (“no solo de azúcar viven los pueblos”) y los cuestionamientos políticos —él era un profundo antimperialista— e influenciado por Martí‚ eleva la ética del artista incluso por encima de su estética. En un momento escribe:

Chatterton es el poeta, es el artista, penetrado de su misión conciliadora en la sociedad. Su orgullo es magnífico, porque entiende que la poesía, manifestación verbal o ideológica del arte, es el alimento espiritual de los pueblos. Sin ella, estos se bestializan. Los instintos elementales de pugnacidad privan sobre los más débiles de la simpatía humana.

Insistente observador de la calle‚ pudo discernir los disímiles públicos que podían frecuentar una exposición. Conocía los entresijos de un evento cultural sin demeritar antes o posteriormente lo extraartístico. En “Griego y Greco” hace un estudio de potenciales visitantes a las exposiciones‚ los cuales pueden ser tentados con solapadas campañas de promoción.

No entender, decía, es flaca excusa; esto es, flaco pretexto. Menguado lujo sería el arte si, como pretenden muchos malos artistas, fueran menester el conocimiento técnico y la erudición para gozarlo. Lo que hay es que el arte, requiere la formación del gusto, como el caviar o las mismas carreras de caballos.

El texto de marras evidencia no solo un testimonio intelectual de 1923‚ sino el proceder táctico del crítico‚ destacable por su indiscutible vigencia para quienes organizan eventos culturales. En favor de la educación del gusto escribe Mañach:

Démosle arte, exposiciones y museos a nuestra gente que no entiende, y ya se verá si a la vuelta de pocos años no tiene también sus fanáticos el Greco —aunque sigan sin entenderlo—. El fanatismo es precisamente eso: la incomprensión. Sigamos dándole arte, hablándole de arte. Al cabo, evolucionaremos del fanatismo al gusto, que es comprensión serena y callada.

Como en Martí y su crítica táctica‚ hay una suerte de estrategia del crítico‚ que se manifiesta al entrar él en contacto con el objeto artístico; mientras la táctica, lo acompaña para fundar el contenido y su estilo.[1]

Además de ser una antología harto abarcadora sobre el discurso crítico de Mañach‚ el presente libro resalta por reproducir un conjunto de retratos realizados por el propio crítico que antes se formó como pintor y que‚ con posterioridad‚ iría haciendo en paralelo a su actividad de exégeta.

Jorge Mañach ¿crítico de arte? es‚ junto a Las estrategias de un crítico. Antología de la crítica de arte de Guy Pérez Cisneros‚ con prólogo de Graziella Pogolotti y selección y notas de Luz Merino‚ otro de los volúmenes capitales para entender los caminos actuales de los textos sobre arte en Cuba. Pérez Cisneros, y antes Mañach‚ pertenecen a una tradición de escritores deseosos de abrazar numerosas ramas del saber. Los resultados de sus dominios lo dicen todo. A la misma altura de los grandes críticos literarios del periodo colonial y a la zaga por cronología de José Martí y Julián del Casal —exponentes excelsos de la crítica de artes plásticas—‚ se ubica Mañach. Ahora puede ser reconsiderado uno de nuestros analistas culturales más atendibles de toda la historia cubana.

Con Jorge Mañach ¿crítico de arte? Luz Merino vuelve a hacer labor extraordinaria de rescate y homenaje a quien puede (y merece) legitimarse por una obra escrita exigente‚ amena y con mucha utilidad para las generaciones actuales y venideras.

Tomado de La Jiribilla

Foto de portada: Jorge Mañach, uno de nuestros intelectuales más importantes por lúcido y resuelto. Imagen tomada de Cubaliteraria

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