Cuando el 15 de julio de 1963 se constituyó la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) aún latían en la epidermis del país las huellas de dos estremecedores sucesos políticos: La Crisis de Octubre y la invasión mercenaria por playa Girón.
En esos escenarios la participación de los profesionales de la prensa marcaría la continuidad de lo que siempre definió el compromiso de los periodistas con el destino histórico de la nación. Esa relación de servicio incondicional, y a toda prueba, vuelve a ser noticia 60 años después de aquella fecha fundacional.
Un intenso programa de actividades ha ocupado las últimas jornadas del gremio para festejar las seis décadas de una obra que se construye diariamente.
Como parte de esa agenda de celebraciones, el espacio radiotelevisivo Mesa Redonda invitó a la emisión de este jueves 13 de julio a Ricardo Ronquillo, presidente de la UPEC, y a Irma Cáceres, Premio Nacional de Periodismo José Martí, quienes valoraron el trabajo protagonizado por los trabajadores de la prensa durante este período y su impronta dejada en el devenir de la propia Revolución.
Al abrir el diálogo, Ronquillo resaltó que no se puede hablar de nuestra historia sin hablar de la historia del periodismo en Cuba. “Entre los grandes fundadores de la nación están grandes periodistas como el Padre Félix Varela —iniciador de las primeras publicaciones de la isla—, José Martí como gran referente político e intelectual y Juan Gualberto Gómez”.
Más acá en el tiempo, indicó, están las figuras de Pablo de la Torriente Brau, Julio Antonio Mella, fundador de la revista Alma Mater, Fidel Castro, Ernesto Che Guevara, y muchos otros.
“Cuando miramos la formación de la conciencia nacional y de un sentimiento de justica social en Cuba, no se puede ignorar de ninguna manera el papel que esos grandes periodistas, y a la vez fundadores de la nación, desempeñaron. Igualmente, a lo largo de todas las luchas de nuestro pueblo siempre ha estado presente el periodismo”, insistió el presidente gremial.
Al particularizar en lo que ha significado la UPEC en esa creación conjunta, expresó que ella es el resultado de las luchas del pueblo, por lo que no podemos separar el surgimiento de la organización de esas batallas. Como dato llamativo, relató que ya desde el lejano año 1812 surgieron los primeros intentos de los periodistas por formar una asociación.
Más adelante, en la República neocolonial, surgieron varias tentativas de los periodistas para unirse en un gremio lo cual tuvo resultados más concretos en la década de 1940. Sin embargo, es el triunfo de la Revolución, el ambiente y la causa de la Revolución los que hacen posible que surja una organización de esta naturaleza, señaló Ronquillo.
A propósito de ese proceso, hizo referencia a las intensas luchas de clases que se dio al interior de los medios de prensa tras los instantes iniciales del triunfo revolucionario de 1959. Se daba entonces un enfrentamiento entre los detentores del poder y la riqueza con los profesionales de los medios que tenían una conciencia social, progresista.
Ronquillo describió como una singularidad de aquellos momentos, el hecho de que las vanguardia profesionales le colocaron una como una banderilla (al estilo de los toreros), a los dueños de los periódicos que venían del capitalismo. Es lo que llamamos la coletilla, dijo.
“O sea, comienzan a usar el concepto burgués de libertad de prensa para imponer la opinión de esas vanguardia profesionales frente a la oposición política de los dueños de los periódicos. Probablemente, no se haya dado en ningún lugar del mundo una rebelión profesional, ética, moral y política como esa. Deviene una curiosidad del periodismo cubano.
“Luego surgió la voluntad de los periodistas de fundar, no solo una organización de nuevo tipo como lo fue la UPEC para el país y para el continente, sino también un periodismo diferente, bajo otros fundamentos profesionales, éticos y conceptuales”.
En aquella efervescencia de la eclosión preciosa de la Revolución en que todo estaba naciendo, los periodistas imbuidos de ese espíritu de transformación y de cambios extraordinarios que sembró la Revolución, sienten la necesidad organizarse y crear un soporte que los ayudará a encaminarse. Así surge la UPEC, reseñó Ronquillo.
A partir de ahí, el pueblo cubano contó con un sistema de prensa que es vencedor, aun cuando algunos lo califican de inoperante, incapaz, entre otros epítetos, con el objetivo de demeritarlo ante el público, explicó al tiempo que reconoció que ese sistema de prensa no es perfecto y todavía tiene no pocos aspectos que enmendar.
“No hubiera sido posible la existencia y la supervivencia de la Revolución de no contar con el sistema de prensa que tenemos. La población sabe que cuando los medios cubanos dicen una información están contando la verdad. No quieres decir que a través de todos estos años no hayamos tenido silencios, distorsiones”.
Como determinantes de esos inconvenientes, el presidente de la UPEC mencionó varios elementos, sobre todo, el hecho de que el sistema de prensa cubano copió del que existía en el campo socialista que eran los referentes de la época. De igual modo, las propias condiciones en que se desarrolla la Revolución, condicionó un tipo de comunicación pública en que a veces el silencio fue necesario como estrategia para enfrentar a los enemigos.
Toda esa situación propició una mentalidad de plaza sitiada, de secretismo y de elementos negativos que perjudicaron la autoridad social del periodismo, explicó. Aun así, este sistema de prensa, desde su misma génesis, estableció defender un nuevo tipo de periodismo que respondiera a los intereses de una Revolución socialista, triunfante, con los propósitos principales de defender los derechos y la justicia del pueblo.
En su intervención final, Ronquillo recordó el pensamiento del profesor Julio García Luis, quien advirtió que “se puede cambiar el periodismo sin cambiar el socialismo, pero que no se puede cambiar el socialismo sin cambiar el periodismo”.
“Cuba está haciendo un esfuerzo de transformación del modelo socialista del siglo XX; hay un nuevo modelo de esa conceptualización y nosotros tenemos que ubicar la transformación del modelo de prensa de la Revolución en ese contexto. Tenemos que ser conscientes de que la transformación de ese modelo depende también la capacidad de la Revolución para vivir en el contexto desafiante de la sociedad cubana en red del siglo XXI y en medio de una guerra despiadada de cuarta generación, en medio de una disputa simbólica extraordinaria en la que los enemigos de la Revolución crearle a su sistema de prensa un ecosistema de medios privados y de proyectos de tergiversación y manipulación”.
Frente a ese escenario de tanta hostilidad mediática, Ronquillo alertó sobre la importancia de que el sistema de prensa de la Revolución sea cada día más transparente, abierto. Al mismo tiempo, llamó a cumplir lo que está suscrito en la Ley de Comunicación, recientemente aprobada, en cuanto a que la prensa tiene que formar parte de los mecanismos de control social y popular y de los mecanismos de rendición de cuenta de las instituciones públicas.
Recalcó, que lo que efectivamente sería nuevo, inédito en la historia universal es un sistema de prensa que de verdad responda a los intereses populares y no a las élites políticas, económicas o de otra índole. Nosotros tenemos la oportunidad de construirla en Cuba. La Revolución está en el poder, no lo ha perdido.
“Es cierto que hoy el país vive una situación cotidiana muy compleja y dura, pero parte de la superación de esta realidad tiene que ver con la comprensión y la conciencia colectiva de lo que significa la transformación y modernización del proyecto socialista de la Revolución”, concluyó Ronquillo.
Un aparte revelador de lo que ha sido la trayectoria de los 60 años de la Unión de Periodistas lo dedicó la Mesa Redonda al documental “UPEC: Una unión sin coletilla”, que realizó Irma Cáceres con la colaboración del equipo de Cubaperiodistas.
Al presentar el audiovisual, Cáceres relató algunos detalles de su realización, la pertinencia de incluir en el título la coletilla y lo que significó el uso de este recurso periodístico —pequeño comentario que se coloca al margen de una noticia— como eficaz arma de periodistas, gráficos y locutores para desmentir las falsas o engañosas informaciones de ciertos medios de prensa contra la naciente la Revolución.