Usando esa divulgación y grado de interés, este es el momento de desafiar el eufemístico programa de “modernización nuclear” del Pentágono (que es en realidad un plan de masiva expansión nuclear tanto cuantitativa como cualitativamente), de exponer la locura del militarismo que abandona las necesidades urgentes, perentorias de la humanidad, para seguir llenando los bolsillos de los contratistas militares con el infinito presupuesto del Pentágono, en este caso un billón 700 mil millones (millones de millones) de dólares.
¿Por qué en 1945 Harry S. Truman autorizó el uso de la bomba atómica contra Japón y en 1951 la desautorizó contra la RPD de Corea y la naciente RP China?
Las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 1944 fueron la cuadragésima desde la independencia. El Colegio Electoral a cargo de decidir al presidente y al vicepresidente estaba compuesto por 531 miembros, por lo que se necesitaba del voto de 266 electores para ganarlas.
Estos comicios tuvieron lugar durante la última etapa de la Segunda Guerra Mundial. Mientras que en 1940, la postulación del presidente en ejercicio Franklin D. Roosevelt a un tercer mandato consecutivo había sido objeto de una sonada controversia, para 1944 existían pocas dudas de que se presentaría por cuarta vez. Obtuvo la nominación con facilidad. Sin embargo, como estaba enfrentando graves problemas de salud, el Partido Demócrata le negó la reelección al vicepresidente Henry A. Wallace, considerado una figura “izquierdista”, potencial profundizador de las reformas de Roosevelt, por la seria posibilidad de que este llegara a la presidencia. En su lugar, el candidato demócrata fue Harry S. Truman, un senador realmente gris, que fue nominado con solo 626 votos en la Convención de ese partido. El opositor Partido Republicano presentó a Thomas E. Dewey, quien en 1942 había obtenido una histórica victoria en las elecciones para gobernador de Nueva York, estado natal de Roosevelt, con John W. Bricker como compañero de fórmula. La fórmula del Partido Demócrata Franklin D. Roosevelt/ Harry S. Truman, ganó las elecciones, pero sus opositores republicanos sacaron mas del 45 por ciento del voto popular. El reclamo era acabar la guerra, el racionamiento y traer a más de 10 millones de combatientes estadounidenses de vuelta a sus hogares.
En abril de 1945, falleció Roosevelt y lo sucedió como presidente Truman, de quien (como con Kamala Harris hoy día) la gente no se acordaba mucho, ni tenía ningún arraigo popular fuera de su natal estado de Missouri. La gente había votado por Roosevelt, no por Truman.
El imperativo político dentro del pueblo estadounidense por el fin de la guerra aumentó exponencialmente, cuando el Ejército Rojo tomo Berlín, y con las sangrientas batallas de Iwojima y Okinawa, islitas (la primera es como las dos terceras partes de Cayo Largo del Sur y la segunda un 55 por ciento de la Isla de la Juventud, para tener una idea) de las que el 99 por ciento de los norteamericanos nunca habían oído hablar, donde murieron decenas de miles de estadounidenses y más de 150 mil japoneses. No se debe olvidar que los EE.UU. tuvieron durante toda la Segunda Guerra Mundial 405 mil 399 muertes (menos que países pequeños o medianos como Polonia, Yugoslavia, Hungría o Romania), por lo que tener decenas de miles de muertos por capturar islitas insignificantes, era completamente inaceptable para el pueblo.
Truman conoció los detalles de la Operación Downfall para la invasión de Japón, programada en dos partes principales: Operación Olympic, la invasión de Kyushu, y después la Operación Coronet, la invasión de Honshu cerca de Tokio, con el siguiente calendario de acciones militares:
– Noviembre 1945. Tropas estadounidenses desembarcarían en Kyushu, que se esperaba conquistar a mediados del año siguiente, y que serviría de base para el resto de la campaña. Los EEUU. usarían hasta un millón de soldados para conquistar la isla.
– 1946. Tropas de EEUU. y sus aliados atacan Tokio, para dividir las fuerzas enemigas en dos mitades, una al sur de Honshū y en Shikoku; la otra en el norte de Honshū y en Hokkaidō. Los desembarcos comenzarían alrededor del 1 de marzo, e incluirían más de millón y medio de efectivos, principalmente de EEUU.
– 1947-1948. Conquista del resto de las islas japonesas, eventual rendición de Japón. En total se esperaban entre 400 mil y 800 mil estadounidenses muertos durante la Operación Downfall.
La idea de duplicar y probablemente triplicar el número de sus bajas en la Segunda Guerra Mundial y de extenderla hasta 1947– 1948, era algo completamente inaceptable para Truman. Por ello durante la Conferencia de Potsdam (del 17 de julio al 2 de agosto de 1945) insistió en la inmediata entrada de la Unión Soviética en esa guerra.
Cuando Truman arribó a Potsdam, recibió la noticia de que el ensayo nuclear Trinity se había efectuado “exitosamente”. Le informó a Iosif V. Stalin que los “Estados Unidos disponían de una nueva bomba de potencia descomunal”. Stalin, como decimos en Cuba, “se hizo el bobo” mostrando que él creía que era una bomba convencional más grande y potente y no un arma basada en un nuevo principio físico, pero él poseía claras informaciones de todo el “Proyecto Manhattan” proporcionada por la Inteligencia y científicos soviéticos. Aceptó entrar en la guerra contra Japón a la brevedad.
La decisión de lanzar las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki, fue esencialmente de especulación polítiquera, tanto para amedrentar a la Unión Soviética, como para evitar una segura derrota de Truman en las elecciones de 1948 si la guerra contra Japón se extendía mucho y con muchas bajas estadounidenses. En un escenario de ese tipo, la victoria de Thomas. E. Dewey era prácticamente segura. Nada de eso es mostrado en la película “Oppenheimer” ni podría serlo en realidad, pero es importante saberlo.
Las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 1948 dieron al presidente Harry S. Truman un segundo mandato presidencial, en apretada victoria sobre Dewey. Los “demócratas” se dividieron en tres facciones irreconciliables: Si bien la mayoría del partido apoyó a Truman, los grupos más derechistas postularon a Strom Thurmond, defensor de la segregación racial y los sectores más “liberales” apoyaron la candidatura del ex vicepresidente Henry A. Wallace, el verdadero seguidor del ideario de Roosevelt.
Pero las cosas cambian en la historia. Varios años más tarde, el 5 de noviembre de 1950, el Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos emitió órdenes para el bombardeo atómico de represalia a las bases militares de la República Popular China en Manchuria, si alguno de sus ejércitos cruzaba a Corea o si los aviones de la República Popular China o de la República Popular Democrática de Corea atacaban desde allí. El presidente Truman ordenó la transferencia de nueve bombas nucleares Mark 4 «al Noveno Grupo de la Fuerza Aérea,… y firmó una orden para usarlas contra objetivos chinos y coreanos», que nunca transmitió para hacerla efectiva. Todo lo contrario, lo que hizo fue destituir al super promotor de los ataques atómicos contra la RP China, Douglas McArthur, quien podría haber sido un “victorioso” candidato presidencial republicano. Tras su segundo periodo, Truman no podía ser reelecto.
A pesar del mayor poder destructivo que las armas atómicas aportarían, sus efectos en la determinación del resultado de la guerra probablemente habrían sido no tan grandes como se piensa, aunque si terriblemente sangrientos. Tácticamente, dada la naturaleza dispersa de las fuerzas armadas de la RP China y de la RPD de Corea, la infraestructura relativamente pequeña de los centros de preparación y logística, y el limitado número de bombas disponibles (la mayoría se habrían conservado para su potencial uso contra los soviéticos en Europa oriental), los ataques atómicos tendrían efectos restringidos contra la capacidad de China para movilizar y mover fuerzas militares. Estratégicamente, atacar ciudades chinas para destruir la industria civil y la infraestructura causaría un gran apoyo al gobierno por parte de los civiles chinos. Dado que no se esperaba que los soviéticos intervinieran con sus entonces pocas armas atómicas para defender a China o Corea del Norte, la amenaza de un posible intercambio nuclear no fue importante en la decisión de no usar esas bombas.
Cuando Eisenhower sucedió a Truman a principios de 1953, fue igualmente cauteloso sobre el uso de armas nucleares en Corea. La administración preparó planes de contingencia para usarlos contra China, pero al igual que Truman, el nuevo presidente temía que hacerlo resultaría en ataques soviéticos contra Japón. La guerra de Corea terminó como comenzó, sin que las armas nucleares estadounidenses fueran usadas.
Truman usó la bomba atómica contra Japón y no lo hizo contra Corea y China por las mismas razones de politiquería interior, tanto como por consideraciones estratégicas globales. Hoy día vemos como consideraciones acerca del voto del estado de Florida tienen preeminencia en la toma de decisiones acerca de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba (y también acerca de la política hacia Venezuela y Nicaragua). La lucha politiquera por el poder político entre las facciones demócrata y republicana del partido único del capitalismo en los Estados Unidos, tiene una importancia desproporcionada en asuntos de trascendencia mundial.
Hoy, el mundo está repleto de armas nucleares. Este es el momento de desafiar el eufemístico “programa de modernización nuclear”, de exponer la locura del militarismo que abandona las necesidades perentorias de las personas comunes y corrientes, para llenar bolsillos de los contratistas militares del Pentágono.
Este es el momento de exigir un alto el fuego y conversaciones de paz para poner fin a la guerra en Ucrania con justicia y equidad, detener los preparativos para la guerra con China, aprobar finalmente una legislación para prohibir el primer uso de las armas nucleares y cumplir con las obligaciones del Tratado de No Proliferación Nuclear y otras acciones que conduzcan a un clima de paz.
Tomado de Prensa Latina