Cuba libra una batalla colosal por mantener su soberanía que tiene múltiples frentes. El más importante es el interno, erosionado desde la crisis de los 90 cuando fue necesario acudir a medidas económicas que se habían soslayado para evitar la agudización de desigualdades, pero que eran indispensables para la existencia misma del país.
El turismo, la inversión extranjera, la liberación del mercado campesino, la ampliación del transporte privado, se convirtieron en sectores emergentes al que emigraron maestros, profesionales de los más diversos sectores que marcaron la diferencia de los estatus materiales a la par del florecimiento de fenómenos que retornaron con fuerza como la prostitución, en tanto el éxodo masivo volvió a signar el momento de crisis económica.
A pesar de los pronósticos contrarios, Cuba llegó al nuevo milenio viva en sus principios y aspiraciones, manteniendo sus fundamentales logros pero con profundas heridas en su tejido social que, lamentablemente no pudieron ser atendidas con los requerimientos que exigían.
Los planes de construcción de vivienda se deprimieron, los estímulos a los trabajadores prácticamente desaparecieron en el plano material, los salarios fueron perdiendo capacidad adquisitiva, la jubilaciones de quienes habían sido el sostén laboral del país resultaba irrisorias, mientras, a pesar de grandes trabas, el sector llamado cuentrapopista alcanzaba dividendos muy superiores a los trabajadores estatales.
Las deformaciones ocasionadas en los planos mentales y productivos por el dañino igualitarismo se pretendía borrarlas abruptamente y en ese interés se afectaron aspectos de legítimas garantías para los trabajadores, desde el absurdo de no poder entrar a un hotel a no recibir el extra salariar cuando la empresa sobrecumplía el plan.
Por esas y otras irregularidades comenzaron a incrementarse las inconformidades mientras las diferencias de niveles de vida se hacían ostentosamente evidentes.
A pesar de esfuerzos por palear las situaciones que se iban creando, la pobreza aumentó, pero continuaban las garantías de salud y educación, faltaba algún medicamento; sin embargo, había medicamentos y había alimentos, se trataba de revitalizar los planes de vivienda, incluso la solución a los problemas dejados por el tornado fue ejemplar.
Pero aparecieron las más de 200 sanciones de Trump, la pandemia del coronavirus, la crisis internacional y la vida cotidiana de la mayoría de cubanas y cubanos se convirtió en un verdadero tormento a pesar de centenares de medidas que no aplacan la inflación, ni incrementan producciones y ponen en duda la aplicación de un ordenamiento que parece haber producido mayor desorden, porque parecería que se produjo con retardo en el peor momento.
En ese contexto al que tributan problemas acumulados desde los 90, surgen y se multiplican las mipymes, los acuerdos de cooperación económica con Rusia, con otros países, aparecen productos en los mercados privados de alto precios para los que dependen de bajos salarios y jubilaciones que no son suficientes para sobrevivir, mientras la empresa estatal no parece en condiciones de cumplir su rol fundamental y no tiene las mismas posibilidades que las privadas y muchos comienzan a abandonarlas buscando mejores salarios en las privadas.
Esos son los retos internos de ahora mismo, que para honrar la ley de comunicación social, deberían contar con mayor información, mejores análisis, transparencia para explicar y no dejar que desde el exterior se manipule la recurrencia a fórmulas económicas que son prácticas generalizadas universalmente.
A la par es necesario poner en práctica visible las medidas para aliviar a los verdaderamente vulnerables, a los que realmente están impedidos de, trabajar por edad, enfermedad, discapacidad, quienes pueden ser sujeto y objeto social de los nuevos actores económicos en los barrios, por cuyo beneficio comunitario deben ser compensados con menos impuestos, por ejemplo.
Hay otros frentes de batalla, como la guerra mediática contra Cuba, las sanciones extremas de Estados Unidos, la comprensión de por qué hay que recurrir a aliados confirmados ante las sanciones del enemigo voluntario.
Pero para vencer en esos otros frentes es imprescindible ir ganando tramo a tramo en el frente interno y para conseguirla es indispensable un verdadero sentido comunicacional de los decisores, los servidores públicos, entre ellos la prensa en todas sus plataformas. Las batallas con múltiples frentes requieren múltiples acciones para ganarlas.